PUBLIRREPORTAJE
Raúl Pardo Geijo: «Todo abogado debería recibir alguna vez en su vida un premio por la resiliencia»
Pardo Geijo, Abogado Penalista de Murcia, ha recibido por dos años consecutivos el premio nacional al mejor abogado penalista
El bufete que regenta ha sido galardonado con el «Premio de Ley 2017», por segunda vez consecutiva, como despacho penalista del año lo que mantiene Pardo Geijo como referente nacional en Derecho Penal.
- Dicen que tiene usted fama de duro e implacable…
Entiendo que lo afirmarán muy pocos, porque le aseguro que soy bastante compasivo.
- ¿Qué opina del hecho de ser considerado desde hace tiempo por multitud de especialistas jurídicos como el mejor penalista de Murcia e inmerso entre los principales del panorama nacional?
Agradecido a quien me considere el mejor abogado penalista de Murcia pero es solo una apreciación, ni mucho menos una certeza. En todo caso es una auténtica exageración.
- Usted cree que es una exageración… ¿Entonces que me puede decir sobre que se le haya otorgado en el año 2016 y 2017 el premio nacional al mejor abogado penalista?
El galardón al mejor abogado penalista le podría haber sido otorgado a cualquiera de mis compañeros de profesión pues, como dije hace muy poco en un discurso, todo abogado debería recibir alguna vez en su vida un premio por la resiliencia o capacidad de superar las desventuras propias de la profesión.
- Pero ha vuelto a ser premiado otra vez este mismo año 2017, y nuevamente como mejor penalista, por una de las fundaciones jurídicas más prestigiosas …
Sí, pero todavía no se ha celebrado siquiera el evento por lo que no debo hablar de ello.
- ¿Dónde pasa más tiempo en Murcia o fuera de su Región?
En Murcia. Los asuntos en Madrid, Valencia, Galicia o Melilla (por hablar de los que llevo en territorio nacional) se discuten prácticamente por escrito salvo que haya declaraciones o juicio oral, en donde entonces sí hay que desplazarse.
- ¿Cree que la especialización en el Derecho es necesaria?
Abogo por ella. El Derecho es tan amplio como la Medicina. No confiaría la operación de una rotura de menisco a un cirujano cardiovascular. En todo caso existen abogados (me excluyo) tan cualificados que son capaces de llevar adecuadamente varias materias (civil, penal, administrativo…).
- ¿Cuántas horas de trabajo invierte al día?
Mínimo diez, prácticamente siempre. Aunque, por desgracia, tengo muchas épocas en las que únicamente acudo a casa para comer y dormir.
- ¿Qué le diría al estudiante de Derecho que quiere iniciarse en el campo penal?
Que es una de las ramas del derecho más sacrificadas (se discute la libertad de las personas, no tanto su patrimonio) y que lo que se estudia en la Facultad de Derecho no alcanza ni el 1% del contenido que conforma el Derecho Penal. En suma, fuerza y resistencia, estudio y actualización.
- ¿Qué es lo que más le disgusta de la profesión?
Que la realidad jurídica (jurisprudencia) diste mucho de los excelentes libros penales que estudiaba en la carrera (doctrina) e incluso de la propia Ley que estudio ahora. La ley reina pero la jurisprudencia gobierna, es decir, el Código Penal (la Ley) es, en sí, un cuerpo prácticamente vacuo siendo, por el contrario, la Jurisprudencia (o interpretación de la misma emanada de los Tribunales que, por cierto, es extremadamente cambiante) la que permite desempeñar esta profesión con garantías, eficacia y precisión. Lo que hoy constituye, verbigracia, un delito de estafa, mañana deja de serlo por un mero detalle y eso nunca lo dice la Ley, sino la interpretación que los Jueces -verdaderos legisladores- realizan sobre la misma.
- ¿Le llama la atención la docencia?
Solo la práctica jurídica. La exposición y resolución de casos reales o la discusión sobre los usos del foro. Puedes conocer el diccionario entero pero si no sabes la conjugación de los verbos (que no la da el diccionario) no puedes disertar.
- ¿Algún caso que le altere el sueño?
He pasado algunas noches en vela meditando, involuntariamente, qué estrategia diseñar para que un cliente salga absuelto. A veces, incluso, he disfrutado de ese estado de vigilia.
- ¿Cuáles son los casos penales que le llegan al despacho con más frecuencia?
Desde siempre, y por desgracia, aquellos que ya tienen sentencia firme (condenatoria o absolutoria) y que pretenden –de forma imposible– que revoque.
- ¿Alguna anécdota negativa digna de recordar con algún juez o colega?
Muy pocas. Recuerdo ahora que, hace unos siete años, un reputado abogado de Barcelona asumió la Acusación de un asunto en el que yo llevaba la Defensa y, en el curso de la llamada telefónica donde me hizo su presentación, me manifestó con enojo que no entendía cómo mi cliente estaba en libertad. Le respondí, atónito pero con apacibilidad, que el motivo era que no se daban los requisitos del artículo 503 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal e incluso me ofrecí a que los analizásemos juntos y, ante su tenacidad, así hicimos. Siguió insistiendo incomprendido.
- ¿De entre los casos mediáticos que ha llevado, cuál diría que le ha marcado?
Sinceramente no sabría decirle porque mediáticos (los menos) o no cada caso lo vivo como único. ¡Es mi profesión!