Entrevista
Fernández Díaz: «El mejor candidato de ERC en toda su historia se llama Artur Mas»
El titular de Interior repasa el desafío de Mas y otros problemas que preocupan a los ciudadanos, como la corrupción
Cataluña no es un problema para el Gobierno. El problema es Artur Mas y la escalada de desobediencia civil en la que ha entrado espoleado por ERC. Una «hoja de ruta» de la que ha tomado buena nota la mismísima «izquierda abertzale». Al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz , le preocupa la fractura social en aquella Comunidad Autónoma, y advierte de que la creciente radicalización y frustración que ha generado la deriva secesionista constituye una peligrosa combinación que puede tornarse en violencia. Como ciudadano catalán, aboga por recuperar el «seny» y desterrar definitivamente la «rauxa».
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-Difícil porque Mas, lejos de rectificar, sigue en su desafío. Por tanto, después del simulacro de consulta, ¿qué?
«Hay riesgo de que la frustración degenere en violencia»
-Lo que hemos de intentar entre todos es que las aguas vuelvan al cauce del que nunca debieron salir. Es evidente que en Cataluña, por desgracia, un sector significativo de la sociedad y en particular sus gobernantes autonómicos, están instatalados en la «rauxa» y conviene pasar al «seny», es decir, del arrebato a la cordura. El catalán es un pueblo muy sentimental. Pero cuando los sentimientos no son moderados por la razón, se desbordan en pasiones y de ahí a la radicalización hay un paso. Es evidente que estamos viviendo un momento de «rauxa» en una parte de la sociedad catalana y hay que volver a la cordura.
-Más allá de ese voluntarismo, ¿hasta dónde llegará el Gobierno para neutralizar el desafío de Mas?
-El señor Mas ha dejado muy claro que su objetivo es la independencia y que quiere conseguirlo a través de un referéndum pactado con el Gobierno. Y el presidente le ha contestado con absoluta nitidez. La unidad de España no es negociable, la soberanía nacional no es compartimentable y en la Constitución, que todos hemos jurado cumplir y hacer cumplir, no tiene cabida un objetivo de esas características. ¿Cabe la reforma de la Constitución? Sí, pero si se procede por los cauces que establece la Carta Magna. En un Estado de Derecho como es España, el principio de cumplimiento y respeto de la ley es condición necesaria y previa para todo lo demás. Cualquier proyecto político es legítimo mientras no pretenda desbordar los límites de la ley, que es la que garantiza en una sociedad democrática una convivencia pacífica y libre.
- De acuerdo, pero lleva mucho tiempo desbordando esos límites.
-Sobre eso se han de pronunciar los jueces y los fiscales, a quienes corresponde promover la acción de la Justicia en defensa de la legalidad. El Gobierno no da órdenes a la Fiscalía.
-Desde el punto de vista de la estabilidad política, ¿no es insoportable que un presidente autonómico se enfrente a una posible inhabilitación?
-El señor Artur Mas es el representante ordinario del Estado en Cataluña. Y cuando dice, como lo ha hecho en alguna ocasión, que su principal adversario o enemigo es el Estado... Es evidente que de una afirmación tan desdichada pueden derivarse por desgracia consecuencias como esa. Si todos los ciudadanos tienen que cumplir la Ley, los que estamos investidos de autoridad hemos de ser especialmente ejemplares. Y si no, ¿con qué autoridad va a dictar normas que sean de exigible cumplimiento?
-Y Mas no la está cumpliendo.
-Por eso, estas situaciones no son deseables, no son buenas para nadie pero se están produciendo y creo que entre todos, y de manera muy especial aquellos que las han provocado, deben rectificar para volver a la senda del sentido común y del cumplimiento de la legalidad.
-El caso es que la Fiscalía está estudiando la posibilidad de querellarse contra el presidente de la Generalitat...
«La Fiscalía está actuando con absoluta autonomía»
-Como es público y notorio, la Fiscalía está actuando con absoluta autonomía. No tengo ninguna duda de que la decisión que adopte será la que le corresponde. Es decir, promover la acción de la Justicia en defensa de la legalidad.
-Usted es tan catalán como Mas o Junqueras. ¿Cree que esa Comunidad disfruta de una autonomía suficiente?
-Dispone del mayor nivel de autogobierno que jamás ha tenido a lo largo de toda su historia. No hay entidad o institución, que no sea estatal, que tenga el nivel de autobogierno que tiene Cataluña, en toda Europa y en el mundo. Por ello, se puede hacer mucho desde Cataluña para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. En eso es en lo que debe centrarse el gobernante. Pero llevamos dos años en los que no hay más que un monotema en el panorama político catalán. No hay producción legislativa en el Parlamento de Cataluña. Todo gravita en torno al supuesto derecho a decidir y la independencia. Y es evidente que eso no es bueno para Cataluña ni para el conjunto de España. Los ciudadanos no quieren que sus gobernantes sean parte del problema.
-Pese a todo, consiguió el pasado domingo que dos millones de catalanes participaran en el paripé...
-No seré yo quien niegue que hay una parte de la sociedad catalana que es independentista. Igual que hay una parte de la sociedad catalana que está radicalizada en estos momentos. En todo caso, lo del 9 de noviembre me atrevería a calificarlo como una Diada con urnas, en la que todo mayor de 16 años o extranjero que residiese en Cataluña tenía derecho a manifestarse. Y quienes hicieron el recuento son los mismos que organizaron esa ficción. Y aun así, dando por válidas las cifras que han facilitado, que yo no lo sé, resulta que a favor de la vía sistemática, agobiante y diría que asfixiante que vienen promoviendo desde las instituciones catalanas y desde los medios de comunicación públicos catalanes en los últimos años, se ha manifestado menos de un tercio de los catalanes.
-Pero lejos de hacer autocrítica, el presidente de la Generalitat lo ha vendido como un éxito propio.
-Un gobernante que piense en el interés general, en el bien común, y no solo en el de su partido, debería recapacitar e intentar gobernar para el conjunto de los más de siete millones de catalanes y no para los que se manifestaron a favor de esa opción el pasado domingo. Yo creo que ante una situación de esas características es la hora de gobernar. El diálogo, la negociación, forman parte de la política, pero en ningún momento puede hacerse fuera de la Ley.
-¿Que ocurriría si al final la Justicia imputa o acusa a Mas y el presidente de la Generalitat entra en una dinámica de desobediencia a los tribunales? El escenario no es ciencia ficción.
-No, no es ciencia ni política ficción. Pero prefiero atenerme a los hechos y responder a la realidad del día a día. Ese, evidentemente, sería un escenario que prefiero no contemplar. Sería un escenario muy, muy malo. Muy negativo. Generaría una crispación y una situación de muy difícil gestión. Aquí lo importante es recordar que el Gobierno tiene la misión de cumplir y hacer cumplir la Constuitución. Y, a partir de esa premisa, negociemos sobre todo aquello, desde nuestras respectivas competencias, que sirva para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Esa es la posición del Gobierno. Otros quieren otra cosa. Pero ese es su problema. El Gobierno lo que quiere es gobernar, ejerciendo las competencias que tiene, para el conjunto de los españoles. Y, por tanto, para el conjunto de los catalanes, que también son ciudadanos españoles.
-¿Le preocupan las críticas que ha habido, incluso desde las filas del PP, por el tiempo transcurrido desde el simulacro hasta la comparecencia del presidente? Se ha hablado de desamparo, inacción, de que el Gobierno no ha dado una respuesta suficiente, e incluso se le ha reprochado que no se impidiera la pseudoconsulta.
-El 9 de noviembre hubo denuncias ante los jueces y estos, en virtud del principio de proporcionalidad, consideraron que era mejor no intervenir. Estamos en un Estado de Derecho y deben respetarse, gusten o no gusten, las decisiones de la Administración de Justicia. Yo creo que el presidente del Gobierno compareció cuando debía hacerlo, sinceramente. Si no queríamos darle carácter de oficialidad y de legalidad, porque no la tenía la movilización del pasado domingo, pues no me parece un error que el presidente no compareciera el día 9. En caso contrario, le habrían criticado en el sentido de que con su comparecencia habría solemnizado lo sucedido en Cataluña, se habría puesto al mismo nivel. Creo que los tiempos los ha marcado muy bien. Se ha actuado con prudencia, proporcionalidad; y esto significa que no sea peor el remedio que la enfermedad.
-¿Hay peligro de que Mas genere frustración y que esta se torne en violencia?
-Un proceso de estas características, por su propia naturaleza, genera radicalismo. Y todo radicalismo, en sí mismo, es negativo. Por tanto, negar la posibilidad de que esa radicalización, sumada a la frustración, pueda degenerar en violencia no es una posibilidad que no se deba contemplar. Ni es una utopía. Creo que es un riesgo cierto y real. Habrá que estar vigilante ante él, pero sobre todo aquellos que con sus iniciativas políticas están generando esa radicalización y previsiblemente van a provocar frustración. La combinación de radicalización y frustración es muy peligrosa. Y conviene tenerla muy presente a la hora de tomar determinadas decisiones y fijar determinados rumbos. Porque algunos dan la sensación de que han colocado el timón en rumbo de colisión.
-¿Descarta la suspensión de la autonomía para Cataluña?
-Lo que quiero descartar es que se emprenda un camino que obligue a tomar decisiones que no serían buenas ni deseables para Cataluña ni para el conjunto de España.
-¿Echa de menos en el PSOE un mayor apoyo al presidente del Gobierno ante este desafío?
-Ante una situación de este tipo, el apoyo del principal partido de la oposición es fundamental. Estamos hablando de una cuestión que es esencialmente de Estado, porque afecta a la unidad de España. Ese respaldo del PSOE se ha dado en las impugnaciones que ante el Tribunal Constitucional ha ido presentando el Gobierno, dando respuesta a iniciativas que desbordaban la Constitución. Es legítimo reconocerlo.
-Claro, pero luego el PSOE de Sánchez acusa a Rajoy de parapetarse en el «no».
-Lo coherente con este apoyo sería que hubiera un discurso político, una posición política que no fuera la que se está produciendo, de plantear continuamente una equidistancia entre Rajoy y Mas. Es decir, entre quien está defendiendo la Constitución y la unidad de España y quien, sencillamente, lo que quiere es romper esa unidad e imponer la independencia de Cataluña. Ahí no caben equidistancias.
-Sin ese pacto de Estado se aleja cualquier solución ante el desafío secesionista, al menos a corto plazo.
-Hay que recuperar los puentes entre los catalanes y el resto de españoles, y también entre los propios catalanes. Yo soy ciudadano de Cataluña. A mí, hay una parte de catalanes que me quieren considerar extranjero dentro de Cataluña. Igual que yo estamos unos cuantos millones y, como verá, no lo vamos a aceptar. Hablo como ciudadano español catalán. A mí no me pueden obligar a elegir entre ser español o catalán. Que lo tenga muy presente el señor Artur Mas y aquellas fuerzas políticas y un sector de la sociedad que están impulsando ese proceso. Tiene que haber también puentes de entendimiento en el seno de Cataluña, porque este proceso ha generado una profunda fractura social.
-Va a ser muy difíci recomponer esos puentes porque la convivencia está muy dañada, ¿no cree?
-Evidentemente está muy dañada. Pero si hay buena voluntad no tengo la menor duda de que esa fractura social, ese daño que se ha ocasionado en el seno de la sociedad catalana, se restablecerá, partiendo de la base de las virtudes que tiene el pueblo catalán.
-¿Teme que en el resto de España se extienda una sensación de hastío hacia lo catalán?
-Es que no se puede mantener permanentemente tensionada a la sociedad en torno a un debate monotema. Llega a ser agobiante, asfixiante en el sentido de que día y noche el debate gira en torno a lo mismo. Y durante meses y meses. Llega un momento en que la capacidad de saturación llega a su límite. No podemos estar instalados permanentemente en este debate que se convierte en obsesivo y enfermizo.
-¿Es la Asamblea Nacional Catalana la que marca la agenda a Mas?
-La realidad pone de manifiesto que la agenda política no salía de la Generalitat, sino de instancias ajenas a esta. Y que quien no había sido investido como presidente condicionaba hasta el límite las decisiones del Gobierno de Cataluña. En una democracia, los que están legitimados para gobernar son los que han salido de las urnas y han sido investidos con esa autoridad. Y lo que tienen que hacer es ejercerla. La ANC no se ha presentado a las elecciones y, que yo sepa, no tiene diputados en el Parlamento.
- Y ¿quién manda en Cataluña? ¿Junqueras, nadie, el caos?
-Antes de Mas, durante ocho años gobernó el tripartito y ahora nadie lo recuerda. Dejó una estela de fracasos absolutos. Y el segundo partido que lo componía era ERC. Un partido que fue desplazado en las elecciones de 2010. Pues el señor Mas, según las encuestas, ha convertido a ERC, que había quedado absolutamente desacreditada tras su paso por el tripartito, en el primer partido de Cataluña. Creo que más allá de Company, el mejor candidato que habrá tenido ERC en su historia se llama Artur Mas.
-A Pujol le increparon el 9-N
-No quiero hacer leña del árbol caído. Ha tenido que devolver la Medalla de Oro de la Ciudad de Barcelona, se le ha retirado el tratamiento, sus distinciones... No quiero entrar en más consideraciones porque no le deseo el mal a nadie.