UPyD, de las caricias a los insultos
La marcha de Sosa Wagner engrosa una lista de decepcionados con Rosa Díez, a quien acusan de autoritaria
«Falta de libertad», «insultos», «autoritarismo». Francisco Sosa Wagner no ha aguantado más. Abandona su acta en el Parlamento Europeo y renuncia a su condición de afiliado de UPyD , según anunció ayer en León, para recuperar su «libertad». La última polémica en la historia de una formación que en sus pocos años de existencia acumula varios escándalos:
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De socio fundador al abandono en dos años
En julio de 2009, tan solo dos años después de contribuir a la creación de UPyD, el catedrático Mikel Buesa anunciaba que dejaba el partido. Justificaba su decisión por el «conflicto» instalado desde hacía «bastante tiempo» en el seno de la formación. Y no se andaba por las ramas. ¿La causa? El «control férreo y autoritario» que Rosa Díez y «un grupo de personas» pretendían ya imponer en UPyD. «Cada uno es divo si lo quiere ser». Yo no soy divo de nada», dijo. Apenas un año antes se fotografiaban abrazados.
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De las caricias a las descalificaciones
El 2 de septiembre de 2008 UPyD anunció que Francisco Sosa Wagner sería su cabeza de lista en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009, en las cuales fue elegido eurodiputado. Rosa Díez no ahorraba elogios y gestos de apoyo hacia él. Ayer se ponía fin a un ciclo de seis años que terminó entre insultos y ataques recíprocos. Casualidad o no, los dos puntos clave argumentados por Sosa Wagner están en el listado de quejas internas hacia Díez: autoritarismo y escaso interés por explorar la unión con Ciudadanos.
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De guardia pretoriana a futuro incierto
Rosa Díez se apoya en un grupo de fieles que, por el momento, cierran filas con ella. Las fisuras internas, el difícil camino a un pacto con Ciudadanos , la irrupción de formaciones populistas en el espacio político y unos pobres resultados pobres en las últimas europeas hacen presagiar tormenta en un círculo cada vez más cerrado. Maite Pagazartundua, Irene Lozano o Toni Cantó son asideros de la dirigente política, al menos hasta ahora. El caso de Sosa ha abierto un debate cuyos efectos están por ver.
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