Un Sánchez noqueado renunció a la dúplica
Así concluyó el duro enfrentamiento entre Rajoy y Sánchez, con el secretario general del PSOE enmudecido
Tan noqueado debió de sentirse Pedro Sánchez después de las descalificaciones que hizo de su intervención Mariano Rajoy que el secretario general del PSOE renunció al último turno de palabra que le había concedido la junta de Portavoces del Congreso que, precisamente a petición de su grupo, decidió que tendría la oportunidad de replicar por segunda vez al presidente del Gobierno. El propio Rajoy se quedó esperando a que Sánchez se levantara para hablar de nuevo cuando hubo concluído su segunda réplica; su adversario no mostró señales de moverse de su escaño y el presidente de la Cámara, Jesús Posada, dió paso al discurso siguiente, el del portavoz de CiU, Durán i Lleida. Y así concluyó el duro enfrentamiento entre ambos , con el secretario general del PSOE enmudecido.
«Es lo que pasa cuando nos llaman sinverguenzas», explicaba al terminar el cara a cara el ministro de Economía, Luis de Guindos, en los pasillos mientras se mostraba asombrado de que Sánchez hubiera querido negar prácticamente todos los indicativos que demuestran que la economía está mejorando sustancialmente. «Los datos son irrefutables -aseguraba-. Pero en cualquier caso el debate transcurría por cauces de normalidad hasta que se empeñó en emplear duras descalificaciones contra el Gobierno y su presidente». «Ha sido como el futbolista que cuando va perdiendo el partido se dedica a propinar patadas en las pantorrillas de los jugadores del equipo contrario», corroboraba la ministra de Empleo, Fátima Bañez, también «asombrada» de que el líder de la oposición hubiera «desaprovechado una gran oportunidad de afianzarse en su puesto» .
«Patético», sentenciaba en su particular estilo Celia Villalobos quien, desde su puesto en lo alto de la tribuna advirtió que Sánchez estaba leyendo el texto que lleva escrito de su réplica a Rajoy; la vicepresidenta primera de la cámara avisó a un alto cargo de La Moncloa y con este dato el presidente se burló aún más del líder de la oposición por tener decidido quejarse de la falta de vergüenza del Gobierno antes de escuchar lo que Rajoy tenía que decirle. Y es que por la regla infalible que demuestra quien gana y quien pierde un debate parlamentario a juzgar por quienes salen a los pasillos a comentar la jugada, el presidente venció ayer por goleada : los ministros se entretuvieron con todos los periodistas que les salían al paso; a excepción del número dos del PSOE, Cesar Luena, los de Sánchez se marcharon como de tapadillo y caricontecidos. Algunos incluso solo aplaudieron a su jefe de filas al final del discurso. Manuel Chaves no pasó de ahí; Eduardo Madina lo hizo brevemente y se sentó enseguida en su escaño mientras sus compañeros permanecían de pié.
Por la mañana, cuando el único orador había sido el presidente del Gobierno dedicado a desgranar nuevas propuestas en lo que casi parecía más un discurso de investidura que uno de final de Legislatura, los populares se entretuvieron también en explicar los detalles de todas las medidas anunciadas. Cristobal Montoro protagonizó un briefing a la entrada del parking del Congreso para concretar en que va a consistir la revisión de la prescripción de las deudas de particulares, «algo que va mucho mas allá de la dación en pago». El ministro de Hacienda confesaba también haber revisado una por una esas propuestas para comprobar el coste que supondrán para las arcas del Estado . «Sí; por cada una he hecho clin, clan, con la máquina registradora», admitía.
Entusiasta, Soraya Sáenz de Santamaría se quejaba de que la única palabra que se le ocurría para calificar el discurso de su jefe era bastante impresentable («bueno, escribe qué co......, admitió). Como buena gallega, la mujer que conoce a Mariano Rajoy aún más que su «vice», su esposa, se mostraba mesurada: «Me ha gustado mucho». Claro que Elvira («Viri») Fernández confesaba a renglón seguido: «Es que a mí me gusta siempre». Lo contrario, por lo que se vió por la tarde, de lo que le ocurrió a Pedro Sánchez.
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