Radiografía de la Comunidad
Así es la Educación de Cataluña y así sería en la Cataluña independiente (VI)
Monolingüismo catalán, fracaso escolar, insumisión y títulos sin homologación europea
Con más miras políticas que estrictamente educativas, el Ejecutivo de Artur Mas (CiU) ha impulsado un modelo de enseñanza centrípeto y monolingüe que no ha sabido resolver los problemás endémicos del sistema: el fracaso escolar y la falta de recursos.
Con las aulas desbordadas y un remanente de barracones que desde 2011 no desciende del millar, el departamento de Enseñanza de la Generalitat, que encabeza Irene Rigau, ha intentado «parchear» las heridas abiertas por la crisis en el modelo con medidas de bajo coste, lo que ha puesto en pie de guerra a la comunidad educativa.
Lejos de intentar resolver el alto índice de abandono escolar (uno de cada cuatro alumnos catalanes deja prematuramente los estudios) reorientando las prioridades de sus recursos, la Generalitat ha focalizado sus esfuerzos en preservar un modelo lingüístico que impone el catalán en los colegios. Lo ha hecho de espaldas a numerosos fallos judiciales que la obligan a devolver al castellano su papel de lengua vehicular en la enseñanza, tal y como dictaba la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 sobre el nuevo Estatuto de Cataluña.
En el mundo académico, la realidad ha sido diferente. En plena irrupción de Bolonia, los rectores se sublevaron a la imposición política del catalán. Pese a los cruentos recortes presupuestarios (de hasta un 16%), las universidades han ido escalando posiciones en los rankings internacionales gracias al esfuerzo de su personal docente e investigador.
La Universidad de Barcelona (UB), la Autónoma (UAB) y la Pompeu Fabra (UPF) figuran hoy entre las 200 mejores del mundo.
Aulas sin castellano y títulos sin homologación europea
La inmersión lingüiística en las aulas se blindaría definitivamente, con el riesgo que eso conlleva para los niveles de competencia de los alumnos, que perderían definitivamente el contacto con la segunda lengua del mundo en número de parlantes.
Uno de los retos que tendría la Administración autonómica sería el traspaso de todo el personal docente que es funcionario del Estado, incluyendo el cuerpo de inspectores educativos, garantizándoles los derechos laborales adquiridos. Una Cataluña independiente debería asumir también la gestión de las titulaciones y las becas, y garantizar la homologación europea de los estudios. El programa universitario por excelencia, Erasmus, que no ha dejado de sumar adeptos en Cataluña, se acabaría al salir de la UE. También quedaría en el aire la validez, a nivel europeo, de los títulos obtenidos en las universidades catalanas.