Política

Tregua en la «guerra fría» entre Aragón y Cataluña

Por primera vez en cinco años, un presidente del Gobierno aragonés logra ser recibido por su homólogo de la Generalitat. Rudi lo intentó durante cuatro años con Artur Mas, pero éste le dio la espalda

Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat I. Baucells

Roberto Pérez

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán , se reúne hoy con su homólogo catalán, Carles Puigdemont . El encuentro no pasaría de ser una más de las lógicas reuniones entre responsables autonómicos, más aún en el caso de territorios que comparten vecindad. Pero en este caso el mero hecho de que se sienten cara a cara es noticia en sí misma, d espués de más de cuatro años de relaciones rotas entre los jefes de los Ejecutivos de Aragón y Cataluña . Y no precisamente por iniciativa aragonesa, sino por la persistencia de la Presidencia de la Generalitat a no reunirse con la Jefatura del Gobierno aragonés.

Han sido más de cuatro años de una suerte de «guerra fría». Los protagonizó Artur Mas , que insistentemente se negó a atender las reiteradas peticiones de la entonces presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi (PP), de entrevistarse con él para limar los puntos de fricción que se acumulan entre ambos gobiernos autonómicos y para profundizar en asuntos de interés mutuo.

En 2011, nada más llegar a la Presidencia de Aragón, Rudi mandó una carta a Artur Mas pidiéndole día y hora para mantener una reunión oficial. Mas le dio largas. Luego hubo más intentos, pero con el mismo resultado. En más de cuatro años, el ya expresidente de la Generalitat no encontró hueco en su agenda para hablar con su homóloga aragonesa.

Ahora la situación ha cambiado levemente. También lo han hecho las caras que están al frente de ambos ejecutivos regionales. A Artur Mas le ha sucedido su compañero de filas y también ferviente independentista, Carles Puigdemont; y al frente del Gobierno aragonés está, desde julio del año pasado, el socialista Javier Lambán, que a las pocas semanas de acceder al cargo ya tuvo que salir al paso de los primeros rifirrafes con la Generalitat.

El dirigente socialista aragonés, sin embargo, no se dio por vencido y aprovechó el relevo al frente del Gobierno catalán para pedir un encuentro a Puigdemont. Y éste no ha tardado en darle día y hora. El encuentro se ha producido en la tarde de este lunes, en Barcelona.

La estampa del encuentro entre ambos mandatarios autonómicos ha sido, de entrada, un bálsamo en los más de cuatro años de «guerra fría» entre ambos ejecutivos regionales. Está por ver si, en la práctica, sirve para rebajar las tensiones acumuladas.

La ruptura de relaciones al máximo nivel llevada a cabo hasta la fecha por la Genralitat frente al Gobierno aragonés contrasta con la importancia que tiene Aragón para Cataluña. Es su primer mercado fuera de sus límites regionales . Anualmente, las empresas catalanas venden a Aragón por valor de 12.000 millones de euros , mucho más de lo que obtienen de sus ventas a Francia —su primer mercado internacional—.

La lista de agravios que Aragón tiene apuntada frente a Cataluña es larga. Desde las manipulaciones históricas que han generado reiteradas quejas oficiales desde hace años, a los rifirrafes en materia de agua —el independentismo lleva tiempo tratando de decidir sobre los caudales del Delta del Ebro—, pasando por los veteranos litigios sobre cientos de obras de arte que la Generalitat persiste en retener en Cataluña pese a las sentencias en contra que le ordenan devolverlos a Aragón, las controversias en materia de política lingüística , o el afán de los independentistas por considerar a parte de Aragón como territorio «natural» de su idea de «nación catalana» .

Tregua en la «guerra fría» entre Aragón y Cataluña

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