El espejo francés de Albert Rivera

François Bayrou llevó al centro francés a su mejor resultado en las presidenciales de 2007. Su apoyo se hundió tras la necesidad de decidir entre apoyar a los socialistas o los conservadores

El espejo francés de Albert Rivera abc

víctor ruiz de almirón

Cuando a Albert Rivera se le pregunta si Ciudadanos es de izquierdas o de derechas siempre trata de distanciarse de la pregunta, evitar etiquetas, evocar el centro y como mucho recordar que su partido forma parte del grupo de los demócratas liberales en el Parlamento Europeo. En lo que se muestra mucho más abierto es a la hora de señalar a los que son sus referentes políticos, que ayudan a esbozar su perfil. Barack Obama, Manuel Valls o Matteo Renzi son sus señalados. Pero hay un nombre que pese a ser menos conocido para el público general cuadra la perfección con el modelo de Ciudadanos y lo que puede representar un partido de centro: François Bayrou.

Fue el gran protagonista de la campaña en las elecciones presidenciales francesas del año 2007. Bayrou (Bordères, 25 de mayo de 1951) abrió un espacio destacado en el centro del tablero político francés con la promesa de una «revolución pacífica». El profesor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Michel Wieviorka, valoró en su momento el fenómeno como «fruto del rechazo de los franceses al sistema político actual y la desconfianza en los partidos». Bayrou trazó su planteamiento electoral con el rechazo al tradicional eje izquierda-derecha. El historiador y economista, Nicolás Baverez, lo calificó como el hombre del «extremo centro». Así, las líneas de su programa se centraba en el apoyo a las pymes, la reducción de la deuda, la crítica a los otros partidos, la puesta en valor del modelo institucional (pregonando su reforma pero no su ruptura) y la necesidad de poner en primer plano las mejoras educativas.

Las semejanzas con el modelo de Albert Rivera se encuentran por todas partes, incluso en la estética naranja que presidía muchos de sus actos. Las diferencias más notables pueden encontrarse en el perfil más joven del candidato como del partido en el caso español. Albert Rivera tiene 35 años, veinte menos que los que contaba Bayrou en 2007 y ya había sido ministro de Educación a principios de los años 90 en un Gobierno de coalición. Ciudadanos no llega a los diez años de vida como partido y apenas ha cumplido su primer aniversario en el panorama nacional, mientras que la UDF era un partido fundado en 1974.

Bayrou fue el impulsor en 2004 del Partido Demócrata Europeo, una formación comprometida con el federalismo europeo que pretendía agrupar a los partidos de centro de toda Europa. Bayrou y Francesco Rutelli compartieron presidencia, reservando un cargo honorífico para Romano Prodi. El Partido Demócrata forma parte en el Parlamento Europeo en la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) donde se integran PNV, CIU, UPyD y Ciudadanos.

Francia venía en aquellos tiempos de cinco años del último Gobierno de Jacques Chirac tras unas elecciones en las que el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen logró pasar a la segunda vuelta abriendo una tremenda crisis en el centro izquierda representado por el Partido Socialista. Nicolas Sarkozy, ministro de Interior con Chirac, era el candidato del centro derecha, mientras Segolene Royal era la candidata de los socialistas. Bayrou se coló en esa batalla convirtiendo las elecciones en una batalla a tres. Los sondeos llegaron a apuntar en algún momento que podía alcanzar la segunda vuelta volviendo a dejar fuera a los socialistas.

Su campaña para la presidencia fue tomando forma en la segunda mitad del mandato de Dominique de Villepin como primer ministro. Aunque en esos momentos ya comenzaron a producirse las tensiones de las que pueden ser víctimas los partidos que pretenden el centro. Bayrou fue alejándose de la derecha de la UMP para mostrarse más partidario del sector más liberal de los socialdemócratas que representaba Dominique Strauss-Kahn. Sin embargo, el sector liderado por Giles de Robien, que ocupaba el cargo de ministro de Educación, era más partidario del acercamiento con el Gobierno de los conservadores de la UMP.

La posibilidad de que Bayrou accediese a la segunda ronda de las presidenciales llegó a contemplarse de manera muy real. Un hecho que le habría dado la victoria pues la izquierda habría concentrado en él un voto anti-Sarkozy. El analista Dominique Moïsi explicaba así los motivos de su éxito: «El rechazo de Royal por su competencia y las reticencias sobre Sarkozy por su carácter han hecho subir a Bayrou, que es el ni-ni. Es radicalmente nuevo y a la vez puede aportar la ilusión tranquilizadora de la continuidad. Para mí, lo interesante es que Bayrou ha hecho la campaña que tenía que haber hecho Royal. Hay una fórmula matemática que permite predecir el resultado de las elecciones: dime quién será el número dos en la primera vuelta y te diré quién será el presidente. Si el número dos es Royal, el presidente será Sarkozy. Si el dos es Bayrou, el presidente será Bayrou».

Pero no fue así. Bayrou cosechó un gran resultado al alcanzar el 18,57% de los votos, pero se quedó lejos del 25,87% que permitieron a los socialistas acudir a la segunda vuelta, en la que fueron derrotados por Sarkozy. Si el sistema francés hubiese sido proporcional, como en España, el partido de Bayrou se habría convertido en la fuerza determinante para la formación de Gobierno. Su ascenso sirvió especialmente para relegar al Frente Nacional a un modesto 11% de votos, cuando cinco años antes había rozado el 20%.

Una de las preguntas que más se le hacen a Albert Rivera es con quién pactará Ciudadanos si está en disposición de condicionar la formación de gobiernos. No hay respuesta concreta, más allá de un retórico «solo pactaremos si cambian radicalmente y asumen nuestros principios y propuestas». A Bayrou también le preguntaron eso por aquel entonces. ¿A quién iba a apoyar en la segunda vuelta? Tanto Sarkozy como Royal sabían que alcanzar la presidencia dependía en gran medida de ser capaces de cortejar a los cerca de siete millones de votantes que habían apostado por la UDF en la primera vuelta. Bayrou no quiso dar una consigna de voto, pero participó con la candidata socialista en un peculiar debate, inédito al realizarse entre una candidata y un eliminado en la primera vuelta. Hubo acusaciones de que Sarkozy había intentado impedir ese debate, y desde la derecha se deslizó la posibilidad de que sería nombrado primer ministro si Sarkozy accedía a la presidencia. Tras ese peculiar debate, Bayrou no anunció un apoyo explícito a los socialistas, pero sí dijo que no iba a votar a Sarkozy.

Tras la victoria electoral de éste, algunos sondeos apuntaron que el voto de los centristas se había dividido prácticamente a partes iguales. El 52% apoyaron a Sarkozy y el 48% a Royal. La siguiente legislatura se desarrolló en paralelo a la crisis económica, lo que provocó que el frente Nacional, ya con Marine Le Pen, y el Frente de izquierdas de Jean Luc Melenchon, con planteamientos a derecha y a izquierda de los partidos tradicionales, capitalizaran el descontento social, relegando el papel de los centristas.

La UDF se disolvió en 2007, tras la decisión de Bayrou de crear un nuevo partido, el Movimiento Demócrata. Pero su proximidad más acentuada con los socialistas y el auge de los extremos llevaron en las elecciones de 2012 al centro a una severa derrota. Quedó relegado a quinta fuerza, sin llegar al 10% de los votos y perdiendo más de la mitad de sus votantes. Las encuestas llegaron a ser incluso más pesimistas. En aquella ocasión, sabiéndose menos importante, tuvo menos reparos en mostrar sus preferencias para la segunda vuelta. No estableció consigna para sus votantes, pero dijo que a título personal iba a votar a Hollande. Los sueños de la presidencia francesa se acabaron para él.

Su ejemplo es el de la ventana de oportunidad de los partidos de centro, y de cómo esta se cierra cuando empieza a hacerse patente la preferencia entre uno u otro socio. Ciudadanos se enfrentará a ese dilema tras las elecciones autonómicas . Con la experiencia de que en las coaliciones, el partido pequeño suele salir peor parado, como le ha sucedido a los liberales alemanes y apunta a que les sucederá a los liberales británicos.

«Falta una gran corriente política que no sea ni conservadora ni socialista y que lleve el ideal europeo. Es el gran movimiento político demócrata que decidimos construir juntos. Se trataría de un gran partido demócrata, que quiera la unión bajo el control y con la participación de los ciudadanos.» La frase la podría firmar Albert Rivera, pero su autor fue François Bayrou.

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