operación java

El «cajero» de la mafia georgiana se enfrenta a más de 30 años de prisión

Kakhaber Shushanashvili controlaba desde España la «caja común» de la organización, que actuaba en toda Europa

El «cajero» de la mafia georgiana se enfrenta a más de 30 años de prisión efe

pablo muñoz / cruz morcillo

Kakhaber Shushanashvili, el «cajero» de la mafia georgiana, detenido por la Policía española en marzo de 2010 y que aún permanece en prisión, se enfrenta a más de 30 años de cárcel por pertenencia a organización criminal, intento de asesinato, extorsión, tráfico de drogas y blanqueo, entre otras modalidades delictivas. La Fiscalía Anticorrupción y contra el Crimen Organizado ya ha presentado escrito de acusación contra este «vory v zakonen» (ladrón en la ley) y contra 19 de sus hombres, con los que compartirá el banquillo de los acusados de la Sección Primera de la Audiencia Nacional.

Este individuo seguirá así el camino de su hermano Lasha, el jefe máximo de la red mafiosa investigada que en julio de 2013 fue condenado a 14 años por la Justicia griega después de un tenso juicio en el que el principal testigo de cargo fue un mando policial español. De hecho, esa sentencia es una de las bases de la acusación del Ministerio Público.

La operación Java, liderada por nuestro país, sirvió para demostrar el funcionamiento interno de la organización criminal, que estaba ya desplegada y a pleno rendimiento tanto aquí como en Francia, Italia, Suiza, Austria y Alemania. Lasha Shushanashvili era el jefe máximo de la mafia georgiana y su poder crecía cada día al estar encarcelado en España el «número 1» de la mafia georgiana, Zakhar Kalashov, y haber sido asesinado otro de los máximos jefes de la mafia rusa, Vyacheslav Ivankov, alias «Yaponchik» (Japonesito».

Chivatazo en Grecia

El golpe asestado a la trama fue durísimo, aunque Lasha Shushanashvili no pudo ser detenido en un primer momento por falta de colaboración de policías griegos, que permitieron su huida del hotel donde se le tenía perfectamente localizado desde España. Ese arresto se retrasó hasta enero de 2012. A pesar de todo, la detención de su hermano Kakhaber, y todo el trabajo anterior realizado durante la investigación, proporcionó un enorme arsenal de pruebas contra los detenidos.

El escrito de acusación de la Fiscalía Anticorrupción, en el que abundan citas de intervenciones telefónicas de una claridad sorprendente, es prueba de ello. Así, hay una conversación del 10 de octubre de 2009, en la que Kakhaber pide a su interlocutor que «no diga a nadie que es capo»; u otra, de noviembre de ese mismo año, en el que se refiere al funcionamiento de la «caja común» («obschak») a la que deben contribuir todos los miembros de la organización: «el dinero -dice el capo- se puede prestar en solo tres casos: si ha muerto alguien y hay que trasladar el cuerpo, para contratar el abogado y para librarse de la cárcel»...

Administración de «justicia»

En otra conversación, del 17 de enero de 2010, se ve cómo él y su hermano administran justicia dentro de la organización y ambos deciden que unos «ladrones» (jefes criminales a su servicio) le peguen a una paliza a un tercero por una disputa. Y en otra de agosto de 2009 Kakhaber da la razón a uno de sus hombres, que ha dado una paliza a otro miembro de la organización que estaba ebrio. Las hay también en la que maneja a su antojo los nombramientos de los responsables de la «caja» en cada país e incluso otra que demuestra un matrimonio de conveniencia para conseguir la nacionalidad española.

El escrito de la Fiscalía documenta también el asesinato que ordenan los dos hermanos Shushanashvili de un tipo apodado «Janashia» en enero de 2010 y cómo gracias a la investigación de la Policía, que avisó a las autoridades francesas, se pudo evitar el crimen. Hubo dos planes para perpetrarlo y en el segundo se produjo un tiroteo, pero «Janashia» logró salvar el pellejo...

El resto de implicados, sobre los que también se aportan intervenciones telefónicas que demuestran su participación en los hechos, tenían distintos roles en la organización y se les piden penas que van desde los 14 años de prisión hasta los cinco.

El «cajero» de la mafia georgiana se enfrenta a más de 30 años de prisión

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