González Peeters, el «marxista» del caso Nóos

El letrado de Diego Torres ha combinado durante toda la vista oral la dureza expositiva con un humor surrealista e irónico

Manuel González Peeters, el abogado defensor de Diego Torres y su esposa Ana María Tejeiro EFE
Josep María Aguiló

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Tras varias jornadas de referencias literario—poético—filosóficas en el juicio del caso Nóos, ayer le llegó el turno a las citas cinematográficas . Estas últimas vinieron de la mano del abogado de Diego Torres y de Ana María Tejeiro, Manuel González Peeters , quien durante su intervención citó las películas «Caballero sin espada», de Frank Capra, y «Los hermanos Marx en el Oeste». La primera es un drama y la segunda —no haría falta decirlo— es una comedia. Sin embargo, ambas citas no acabaron de encajar muy bien en el alegato final de González Peeters, en el que en realidad pocas cosas parecieron encajar debidamente, sobre todo por culpa del tono utilizado por el letrado.

Si comparamos los duros alegatos finales de González Peeters y de Pedro Horrach, uno se acaba quedando con la sensación de que el fiscal Anticorrupción incluso estuvo, quizás, algo moderado. Al fin y al cabo, Horrach sólo criticó durante unos minutos al juez instructor, a Manos Limpias y a la Audiencia Provincial, mientras que González Peeters no dejó ayer títere con cabeza a lo largo de sus casi dos horas de exposición, por intentar definirla de algún modo.

Quien más andanadas recibió del letrado fue, precisamente, el propio fiscal, pero también hubo reprimendas directas o veladas para la Abogacía del Estado , la acusación popular, el juez José Castro, la Agencia Tributaria, Iñaki Urdangarín, la Infanta, los políticos que no fueron imputados, los políticos que sí lo fueron, algunos letrados, el Cuerpo Nacional de Policía, la Casa Real, los acusados «arrepentidos» e incluso los familiares directos de sus dos clientes. Y no sé si ahora mismo aún me estoy olvidando de alguien.

Hay situaciones, momentos o imágenes que acaban dejando su huella en nuestra memoria colectiva y que además se siguen recordando durante años. Por ese motivo, ante determinadas situaciones cotidianas aún hoy utilizamos expresiones como «parecía el camarote de los hermanos Marx» , «parecía la niña de 'El Exorcista'» o «parecía una película de Berlanga». En ese sentido, estoy casi seguro de que dentro de unos años, cuando queramos definir una situación especialmente tremebunda, diremos algo así como «parecía el alegato final de González Peeters».

Tal vez, lo más sorprendente de la intervención de ayer del abogado de Torres fue, precisamente, que no nos sorprendió. González Peeters fue bastante fiel a lo que ha venido siendo su modo de proceder habitual a lo largo de casi toda la causa, tanto para bien como para mal. A lo largo de los casi seis meses que ha durado el juicio, el letrado ha sido especialmente incisivo con la mayoría de acusados, testigos y expertos. Al mismo tiempo, ha dado numerosas muestras de su brillante capacidad irónica e incluso autoparódica, que parecía directamente deudora del surrealista y mordaz humor de su admirado Groucho Marx. Todo eso para bien.

Para mal hay que recordar, en cambio, la falta de respeto que González Peeters ha mostrado hacia algunas de las personas que han participado en la vista oral, su tendencia a ciertos excesos verbales, su reconocida heterodoxia procesal y una cierta propensión innata hacia la locuacidad. Así se lo hizo ver en más de una ocasión la presidenta del tribunal, Samantha Romero, que durante todos estos meses ha sido especialmente paciente con el letrado. Romero también fue tolerante de nuevo ayer, pues en ningún momento cortó la contundente diatriba de González Peeters.

Tras el letrado de Torres intervino el abogado de Iñaki Urdangarín, Mario Pascual Vives, que vendría a ser como el reverso de González Peeters, pero no un reverso oscuro como el de «Star Wars», sino un reverso tranquilo, cortés y empático. Debe de ser cierto, también en los juicios, que tras la tempestad al final siempre acaban llegando la serenidad y la calma .

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