La cita secreta de Iglesias y Garzón que mató la unidad de la izquierda

Se habían conjurado para con contársela a nadie, pero una filtración irritó a IU y dio al traste con la confluencia

La cita secreta de Iglesias y Garzón que mató la unidad de la izquierda óscar del pozo

mayte alcaraz

No se lo iban a contar a nadie . Ni muertos. Pese a que dos días después, el sábado 3 de octubre, tocaba Consejo Político Federal de IU. Alberto Garzón , candidato a las generales, no diría ni pío a sus compañeros. Menudo ambiente había en la federación de izquierdas. Sobre todo con Gaspar Llamazares y su grupúsculo de Izquierda Abierta, poco favorable a que el partido al que Julio Anguita llevó en 1996 a un techo electoral del 10,54% de votos (ahora los más optimistas no le dan más del 3,7%) termine diluyéndose cual azucarillo en Podemos.

De hecho, durante ese cónclave se guarda silencio y el único que da la campanada es el propio Llamazares, que anuncia que dejará de asistir a los órganos de dirección de IU por su desacuerdo con el acercamiento a Podemos. La formación radical quiere liderar cualquier alianza y, además, rechaza primarias conjuntas. Llamazares, y con él gran parte de la vieja guardia, está que trina con Garzón.

Lo que no saben los asistentes es que el jueves anterior ya se había celebrado una charla informal para esa convergencia de la izquierda que tan difícil está resultando por el conglomerado de siglas y los egos de sus concurrentes.

El secreto lo conocen pocas personas: además de Garzón y Pablo Iglesias , a la cita fueron convidados Íñigo Errejón e Irene Montero , cada vez más poderosa en la fuerza populista. Por parte de IU, a su candidato lo acompañaron los dirigentes de Galicia, Yolanda Díaz , muy amiga de Garzón, y Joan Josep Nuet , responsable catalán. Ambos son firmes partidarios de sumar fuerzas con Podemos . Cueste lo que cueste.

Reunión en casa de Garzón

A primera hora de la tarde de ese jueves, primero de octubre, todos acuden a la casa que el diputado por Málaga tiene en el barrio de Latina, en plena almendra central de Madrid. Allí vive con su novia, Anna, una doctora del Hospital de la Princesa, y su hermano Eduardo. La conversación se prolonga largo rato, pero no se llega a ningún acuerdo. Parecen hablar idiomas diferentes.

«Las condiciones de Iglesias eran inasumibles. Quería imponer los nombres y marcar la estrategia. Es decir, que IU fuera solo una comparsa» , relata a ABC un miembro de esta coalición, conocedor de la cita reservada.

Todos los presentes esperaban más del café en la vivienda de Garzón. Sobre todo porque, cuenta un dirigente de Podemos, «Alberto y Pablo son amigos desde hace mucho tiempo. Junto con Tania Sánchez formaban un trío muy bien avenido e hicieron grandes proyectos para conseguir la convergencia a la izquierda del PSOE. O lo que es lo mismo, noquear al histórico socialismo español» .

No miente el político de la formación morada. Finales de 2011. Un coche que se dirige a las instalaciones de TVE lleva a Garzón, diputado con futuro en IU, y a Pablo Iglesias, por aquellas fechas asesor de comunicación de la federación. Entre ambos surge una camaradería que se prolongará durante años.

Y eso que todavía faltan tres para que los dos jóvenes se conviertan en lo que hoy son: candidatos a La Moncloa. Dice un veterano miembro de IU que la relación que se fraguó en ese automóvil que se dirigía a los estudios Buñuel alumbró además un proyecto que al cabo de los años se ha hecho realidad: la liquidación de la coalición de izquierdas para ceder sus estructuras y cuadros al partido que ya acariciaba el profesor de Políticas de la Complutense y su mano derecha, Juan Carlos Monedero .

Un padrino llamado Anguita

Curioso que ambos, recuerda el mismo político, encontraran un padrino singular: Julio Anguita, amigo de Garzón, que se sumó y terminó afirmando públicamente que «Iglesias es mi referente». Ese dirigente de IU afea que «el mismo que decía que el programa tenía que estar por encima de todo ahora defienda que la coalición lo deje a un lado para favorecer los intereses de un partido emergente».

Pero hay que volver a la cita de hace diez días. El encuentro se planifica discretamente para evitar «la escena del sofá» que los dos amigos protagonizaron el 25 de junio y que fue pasto de la sorna de tertulianos y adversarios por la candidez de una reunión que no dio los frutos esperados.

Como tampoco el abrazo que ambos protagonizaron el 13 de ese mismo mes en el Palacio de Cibeles, cuando acudieron a la investidura de Manuela Carmena , la nueva alcaldesa de la marca blanca de Podemos en la capital, Ahora Madrid. En esta ocasión fue diferente y por lo menos algún paso se dio, pero el balance no fue tampoco nada optimista. El espacio de confluencia, Ahora en Común, se había convertido en una amalgama en la que Podemos no se sentía cómodo.

A la salida del piso de Garzón las caras de Iglesias, Errejón y Montero son serias. No están de acuerdo con que su amigo Alberto quiera concurrir a las primarias de la dichosa plataforma ciudadana y seguir la línea marcada por el Consejo Político de IU. Es decir, que no se avenga a los plazos marcados por Podemos para cerrar la lista a las generales antes de que acabe este mes. Además, Iglesias quiere que Garzón entre en su candidatura como independiente, pero bajo ninguna circunstancia firmará una coalición con IU.

Pero el diputado por Málaga no traga , ya que se malicia que los primeros puestos que siguen a Iglesias, hasta el número 10, ya están adjudicados para sus compañeros de partido. El tiempo corre y el nerviosismo en la fuerza morada crece.

La plataforma Catalunya Sí que es Pot , que integra a una ensalada de siglas (Podemos, ICV, Esquerra Unida y Equo), trasunto de la fragmentación de la izquierda en España, acaba de obtener un pobre resultado de 11 escaños en las catalanas del 27 de septiembre, dos menos que los cosechados por ICV en solitario en 2012. Un candidato extravagante como Lluís Rabell y la indefinición respecto a la independencia han acabado con la ola de éxito de Podemos. Y por eso hay muchos nervios .

La tensión no es menor en Izquierda Unida. Su Consejo Político de hace dos sábados resulta no apto para cardíacos. Llamazares y Cayo Lara , abiertamente enfrentados, casi no se dirigen la palabra.

El actual coordinador, ya en retirada, es acusado por sus compañeros de ser el consentidor de la purga en IU-Madrid, federación que ha sido laminada por constituir un obstáculo para el acuerdo de Garzón con Iglesias y Tania Sánchez , que finalmente abandonó las históricas siglas camino de la fuerza morada. Pero lo que Llamazares no perdona a su sucesor es que prohibiera la entrada a Montse Muñoz , defensora de IU-Madrid, en la última ejecutiva federal.

De ahí el portazo que recibe ese sábado Lara del diputado asturiano. Además, Llamazares, junto con otro Garzón (Baltasar) , prepara un programa de mínimos para concurrir por su cuenta a las elecciones. Ese sábado de Consejo Político, Alberto Garzón calla y solo piensa en la siguiente oportunidad (él no sabe que la última) para sellar un acuerdo con Podemos, que va a tener lugar el martes 6.

Esa cita se celebra en la sede de Podemos en la calle Princesa, en Madrid. Carolina Bescansa , en nombre de Iglesias, acude con un ultimátum: que el diputado por Málaga se integre en su ticket electoral, y, si no es así, asunto zanjado.

Pero los representantes de Garzón asisten con la machacona idea de una plataforma de «unidad popular», la misma con la que habían soñado desde 2011 cuando Alberto, Pablo y Tania, de 29, 36 y 35 años, respectivamente, planificaron el asalto a las tertulias televisivas como palanca para que la izquierda radical, dentro de un partido instrumental, echara al PP del poder en España.

Lo del desembarco en los platós lo bordaron: programas como «El gato al agua», «Al Rojo Vivo» y «Dando caña» los acogieron con frecuencia. Por no hablar de «La Tuerka» , del Canal 33, que dirigía el propio líder de Podemos. La palabra fetiche empieza a ser «converger» y nadie habla de ser más que nadie. Pero Pablo ya no es el mismo. Las fechas del calendario corren y, tras el subidón de las europeas, en las que sumó 1.200.000 votos, los demás encuentros con las urnas han sido decepcionantes. Solo le queda una bala en la recámara: el 20-D.

Un mensaje de despedida

Pero una sorpresa aguarda al candidato de IU cuando sus compañeros abandonan Lavapiés cerca de la hora de comer. Su amigo no le va a esperar más. Se acabó. Después de almorzar, Garzón recibe, según cuenta él mismo horas después, un mensaje de Iglesias en el que le dice que, tras haber leído el acta del encuentro, da por finiquitada la confluencia.

No se ha recuperado de la sorpresa cuando le llama Bescansa para anunciarle un comunicado que, en torno a las seis, recibirán los medios, donde se hará pública la ruptura .

El político malagueño se siente traicionado y cuenta a sus íntimos que todo se ha ido al traste por la estrategia de Podemos de evitar la identificación con la izquierda. La transversalidad de Pablo , explica con resignación. Cree que es un día feliz para PP y PSOE. El sueño de la unidad popular ha muerto. E Izquierda Unida se asoma al precipicio.

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