Editorial
Podemos se retrata vetando a ABC
El comportamiento del partido de Pablo Iglesias revela una actitud más propia de esas dictaduras por las que siente tanta fascinación
Si no fuera porque es el reflejo de una actitud totalitaria, el veto de Podemos a un informador de ABC que pretendía cubrir la asamblea de esta formación no merecería un comentario editorial. Al fin y al cabo, nuestro periódico lleva más de cien años lidiando contra la intolerancia y tiene la piel curtida en mil batallas. Si lo hacemos es porque la actitud de Podemos destila sectarismo y confirma los temores de que estamos ante una forma de populismo que se ha retratado a las primeras de cambio. Lo grave no es el veto a ABC, sino las serias consecuencias que para los intereses generales de España supondría una formación a la que le molesta tanto la libertad de expresión. Su aversión a la pluralidad informativa es un rasgo inquietante, porque es indiciario de una conducta incompatible con la democracia. Quienes se han paseado a sus anchas, y muy bien pagados, por algunas cadenas de televisión, volcadas en darles protagonismo, se permiten ahora el lujo de establecer un intolerable derecho de admisión a los medios, una preocupante forma de censura previa que avala la impresión de que Podemos amenaza la convivencia.
El veto a ABC es lo de menos –no es petulancia, pero comprenderá el lector que sintamos un legítimo orgullo por formar parte de su lista negra–; lo grave es que su comportamiento revela una actitud más propia de esas dictaduras por las que siente tanta fascinación. La Asociación de la Prensa de Madrid emitió un comunicado en el que criticó duramente lo ocurrido –también condenado por la FAPE– y exigió a Podemos que acreditara y permitiera a ABC el libre acceso a la asamblea, por entender que el veto es «una clara vulneración de los derechos de expresión e información». Ayer fue ABC, mañana puede ser cualquiera que no les baile el agua.
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