análisis
La noche electoral: del «adiós papá» al «más dinero»
Los independentistas se apresuraron a cantar victoria nada más cerrarse los colegios ante el silencio de PP y PSOE

Pasaban siete minutos del cierre de los colegios electorales y el candidato de la CUP, Antonio Baños, dedicó «sin rencores» una canción ochentera a España: «adiós Papá». Con este mensaje a través de Twitter quedaba inaugurado el comienzo de la enorme impostura montada por los partidos independentistas en la noche electoral. A Baños le bastaba la encuesta a pie de urna de TV3, que daba un resultado inflado al bloque independentista, para lanzarse al vacío. Lo que probablemente no tuvo en cuenta es que la letra de la canción de Coque Malla guardaba en su estribillo un mensaje que bien se podría aplicar a las demandas independentistas: «Adiós Papá, adiós Papá, consíguenos un poco de dinero más. Más dinero».
Unos minutos después, cuando aún no había pasado media hora del cierre de los colegios, un ínfimo escrutinio anunciaba una victoria aplastante de las listas independentistas. El recuento era aún irrelevante, no llegaba al 1 por ciento, pero la maquinaria propagandística no sabe esperar: ¡cien escaños para Junts pel Sí!
En ese instante se apresuraron a acomparecer ante los medios no uno, ni siquiera dos, sino los tres directores de campaña de Junts pel Sí. Francesc Homs, el de CDC, anunció la victoria «desacomplejada» del independentismo y se regocijó en el hecho de que se había conseguido realizar «un plebiscito». Y aún fue más lejos: lo habían «ganado». La multitud agolpada en el centro cultural del Born solo necesitaba una señal para corear al unísono la independencia de la república catalana.
En ese momento, no importaba que al final del día el voto independentista no alcanzara siquiera el 50 por ciento o que el resultado electoral planteara un negro futuro para la reelección de Artur Mas. Ni siquiera importaba la fractura de la sociedad catalana. La verdad era irrelevante ante la necesidad de ser los primeros en cantar victoria, aunque ésta no fuera tal, y dar continuidad a la impostura. Quien da primero da dos veces. Es más, cuando el recuento superaba ya el 70 por ciento Oriol Junqueras aseguró que habían ganado en escaños y también en votos. Una nueva mentira al servicio del «procés».
En el otro lado de la balanza, el PP y el PSOE se vieron superados. En Génova y Ferraz se hizo el silencio. ¿Por qué no comparecía nadie para analizar los resultados? ¿Era tan aplastante la victoria del soberanismo? El portavoz socialista que tenía previsto hacer ese primer análisis de encuestas se quedó mudo. Y en la sede popular se llegó a valorar que no compareciera nadie en toda la noche. Esa fue la primera victoria del independentismo, un gigante con pies de barro, pero con amplios conocimientos de propaganda.
La ciencia política, al igual que la ciencia física, no admite vacíos. Si un espacio no se ocupa, se rellena inmediatamente. Es el «horror vacui» y el independentismo catalán lo ha aprendido rápido y lo ha aplicado sin escrúpulos. «Más dinero».