ETA tuvo a 15.000 ciudadanos en su diana y forzó la escolta de mil
Un estudio revela que el 82% de los asesinatos no suscitó reacción social hasta 1985
Las cifras, servidas en frío, arrojan las consecuencias demoledoras del terrorismo de ETA ahora que la mayoría prefiere pasar rápido la página más dolorosa de la historia de España. Algunos (Bildu), sin ni siquiera leerla para borrar su pasado de connivencia cuando no colaboración directa. La banda ha tenido en su diana a más de 15.000 ciudadanos, de los que recabó información como posibles objetivos, la mayoría políticos del PP y PSOE y miembros de las fuerzas de seguridad. Ello obligó a que un millar de españoles vivieran con escolta. También jueces, periodistas o empresarios.
Esta cruda fotografía es de 2001, aunque ETA ha seguido matando diez años más hasta su cese, en 2011. Y sus autores son historiadores vascos del Instituto Valentín de Foronda (vinculado a la Universidad del País Vasco) que ayer comparecieron ante la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento de Vitoria para presentar el informe «Contextos históricos del terrorismo y consideración social de las víctimas. 1968-2010». La conclusión principal es el «abandono» de las víctimas del terrorismo y la anestesia social ante la violencia de ETA.
Hay otro dato terrible que sirve de latigazo a la conciencia colectiva: el 82 por ciento de los asesinatos de ETA no suscitó ninguna respuesta social hasta mediados de los ochenta . En cambio, todas las muertes de los miembros de la banda contaron con réplicas en forma de huelgas y manifestaciones, incluyendo expresiones de apología del terrorismo, con el grito común de «¡ETA, mátalos!» en las calles vascas.
La omisión total frente al terrorismo dio paso a un tímida respuesta surgida al calor de «Gesto por la Paz», colectivo fundado en 1986 por un puñado de «resistentes» ante el mal consentido. Así comenzaron las primeras concentraciones silenciosas en la calle después de cada asesinato de ETA, a las que se sumaron otros como «Denon Artean» y «Basta Ya». El «Espíritu de Ermua» de contestación mayoritaria al terror no llegó hasta 1997, con el asesinato de Blanco.
El informe habla de cifras totales de víctimas del terrorismo, con 914 asesinados, un 92 % (845) a manos de ETA y de organizaciones afines. Hubo 2.533 heridos en atentados de la banda, de los que 709 sufren gran invalidez o incapacidad permanente.
¿Cómo encarar la memoria pública de este drama según estos expertos? Evitando la «relativización» de las víctimas; no son consecuencia de «una tragedia inevitable», como apunta la «teoría del conflicto vasco» urdida por el nacionalismo. Sus asesinos tienen «nombres y apellidos» y militaban en una organización terrorista para «imponer un proyecto de poder». Advierten de que mezclar, o situar a modo de recuento, a las víctimas del franquismo y de los llamados «abusos policiales» con las del terrorismo contribuye a «suavizar» la responsabilidad de ETA a ojos de la sociedad. Esto último supone de hecho una enmienda a la totalidad de las políticas de memoria impulsadas por el gobierno vasco, también desde el Ejecutivo socialista de Patxi López.
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