Juicio del caso Nóos

Diego Torres, la vida en un bloc

El antiguo socio de Iñaki Urdangarín se ha pasado la mayor parte del juicio del caso Nóos tomando notas

Diego Torres y su mujer, Ana Maria Tejeiro EFE
Josep María Aguiló

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La persona que más notas ha tomado a lo largo del juicio del caso Nóos no ha sido nadie de la acusación ni tampoco ningún abogado de la defensa, sino el antiguo socio de Iñaki Urdangarín , Diego Torres . Durante casi seis meses, no ha dejado de tomar notas en ninguna de las sesiones a las que ha asistido, que han sido casi todas. Casi siempre le hemos visto escribiendo, a veces en una carpeta azul, otras en unos folios, normalmente en un ordenador portátil y últimamente en una libreta roja. Si me apuran, yo incluso diría que los periodistas que hemos seguido de manera regular toda la causa quizás no hayamos escrito tanto como Torres.

También ha sido Torres la persona que más ha hablado a lo largo de este juicio, más de 27 horas consecutivas durante su declaración ante el tribunal. Aun así, también es cierto que Torres dedicó la mayor parte de esas horas más a excursos y digresiones, no siempre apasionantes, que a responder a las preguntas de las acusaciones y las defensas. Si en lugar de ser un acusado, fuera un escritor, Torres tendría ya ahora mismo material para escribir como mínimo toda una trilogía, en principio algo más próxima a la de Millennium que a la de Grey.

Pero la especialidad de Torres no es la creación literaria, sino la creación vinculada más bien al mundo de la consultoría . En solitario o en colaboración con Urdangarín, Torres creaba empresas, creaba fundaciones, creaba eventos, creaba cuentas bancarias fuera de nuestro país e incluso, supuestamente, creaba también trabajadores ficticios y posibles facturas falsas. Torres era, en definitiva, una persona con mucho talento e imaginación para los negocios, un talento y una imaginación que al parecer no siempre fueron debida y correctamente empleados.

Y ese es quizás uno de los grandes misterios de esta causa judicial, por qué una persona con una inteligencia y una preparación de primer nivel optó a partir de un determinado momento, presuntamente, por seguir el camino equivocado. Más allá de cuál sea finalmente la decisión del tribunal sobre los delitos supuestamente cometidos por Torres , es posible que ese misterio no lleguemos a resolverlo ya nunca.

Ahora puede parecer, quizás, que se habría actuado ya mal desde el principio, pero posiblemente no siempre fue así. Una de las personas que declaró meses atrás en la vista oral, en calidad de testigo, fue la autora del logotipo del Instituto Nóos. Durante su comparecencia, recordó de manera elogiosa la ilusión y el trabajo de quienes en 2003 estaban poniendo en marcha aquel proyecto. Fue uno de los testimonios más sinceros y desinteresados, al mismo tiempo que favorables, para el impulsor de Nóos.

Torres escuchó atentamente aquella declaración y sonrió por vez primera, con melancolía, como si su mente estuviera viajando en ese preciso instante hacia ese momento inaugural y feliz de su vida como emprendedor. Un momento que se presenta ahora ya como muy lejano, tanto en el tiempo como por lo que se refiere a sus circunstancias personales. Ese fue uno de los pocos instantes del juicio en que Torres no tomó notas. Tal vez, porque las cosas de verdad importantes casi nunca las solemos anotar o guardar en una libreta o en un bloc, sino solamente en nuestra memoria.

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