Elecciones - Catalanas
La contracrónica: El idioma de los negocios
Artur Mas no necesita traducción simultánea para comprobar el resultado del proceso de internacionalización de la compañía que un buen día heredó de los Pujol, pero no acostumbra a escuchar
![El presidente de la Generalitat y número cuatro por Barcelona de Junts pel Sí, Artur Mas](https://www.abc.es/Media/201509/17/mas-negocios-cataluna--644x362.jpg)
Al rato de que España ganara su partido de cuartos de final del Eurobasket, Rajoy tiró de repertorio patriótico y escribió en Twitter que «unidos se superan los retos más difíciles». Esto lo coge la intérprete de la Casa Blanca, le da una vuelta y le dice a Obama que parece que en España no se pueden ver por la tele los partidos de pago de la Champions. Más o menos.
Desde que a Oriol Pujol se le ocurrió en 1992 internacionalizar los negocios de su padre con aquel olímpico Catalonia is not Spain, una pancarta que en Washington debieron de traducir por «en TV3 dan en abierto los partidos del Barcelona» o algo aún peor, la interpretación de los mensajes cruzados entre el separatismo catalán y la selección del resto del mundo ha dependido en buena parte de las entendederas de cada cual.
Cuando Miguelín, jugador de El Pozo-Murcia de fútbol sala, dijo ayer que su equipo «tiene algo dentro contra el Santa Coloma que nos debemos sacar», en el PSC quisieron entender que los murcianos están por el diálogo y la reforma constitucional. Más ariscos, quizá pensando en el partido de vuelta, en Junts Pel Si se tomaron peor lo de Miguelín e hicieron suyo el wait and see que, tocando el balón, suele soltar Artur Mas ante cualquier contratiempo, una muletilla que lo mismo le sirve para desdeñar los discursos del Rey que para confesarle a Iceta su verdadera estrategia, que es contar los días que faltan para que Rajoy hocique. Traducido del argot financiero de Oriol Pujol, «espera y verás».
Desde el funeral de Mandela, que en gloria esté, Obama no ha tenido suerte con los intérpretes. La del pasado martes estaba en sus cosas cuando el presidente norteamericano se refirió al desafío secesionista de Mas y dijo lo que dijo, una declaración de principios con serias consecuencias estratégicas y comerciales y hecha a la medida del separatismo, inequívoco destinatario de un mensaje pronunciado en inglés e ignorado por quienes, paradójicamente, decidieron en 1992 hacer de ese idioma la lengua vehicular para presentarse en sociedad y establecerse por libre en el mundo de la empresa.
Artur Mas no necesita traducción simultánea para comprobar el resultado del proceso de internacionalización de la compañía que un buen día heredó de los Pujol, pero no acostumbra a escuchar. Para un político que se burla del acento de los naturales de Sevilla, Málaga o La Coruña –«hablan castellano, pero a veces no se les entiende», llegó a soltar en el Parlamento catalán–, lo que digan o dejen de decir por ahí fuera le trae al fresco. El inglés lo habla para venderse, por exigencias del negocio y la pancarta, pero como tantos otros idiomas prefiere no oírlo de vuelta. Todo lo que no sea Catalonia is not Spain o wait and see le suena a sevillano. A Mas no le molesta que España le robe, sino que le respondan en la lengua que utiliza para vender su género y desde los mismo mercados, uno tras otro, en los que pretendía instalarse.