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Ramón Tamames: «La esperanza blanca para el PP es Albert Rivera»

«Podemos es un revulsivo para la política española, pero su programa económico es una fantasía moruna, como era el de Syriza»

Ramón Tamames: «La esperanza blanca para el PP es Albert Rivera» Óscar del Pozo

marisa gallero

Al subir por la escalera de servicio al séptimo piso de la casa de Ramón Tamames, –está bloqueado el ascensor–, sorprende a la vuelta del pasillo descubrir «la terraza de Fleming». Entre sus plantas crecen las promesas incumplidas, los desencuentros, las confesiones de presidentes del Gobierno, de políticos de la Transición y de la tan proclamada regeneración política. «Aunque Pablo Iglesias se está resistiendo, será que tiene mucho trabajo», asegura. Tenaz, consciente de su carisma, se afilió al Partido Comunista tras dar con sus huesos en la cárcel de Carabanchel, al ser detenido por la Centuria 20 de la Guardia de Franco. Pudo ser el revelo de Santiago Carrillo, y aunque fundó su propio partido, Federación Progresista, renunció a la política y se dedicó en cuerpo a sus clases en la Universidad, y en alma a crear una literatura económica. Con talante divertido, infatigable a sus 81 años, no quiere que se le escape un segundo –«seguimos, seguimos»–, con una vitalidad que parece absorber del invernadero que él mismo cuida, mientras termina los últimos renglones de su próximo libro.

–Veo que está preparando nuevo libro, «¿Podemos o no Podemos?»

–Podemos es un revulsivo para la política española, pero su programa económico es una fantasía moruna, como era el de Syriza, que tienen que recordar que están en la Unión Europea. También se pueden deslegitimar por su forma de financiación, si se comprueba que los fondos vienen del chavismo, de Irán o incluso de Putin. ¿Quién va a pagar 450.000 euros por un proyecto de unión monetaria de los países bolivarianos? Así se lo comenté a Juan Carlos Monedero cuando vino a cenar a casa.

–Fue detenido y encarcelado en la rebelión estudiantil de 1956, y fue cuando se afilio al PCE...

–No era la primera manifestación política, habíamos estado antes en Gibraltar, y en el entierro post mortem de Ortega y Gasset. Éramos los mismos que entramos en la cárcel de Carabanchel por los sucesos de febrero de 1956. Después me pasé mes y medio en el año 1976, cuando nos metió Fraga, porque seguíamos pidiendo lo mismo que con Franco: las libertades y la democracia.

Los recovecos de Suárez

–Decía Fraga que él nunca pronunció en público la frase de «la calle es mía», sino que fue cosa suya…

–Me llamó un día por teléfono cuando era ministro de Gobernación con Arias Navarro, y me estaba afeitando: «¡Tamames! Me han dicho que vas a ir a presidir una manifestación delante del ministerio de Trabajo. ¿Qué queréis?». Le contesté: «Las libertades sindicales y la democracia». Me rebate: «¡Toma! ¡Yo también quiero la democracia!». Y apostillé: «La calle es de todos». Es cuando dice la célebre frase: «La calle es mía». Le advertí: «Esta tarde tengo una reunión con la Junta Democrática y voy a repetirla». Me colgó gritando: «Di lo que quieras, cuando quieras».

–¿Cómo vivió la legalización del PCE un Sábado Santo de 1977?

–El Sábado Santo rojo, como lo denominó Joaquín Bardavío. Yo era el primer firmante de la petición de legalización del PCE, porque Santiago Carrillo oficialmente estaba en el exilio. Suárez lo sabía perfectamente, aunque era una persona con sus recovecos. Sentado ahí enfrente, a las dos de la mañana, me contó que le llamó alguien que llegaría a la presidencia del Gobierno para decirle: «Oye, no hace falta que legalices todavía el Partido Comunista, pueden esperar a las próximas elecciones».

–Si el PCE hubiera celebrado su Congreso de Suresnes al estilo del PSOE, ¿hubiera sido usted el secretario general?

–No me gusta hablar de ucronías. Le propuse a Santiago Carrillo el año 73 en París: «Con el nombre del Partido Comunista no nos vamos a comer una rosca». Me razono: «Hombre Ramón, es que ahora no se puede tirar por la borda un nombre histórico». Le conteste: «En España después de 40 años de propaganda anticomunista, lo vamos a tener muy mal». Y no hubo manera. Por eso en el año 81 nos fuimos la inmensa mayoría de los que habíamos ingresado dentro de España.

–Usted representó al PCE en las reuniones de trabajo de los Pactos de La Moncloa en octubre de 1977, y junto a José Luis Leal redactó el resumen con las medidas de saneamiento urgentes...

–Aquello fue una experiencia que ni siquiera valoramos los que estuvimos allí. La lógica tuvo en Adolfo Suárez una expresión extraordinaria, de una claridad total. En su discurso nos expresó: «Esto no se resuelve si no nos reunimos las fuerzas democráticas. La economía se va a ir al garete, y puede volver otra vez una dictadura».

–Fuentes Quintana relata que el miedo del Gobierno era que la convocatoria no fuera secundada, y que Fernández Ordóñez decía: «Aquí no va a venir nadie». Y Suárez le respondió: «Van a venir y van a pactar».

–Suárez sabía perfectamente que íbamos a ir todos. Recuerdo que antes estuve en conversaciones con Fernando Abril Martorell, un buen fontanero, que tenía más esperanzas en los pactos que Enrique Fuentes.

El gato de las siete vidas

–En una conversación con Zapatero en la Fundación Carlos de Amberes, le propuso la necesidad de recurrir a este tipo de pactos para afrontar la crisis.

–Era el 9 de febrero de 2009, en un acto para explicar la acción del Gobierno en la presidencia comunitaria europea, le dije: «Esto no puede seguir así. Tienes que hacer algo parecido a Suárez con los Pactos de la Moncloa, porque aquello fue un revulsivo». Me oye con atención y contesta: «Mira Ramón, no os enteráis. Somos los que estamos mejor, y los primeros que vamos a salir de la crisis». Me quedé helado. Este hombre es un iluminado. En mayo del 2010 tiene que empezar a tomar medidas y en el 2011 tira la toalla y convoca elecciones anticipadas, dejando un gobierno futuro al borde del precipicio, del rescate integral.

–Dando sólo datos de la recuperación económica, ¿se ha olvidado el presidente del Gobierno de quiénes están sufriendo los efectos de la crisis?

–Sería un político bastante necio si Rajoy no hace valer lo que él cree que son sus activos. También explica que mucha gente no lo ha notado. No es un triunfalismo ciego. La crítica que se le puede hacer a Rajoy es que ha estado demasiado pendiente de la troika y no ha hecho un diseño de país. La herencia recibida también ha sido desastrosa. Eso nunca lo valoraremos lo suficiente

–Fue uno de los firmantes de la Constitución, ahora Podemos proclama que hay que abrir el candado del 78…

–Ni siquiera aprecian lo que es la democracia española actual, que tendrá sus defectos, pero es una democracia. ¡Hemos estado muchos años para conseguir ese candado, y al contrario, son las llaves de la libertad! Si quieren gobernar, tienen que estar dentro del sistema capitalista, el gato de las siete vidas. Ocurre como decía Cayo Lara, citando a Groucho Marx, estas son mis ideas, pero si no les gusta, las puedo cambiar». Lo que no se puede es marear la perdiz. Tanto Pedro Sánchez, como Pablo Iglesias y Alberto Garzón. ¿En qué piensa Garzón? Apostar un espeto a que el Rey no va a estar en La Zarzuela en 2018 es decir que la fuerza de la gravedad dejará de existir.

–¿Fue una purga lo de Santiago Carrillo?

–¡Qué me va a purgar nadie! En esa terraza fue cuando se armó la marimorena. Vino Carrillo, y le planteamos que el partido se tenía que democratizar. Se marchó muy enojado. A los diez meses de esa discusión dejé el partido, porque presenté cincuenta enmiendas a los estatutos del PCE, y se me aceptó sólo una. Delante de Carrillo, le dije que a los setenta años había que jubilar al presidente. También hacía falta ganas de fastidiar...

–Usted que fue teniente alcalde de Madrid, dice Esperanza Aguirre que volverá la sede del Ayuntamiento a la Plaza de la Villa, que no va a pisar el palacio de Cibeles…

–En ese sentido estoy de acuerdo con Esperanza Aguirre. Fue un proyecto faraónico por parte de Gallardón, que costó 500 millones de euros en un edificio no funcional. Por eso le llamó Tutangardón.

Doña Rosa y C´s

–Las elecciones andaluzas reabren la lucha entre Díaz y Sánchez por el control del PSOE.

–Susana va a por todas, y dice de la misa la media, porque no se puede ser un voceras. Primero va a intentar conseguir ser presidenta de la Junta, porque hasta ahora no ha sido elegida, sino que sucedió a Griñán. Tendrá que hacer un acuerdo parlamentario, con Podemos no puede ser, porque quiere comerse a IU y al PSOE

–¿Vamos camino de la inestabilidad con cuatro fuerzas repartiéndose los escaños?

–La esperanza blanca para el PP y para la gente es Albert Rivera. Estuvo comiendo aquí. Se expresa con mucha claridad, y creo que desborda a todos. A Iglesias, a Garzón, y a Sánchez. Ha empezado tarde el movimiento a escala nacional, y afortunadamente no ha habido pacto con Rosa Díez, que doña Rosa es muy suya.

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