análisis

Ciudadanos, en tierra hostil

El partido de Rivera pone a prueba su compromiso por la regeneración en dos regiones salpicadas por la corrupción

Ciudadanos, en tierra hostil efe

víctor r. almirón

Un 9 de junio de 2005 se inscribía en el Ministerio del Interior el partido político que sería germen de Ciudadanos. Exactamente diez años después se rubricaba su apoyo al PSOE en Andalucía. El partido que preside Albert Rivera se juega todo el crédito adquirido, especialmente en los últimos meses, con un claro acercamiento con dos difíciles parejas de baile. Por un lado apoyará la investidura de la socialsta Susana Díaz en Andalucía , y por otro se acerca indisimuladamente a un acuerdo con el PP de Madrid para que Cristina Cifuentes gobierne en la Comunidad.

Su discurso contra la corrupción y por la regeneración se pone a prueba en tierra hostil . Con la sombra de los ERE en Andalucía y la Púnica en Madrid. Ayer mismo, durante la constitución de la Asamblea de Madrid el candidato de Ciudadanos, Ignacio Aguado , ya amagó con enfriar las negociaciones por la investigación de algunos ayuntamientos relacionados con la trama Púnica, cuyos alcaldes están presentes en la lista de Cifuentes. También ayer 23 personas eran detenidas en varias provincias andaluzas en el caso del fraude en los cursos de formación .

En el partido son muy conscientes de que son el centro de todas las miradas. Y de todas las críticas. En el entorno de Rivera se confía en que en la sociedad se entienda positivamente lo que están intentando en esta ronda de contactos: un equilibrio entre la estabilidad y lograr aprobar las medidas que planteaba como esenciales. «Equilibrio» es una de las palabras que más repiten estos días diferentes miembros del partido cuando se les pregunta como se justifica un pacto con el PP en Madrid y otro con el PSOE en Andalucía.

Es cierto que el acuerdo en Madrid todavía se circunscribe únicamente a la constitución de la Asamblea , pero dirigentes de la formación planteaban ayer mismo que «las conversaciones van por buen camino». Desde la formación se niega la existencia de una estrategia preestablecida sobre cúando alcanzar los acuerdos. Pero tampoco se niega que de cara a la opinión pública era más beneficioso hacer coincidir lo máximo posible los acuerdos con el PP y con el PSOE para tratar de hacer hincapié en esa posición «centrista» que el partido anhela sobre todas las cosas .

No es menos cierto que el partido ha tratado de mostrar contundencia a la hora de plantear medidas muy concretas, algunas controvertidas, a la hora de poder alcanzar algún tipo de acuerdo. Y que muchas de esas medidas se han visto reflejadas en el acuerdo en Andalucía, el único en firme por el momento. Pero Andalucía es también el ejemplo de que elevar el nivel de exigencia hasta niveles desconocidos en la política española puede terminar volviéndose en contra . La lectura inevitable del acuerdo andaluz es que Ciudadanos finalmente ha transigido respecto a su petición inicial de tener «por escrito» las dimisiones de Chaves y Griñan .

Rivera no quiere renunciar a la aparente dicotomía entre «estabilidad y cambio». En su entrevista con este diario Rivera hablaba de que no quería renunciar a ninguna de esas dos premisas . Y ya anticipaba los acuerdos que se han producido esta semana. En los próximos días arreciarán las críticas por dos pactos tan controvertidos, por unas cesiones que deben ser consustanciales a cualquier acuerdo, pero el partido tratará de poner el acento en que han contribuido a la gobernabilidad de España a la vez que van aplicando, desde la oposición, las medidas de su programa.

Con un resultado en las elecciones del 24-M algo por debajo de las expectativas, con alguna encuesta apuntando ya cierto desgaste y con las elecciones generales en el horizonte, el partido ha abrazado el acuerdo como su apuesta. Frente a la opción tentadora del «no», que valoran todos los partidos emergentes. Apoyar solo al PP o solo al PSOE habría sido un error estratégico . Queda la duda de si su electorado, y el que pretende atraerse, sabrá entender acuerdos en dos lugares muy sensibles desde el punto de vista de la corrupción.

Ciudadanos, en tierra hostil

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