Los gobiernos en minoría serán inestables pero traerán una democracia más activa

Los expertos vaticinan una práxis política con continuos pactos sobre temas concretos

Los gobiernos en minoría serán inestables pero traerán una democracia más activa Ignacio gil

sara medialdea

Si las encuestas aciertan –al menos, en la tendencia–, España se aproxima a una época de gobiernos de minorías. La ausencia de mayorías absolutas en las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales que apuntan los estudios demoscópicos permiten augurar un escenario en el que los ejecutivos –en todos los niveles– sean más inestables, pero a la vez las democracias se vuelvan más plurales, más «negociadas». Es lo que opinan los expertos en Ciencias Políticas y Derecho consultados por ABC.

Más allá de los sondeos, las últimas elecciones andaluzas ya han marcado el camino que, según todo apunta, podría continuar en las autonómicas y municipales del 24 de mayo y más adelante, en las generales que se celebrarán a final de año: una fragmentación del arco parlamentario, con la entrada de varias fuerzas políticas y la pérdida de peso de los grandes partidos que tradicionalmente se han alternado en el poder. Cómo gestionar esta nueva forma de gobernar es el desafío al que se enfrenta la clase política: la de antes, y la que se incorpore de nuevo.

Mayoría absoluta: una rareza

La fragmentación política no es, por definición, «ni buena ni mala» cuando es el reflejo de la voluntad de la ciudadanía. En el caso de España, si se cumplen los pronósticos, la fragmentación obligará a «un nuevo ciclo con una praxis muy diferente», en el que las mayorías absolutas serán una rareza y el trabajo parlamentario se convertirá en mucho más transversal. «Habrá que aplicar más inteligencia política a la hora de alcanzar pactos y para evitar el bloqueo institucional», destaca el politólogo y profesor de la Complutense Rubén Tamboleo García .

La negociación tendrá que ser la tónica, y el control del gobierno se volverá mucho más plural, indican los expertos: se desarrollará «desde más ángulos», lo que es bueno, pero a la vez «los controladores serán más débiles».

La cultura del pacto será, pues, la característica dominante: «No va a quedar más remedio». Será necesario negociar no sólo los momentos más delicados – la investidura y la aprobación de los presupuestos–, sino que también habrá que llegar a acuerdos puntuales para aprobar leyes o dar salida a iniciativas ; «tendremos que ser capaces de establecer gobiernos que vayan a pactos por asuntos concretos», explica Rafael Rubio Núñez, doctor en Derecho Constitucional en la Complutense.

Pero ¿dónde nos conduce esta situación? A gobiernos más inetables, tal vez, pero igualmente protegidos , porque la Constitución de 1978 se encargó de «blindarlos»:«En España, una vez que se elige un gobierno, es muy difícil derribarlo», afirma Tamboleo. Hace falta una moción de censura, que requiere una mayoría absoluta, «mientras que para nombrar gobierno sólo se necesita una simple». Este blindaje fue «una obsesión de los constituyentes para lograr legislaturas estables», y acabar con el pasado de gobiernos frágiles de la Segunda República.

Las mociones de censura muy pocas veces han triunfado:nunca en el gobierno de la nación –se planteó una contra Suárez por el PSOE en mayo de 1980, y otra de AP contra Felipe González en marzo de 1987–, pero sí triunfó la que plantearon AP y CDS en el Ayuntamiento de Madrid en 1989, que descabalgó a Juan Barranco de la Alcaldía.

Hacer política cada día

La consecuencia inmediata de los gobiernos en minoría es, pues, «una democracia más deliberativa, más negociada , y eso suele ser bueno», indica Rubio Núñez:«Cuando el apoyo o el rechazo no está predeterminado, sino que pones el foco en cuestiones concretas, eso es positivo». Y otro efecto de la nueva situación será que cuando hay gobiernos estables, la oposición pierde fueste y «toda la política parece centrada en las elecciones». Un gobierno en minoría, sin embargo, «obliga a hacer política todos los días» .

Los efectos de la nueva forma de gobernar se dejarán sentir en otra esfera: la de la elección de magistrados del Tribunal Constitucional por el Congreso y el Senado. «Antes, había una proyección de las mayorías políticas en la elección de personas de confianza de ambos grupos; con las minorías esto desaparece, porque se tiene que pactar». E igual con otras figuras como el Defensor del Pueblo.

Fraga dijo, hace muchos años, que «la política hace extraños compañeros de cama». Toda una realidad en el nuevo panorama, donde «los nuevos partidos suponen la ruptura del eje ideológico», dice Rafael Rubio Núñez. Por eso, augura, «veremos pactos contranatura, y muchos». Pone como ejemplo el «eje contra la Ley Sinde», que unió en un momento «a liberales, anarquistas, troskistas... actuó en común un tiempo y luego desapareció».

Los gobiernos en minoría serán inestables pero traerán una democracia más activa

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