El populismo atrapa a la izquierda y el PSOE elogia el pacto con Podemos

El PP defiende que el cambio ya se hizo en España en 2011 y dice que la alternativa sería tener un «corralito» con un socialismo abrazado a Iglesias

El populismo atrapa a la izquierda y el PSOE elogia el pacto con Podemos efe

mariano calleja

Nadie descarta en la izquierda un pacto de perdedores tras las elecciones generales, si así consiguen desbancar al PP del poder, aunque sea la lista más votada por los españoles. Es decir, tal y como ha ocurrido en centenares de ayuntamientos después del 24-M y en varias comunidades autónomas. El populismo ha logrado atrapar tanto al PSOE como a Izquierda Unida , que en un caso no niega en absoluto futuros acuerdos nacionales con Podemos, y en otro corteja con descaro a su líder, Pablo Iglesias, en aras de la «unidad popular».

Ayer, en el Ateneo de Madrid, en una jornada organizada por la Asociación de Periodistas Parlamentarios sobre «la España del cambio», se pudieron escuchar, en apenas tres horas, la visión que tienen estos seis políticos: Pablo Casado (PP), Patxi López (PSOE), Alberto Garzón (IU), Carlos Martínez Gorriarán (UPyD), Albert Rivera (Ciudadanos) e Íñigo Errejón (Podemos). Todos aceptaron preguntas sin límites, salvo el dirigente de Podemos, que iba con prisas y cortó rápidamente. Como impone la «nueva política», no se vio una sola corbata y tampoco notas leídas.

«Un trilero»

En las intervenciones pudo comprobarse que la sintonía entre el PSOE y Podemos se mantiene muy viva , aunque a Patxi López se le escapara un «trilero» al referirse a Pablo Iglesias, por intentar ocultar su verdadera ideología en un artículo. «Solo me refería a ese artículo», intentó recular después. El dirigente del PSOE, fichado por Pedro Sánchez para su comité de sabios, aseguró que su partido no se arrepiente de los pactos firmados con Podemos en los ayuntamientos y las comunidades, y lo justificó porque el partido de Iglesias «ha pasado de las musas al teatro» y así han podido hablar de asuntos concretos. «¿Respetará la lista más votada en las generales si es la del PP?», se le preguntó. Y su respuesta fue como irse por las ramas sin descartar nada: «No me lo planteo porque va a ganar el PSOE». Luego tiró de manual al sostener que el PSOE quiere pactar con los ciudadanos para formar nuevas mayorías, que es lo mismo que decían antes de dar el poder a Manuela Carmena en Madrid.

López aseguró que su formación va a poner su ideología encima de la mesa cuando haya que negociar tras las elecciones, pero al mismo tiempo defiende un giro en un tono parecido al Podemos. Pidió un cambio «profundo y radical» del modelo político, social, económico, «de nuestro sistema democrático y de país». Y lo contrapuso al «modelo de la derecha», que castiga a las personas y recorta derechos a los trabajadores. Como mandan los nuevos tiempos en el socialismo, criticó la reforma del artículo 135 de la Constitución que impulsó Zapatero en 2011, y no faltó un guiño populista al decir que los salarios han bajado entre un 12 y un 15 por ciento, mientras que el de los directivos de las grandes empresas ha subido un 8 por ciento. Y otro guiño más: cree que la ley de Transparencia debería tener un solo artículo. A saber: «Todos los ciudadanos tienen derecho a tener absolutamente toda la información de las Administraciones Públicas». Hubo más: «No tengo miedo a ninguna consulta a los ciudadanos».

Después de escuchar al PSOE haciendo sus pinitos en el terreno de Podemos, el candidato de IU a la Presidencia del Gobierno, Alberto Garzón, se mostró más claro en sus pretensiones. Quiere la fusión con Pablo Iglesias, Pablo, como le llama él, y lo no oculta. «Después de la investidura de Carmena en la calle nos gritaban ¡unidad popular! Y el sábado pasado, en un acto de apoyo al pueblo griego, también. Es un clamor », aseguró convencido.

Política de testosterona

Garzón quiere la unidad con «Pablo», y no le importa la humillación de acudir a la sede de Podemos lo que haga falta: « Hay que acabar con la política de testosterona y cambiarla por la de sentimientos» . En IU aprenden de Podemos a pasos agigantados. Garzón reconoció que cayó en la cuenta de la espectacularización de la política cuando le conocen más por salir los sábados por la noche en la Sexta «que por los siete libros de economía» que ha escrito.

La mano tendida de López y Garzón contrastó con el tono subido de Íñigo Errejón. Fue ponerse delante del micrófono y soltar un discurso académico sobre las causas y consecuencias de las transformaciones política y sociales que vive España. De sus palabras no salió ni una «casta», ni un reproche a los partidos tradicionales y sí alguna anécdota para demostrar que no hay que tenerles miedo: «El otro día, al bajar del tren en la estación de Valencia una mujer me pidió que no quitáramos la fiesta de moros y cristianos. No conocía esa fiesta, pero le tengo respeto». Su fórmula para quitar el miedo es «paciencia, pedagogía, tiempo y presencia institucional». Y ocultar los puntos más polémicos de su ideario, habría que añadir después de escucharle ayer.

Mientras la izquierda hace así sus planes para intentar llegar al poder después de las generales, en el PP se defiende una España totalmente diferentes, como si no tuviera nada que ver con la que describen sus adversarios . Pablo Casado explicó que el cambio en España ya se hizo en 2011, y es el que ha permitido que vuelva el crecimiento y la creación de empleo. El cambio ahora tiene dos direcciones, a su juicio: o el corralito al estilo griego, o crear tres millones de empleos. El vicesecretario de Comunicación del PP advirtió de que no es cuestión de revestirse de política nueva: «Yo lo que pido es política buena, no nueva». Y lanzó este dardo: «Algunos jóvenes traen ideas muy viejas, con el polvo del Muro de Berlín».

Casado tiene claro que el PSOE de Pedro Sánchez está haciendo un «alarde de irresponsabilidad histórica , porque está abrazándose a la deriva populista que encarna Podemos». «Ese es Pedro Sánchez, el que decía que nunca pactaría con el populismo», señaló, antes de advertir que en las generales solo habrá dos opciones: la del PP, «el centro moderado, reformista y liberal», y luego «una amalgama de partidos formada por el PSOE, Podemos y nacionalistas radicales».

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