Ana Vidal-Abarca, in memoriam: rompió el silencio

Ana Vidal-Abarca personifica la trayectoria vital y emocional de las víctimas del terrorismo en nuestro país. Cuando, en el año 2002, el PP y el PSOE crearon en el marco del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo, la Fundación de Víctimas del Terrorismo, ambos partidos coincidieron en que debía ser ella quien estuviese al frente de esta institución. Y no sólo porque, ya veinte años antes, Ana había sido una pionera a la hora de romper el silencio de las víctimas ante una sociedad que sólo deseaba para ellas el silencio y el olvido, creando la Asociación de Víctimas del Terrorismo. También, porque Ana era ya no sólo una persona respetada y querida por todos sino el mejor ejemplo de cómo era posible hacerse oír y dar voz a aquellos que, como ella, habían sido golpeados por la cruel sinrazón asesina.

Ana Vidal-Abarca puso voz en los tiempos más difíciles a la reivindicación de todo un colectivo que lideró e impulsó durante décadas. Ella representaba la memoria viva del sufrimiento de las víctimas , del calvario personal y colectivo al que habían sido sometidas durante años. Representaba la dignidad de las víctimas en su propia personalidad: nunca tuvo que levantar la voz para que ésta se hiciera oír, luchadora desde la elegancia de su intachable educación y su permanente buen humor , defensora de valores por encima de ideologías, siempre serena, siempre firme y tenaz, incansable y a la vez generosa, siempre dispuesta a renunciar a cualquier protagonismo personal en beneficio del protagonismo colectivo, comprensiva y tolerante pero a la vez valiente e inflexible a la hora de expresar sus opiniones ante quien fuera necesario. Ana representaba también un ideal de justicia, una justicia que no se basaba ni en el odio ni en la venganza sino en la defensa honesta e irrenunciable de principios tan elementales como el derecho a la vida y a la libertad y el cumplimiento de la ley.

Si las víctimas del terrorismo han recorrido un largo camino desde el olvido hasta convertirse en protagonistas imprescindibles del relato del drama vivido durante décadas en España por la violencia terrorista, ha sido en buena medida gracias a la tenacidad y la valentía de Ana Vidal-Abarca , junto a otras tantas mujeres que han reaccionado a la pérdida de sus maridos, padres, hermanos o hijos convirtiendo su vida en una cruzada por la defensa de esa memoria , dignidad y justicia que todos ellos merecen y que durante años se les negó.

En estos días, en que aún existen quienes denigran a las víctimas del terrorismo con un execrable mal gusto, aunque nos haya dejado, la voz de Ana sigue y seguirá sonando como un ejemplo de lo que significa la auténtica libertad y la irrenunciable defensa de la dignidad y la memoria de las víctimas.