El BCE sostiene que «deberíamos prepararnos para lentamente reducir la medicina monetaria»
Sabine Lautenschläger, vicepresidenta del comité ejecutivo de la entidad, considera que la mejoría de la economía de la eurozona hace presentes «todos los ingredientes para una subida de precios»

«Deberíamos prepararnos para lentamente reducir la dosis de medicina monetaria », dijo ayer en Berlín Sabine Lautenschläger, vicepresidenta del comité ejecutivo del BCE que considera que la mejoría de la economía de la eurozona hace presentes «todos los ingredientes para una subida de precios». Esta misma semana, el presidente del Bundesbank hablaba en el mismo sentido y elevaba el tono de la queja al comparar la política monetaria de Mario Draghi con la Coca-Cola , «un arma para todos los usos» que, sugirió, crea dependencia. Después de que incluso la canciller Merkel haya dicho que el euro está «demasiado débil» debido a las medidas de Draghi, fuentes de Berlín señalan que esperan el 8 de junio un cambio de retórica en la rueda de prensa del BCE y un primer aviso «clarificador» sobre la próxima puesta en marcha de un calendario de salida de la hiperexpansión , aunque reconocen que no será de un día para otro.
Lautenschläger argumenta que las medidas actuales suponen una potente medicina con fuertes efectos secundarios, lo que implica que en algún momento «los costes de las medidas de política monetaria serán mayores que sus beneficios ». «Cuando eso sucede, tenemos que dejar de administrar la medicina y no deberíamos vacilar demasiado», apostilló. Weidmann, por su parte, calcula que los países de la zona del euro en su conjunto han ahorrado unos mil millones de euros en intereses si se toma por base el nivel de los tipos de interés de 2007 y acusa a Francia, Italia y España de haber gastado completamente esos ahorros en lugar de utilizarlos para amortizar deuda.
Alemania cuenta con un ahoja de ruta de más de un año de duración. Lautenschläger advierte que el retorno a una política monetaria « normal » no será sencillo, lo que obliga a una buena planificación y comunicación de los ajustes y apunta que el principal desafío radica en evitar la volatilidad y las perturbaciones en los mercados de deuda soberana, así como en la composición de las carteras en el sector privado ante el cambio de política del BCE. Debido a las asimetrías de conjunto de los países de la eurozona, «gestionar los diferentes impactos producidos por un cambio de política revestirá aún más importancia».
En el foro financiero en el que se producían estas afirmaciones se percibía también un gran consenso en que la actual política monetaria del BCE es «insostenible». Hasta ahora, el BCE ha reducido el volumen de sus compras de 80.000 millones a 60.000 millones de euros al mes, nivel que espera mantener hasta diciembre. A partir de esa fecha «es probable un nuevo recorte siempre que la inflación dé señales de regresar a un nivel cercano, aunque inferior, al 2% anual», apuntaban fuentes bancarias alemanas que consideran que « el BCE solo empezará a subir el tipo de la facilidad de depósito una vez haya reducido el ritmo de compras y, tarde o temprano, también tendrá que reducir su balance, algo que ocurrirá a medida que sus exposiciones venzan».
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