ESPAÑA, EN PRECAMPAÑA

La izquierda, fragmentada por las crisis de liderazgo y la indefinición ideológica

Podemos ha adelantado a Izquierda Unida en las encuestas porque ha sabido ocupar el espacio que abandonó el PSOE tras el «giro liberal» de Zapatero en mayo de 2010

La izquierda, fragmentada por las crisis de liderazgo y la indefinición ideológica ÁNGEL NAVARRETE

JUAN FERNÁNDEZ-MIRANDA

La izquierda política en España vive sumida en el desconcierto. Por una parte, los dos partidos tradicionales -PSOE e IU- se desgarran en batallas de liderazgo interno, que en el caso de los socialistas es fratricida y en el de los comunistas es un enfrentamiento entre padres e hijos.

Por el otro, Podemos planea en la indefinición ideológica mientras hace de su discurso una enmienda a la totalidad a una «casta» cuyos vicios adquiere a gran velocidad. Y en medio, el votante de ese espectro ideológico asiste a un duelo a tres bandas, una especie de «todos contra todos»: el PSOE con IU, IU con Podemos y Podemos con el PSOE. Todo vale con tal de izar la bandera de una izquierda que nunca en 40 años de democracia ha estado tan fragmentada.

A esta realidad se suman la desorientación de formaciones como Bildu -reñida con la gestión, prisionera de su pasado y aún hoy aval de los proetarras en el País Vasco-, el frustrado intento de hacerse visible de los ecologistas de Equo o las difíciles coaliciones en Valencia, Galicia o Baleares. Más de sainete han sido otras aventuras ególatras de partidos como el que montó el exjuez Elpidio Silva tratando de arrastrar el descontento de colectivos como el de los preferentistas.

En los 37 años de democracia, el PSOE ha gobernado 21. El denominador común de esas dos décadas largas fue un líder fuerte que pescó votos desde el centro hasta la izquierda radical. Cuando González logró el máximo apoyo electoral jamás obtenido en España (202 escaños en 1982), el Partido Comunista se quedó en la irrelevancia política (cuatro). Cuando Zapatero alcanzó su mejor resultado ( 168 diputados en 2008 ), la IU de Gaspar Llamazares rozó la desaparición parlamentaria: dos representantes. Hoy, nadie concita semejante quórum.

El origen inmediato de la actual crisis del PSOE en particular y de la izquierda en general está en mayo de 2010, cuando el entonces presidente Zapatero se enmendó a sí mismo e hizo suyo uno de los axiomas de la economía liberal: el equilibrio presupuestario, no gastar más de lo que se ingresa. Aquella decisión -obligada ante la sangría de una crisis que ya entonces se presentaba implacable- supuso un giro radical en su política económica.

La consecuencia inmediata fue el peor resultado electoral de la historia del PSOE, que bajó a 110 diputados en las elecciones de noviembre de 2011. Pero esa debacle electoral no supuso un trasvase a IU, pues de los 59 escaños que perdió el PSOE sólo 9 se refugiaron en IU . Ni unas siglas ni las otras supieron atraer al votante de izquierdas, abriendo un vacío de poder que enseguida se ha encargado de ocupar Podemos.

Baile a tres bandas

Uno de los elementos claves del desconcierto en la izquierda está en la indefinición ideológica. ¿ El PSOE de Pedro Sánchez es partidario o no de la estabilidad presupuestaria ? El propio Zapatero ha reiterado públicamente que esa máxima liberal es un principio progresista (del mismo modo que en los tiempos de vacas gordas dijo que «bajar impuestos es de izquierdas»).

Y el líder de Podemos, Pablo Iglesias , ¿es comunista, como se ha autoproclamado una y mil veces en mítines y programas de televisión, o es socialdemócrata, como intentó travestirse el día que entendió que podía adelantar al PSOE en las encuestas? Y mientras Sánchez e Iglesias bailan pisándose los pies, Zapatero irrumpe en la escena para afirmar que se reunió recientemente con Pablo Iglesias, asestando un duro golpe al líder de su partido.

Entretanto, también hace dos semanas, el aún coordinador general de IU, Cayo Lara, y Pablo Iglesias coincidieron en su intento por apropiarse del tirón de Alexis Tsipras en el mitin de cierre de campaña de Siryza, la coalición radical de izquierdas que ganó las elecciones generales en Grecia. Esa indefinición ideológica, que afecta a unos y a otros, es el nutriente que alimenta la fragmentación y el desconcierto del votante de izquierdas.

Pero al baile de los partidos hay que sumar las batallas internas de poder. En el PSOE, el liderazgo de Pedro Sánchez está seriamente amenazado por quien hace tan solo seis meses fue su principal respaldo para ser nombrado secretario general: Susana Díaz. Aunque aún no ha desvelado sus planes, la presidenta de la Junta de Andalucía está moviendo sus hilos para dejar abierta la posibilidad de presentarse en junio a las primarias del PSOE. Todo dependerá del resultado en municipales y autonómicas.

En IU la división tiene un componente generacional, una especie de padres contra hijos. Las caras nuevas que representan Alberto Garzón o Tania Sánchez -candidatos a las generales y a la Comunidad de Madrid- confrontan directamente con el «establishment» tradicional. Simplificando, los partidarios de converger con Podemos frente a la ortodoxia del PCE.

En Podemos, el liderazgo de Iglesias no es que no se discuta, es que todo el que le ha plantado cara ha sido directamente eliminado, políticamente hablando. El mejor ejemplo es el del eurodiputado Pablo Echenique, que compitió con Iglesias al definir el modelo de partido y que ahora se conforma con aspirar a controlarlo en Aragón.

Algo similar sucede en UPyD, una opción de voto para el votante posibilista de centro. El partido que preside Rosa Díez -que hizo carrera y aspiró a liderar el PSOE- pretende capitalizar el discurso de la regeneración, pero según la tendencia revelada en las últimas encuestas parece que ha tocado techo entre acusaciones de autoritarismo a la dirección del partido .

Pese a que en sus primeros años de existencia ha logrado hacerse un hueco en la política nacional, en el último año ha sufrido un importante desgaste y una desbandada de cargos medios y afiliados, muchos de los cuales han acabado en Ciudadanos.

La izquierda nacionalista

La situación a nivel nacional tiene sus réplicas en algunas comunidades autónomas, como es el caso de Galicia, Valencia, Baleares o el País Vasco. Además, tampoco terminan de cuajar opciones tradicionales de la izquierda, como puede ser el ecologismo.

Enarbolando esta bandera, el ex de GreenPeace Juancho López de Uralde no pasa de ser una opción testimonial. Su partido hermano en Valencia -concurrieron juntos a las Europeas-, Compromís también vive tiempos de inestabilidad. Su líder, Mònica Oltra, tiene en contra a las bases del Bloc Nacionalista , el principal sustento de la coalición. La irrupción de Podemos, además, altera los planes de formar un tripartito con IU, informa David Martínez.

En el País Vasco y Navarra, la aparición de Podemos en el tablero político nacional amenaza a la coalición Bildu, algo desinflada una vez que ya ha amortizado el anuncio de «paz» decretado por ETA en 2011 y ha conocido de primera mano el desgaste por la gestión de las instituciones.

Según el Euskobarómetro, Podemos desplaza a Bildu como tercera fuerza, restándole hasta un 20 por ciento de sus apoyos y disputándole a la izquierda radical el voto de los sectores jóvenes desencantados del nacionalismo. La coalición abertzale adolece de un liderazgo claro -con Arnaldo Otegi en prisión- y se replantea incluso su actual organización interna, hiperfragmentada en cuatro partidos, informa Itziar Reyero.

En Galicia, la izquierda también presenta un mosaico desigual. La fuerza hegemónica sigue siendo el PSOE pero el crecimiento de la diversificada izquierda rupturista puede arrinconar a los socialistas gallegos a un tercer lugar. Las últimas elecciones autonómicas vislumbraron la posibilidad real de que la suma de los nacionalistas de Beiras e IU superen a una socialdemocracia cada vez más radicalizada. Por su parte los nacionalistas del BNG mantienen apoyos aunque la marcha de Beiras se nota y la alternativa de izquierdas sólo pasa por una incierta triple alianza, informa Marco Sueiro.

En Cataluña, la izquierda sufre una hiperfragmentación matizada por la entrada en tromba del proceso secesionista liderado por CiU y ERC. Sin duda, el gran perjudicado es el PSC, aunque Iniciativa también ha visto menguar su relevancia. En ambos casos, además del tema independentista también cabe tener en cuenta el «factor» Podemos, que contribuye a fragmentar aún más unas opciones de izquierda en las que también está la CUP, inf orma Janot Guil.

A menos de un año de las elecciones generales, y con el Partido Popular acusando el desgaste de tres años de Gobierno en tiempos de grave crisis, la fragmentación de la izquierda puede convertirse en un importante aliado para el presidente Rajoy. Pese a que las últimas encuestas le auguran una pérdida de 50 escaños, seguiría siendo la primer fuerza política.

La izquierda, fragmentada por las crisis de liderazgo y la indefinición ideológica

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