Hacia un mundo de tipos bajos (y aún tardarán en subir en Europa)

El economista Carmelo Tajadura cree que «los ahorradores españoles se van a encontrar en 2017 un escenario aún peor que el del año que acaba de finalizar»

CARMELO TAJADURA

En Estados Unidos el banco central acaba de subir su tipo de interés un cuarto de punto. Es la segunda elevación desde el mínimo, aunque un año después de la anterior, y la FED ha revisado la expectativa para 2017, pasando de dos a quizás tres las subidas anuales previstas de un cuarto de punto cada una. Lo mismo que para 2018, de manera que a finales de ese año los fondos federales podrían llegar al entorno del 2%. Aunque no extrañaría que quizás se incumplan otra vez las previsiones y no se llegue hasta ahí.

Europa es otra historia. Vamos por detrás de Estados Unidos desde que empezó la crisis. Allí se tomaron contundentes medidas antes, la economía se recuperó más rápidamente y el final de las adquisiciones de deuda por parte de la FED fue también más temprano. No está el paisaje europeo como para subir los tipos, por mucho que Weidmann («halcón» del Bundesbank) diga que «no hay que dejar para demasiado tarde esa subida». Por el contrario, Draghi acaba de prorrogar las compras de deuda hasta finales de 2017 (aunque bajando su importe) en lo que constituye una relajación monetaria adicional. Por ello, no resulta imaginable que el BCE suba los tipos en 2017 y, además, en 2018 debería ir reduciendo progresivamente dichas compras y no habría un tensionamiento de los tipos hasta no acabar con ellas. Lo que nos podría llevar a la segunda mitad de ese año o quizás a 2019, al menos.

Por otra parte, y esto es válido para todas las economías, cada vez más analistas creen que vamos hacia un mundo de tipos nominales y reales más bajos que el nivel al que hemos estado acostumbrados durante bastante tiempo, incluso en las divisas fuertes. Es debido a factores como el cambio demográfico, la elevada deuda, la débil productividad, la existencia de más ahorro que inversión, o la desigualdad, congruente todo ello también con un crecimiento económico más limitado.

La inflación está repuntando y lo hará aúnmás en el primer semetre del añod ebido al precio del petróleo

Que los tipos tarden en subir, y aun cuando lo hagan puedan permanecer en un nivel reducido, son buenas noticias para algunos agentes económicos en nuestro país: es el caso, por ejemplo, de los hipotecados; el de muchas empresas no suficientemente desapalancadas aún; y, desde luego, el del Estado, con una deuda brutal. No obstante, hay que advertir que el banco central solo decide los tipos a corto, mientras son los mercados los que determinan el resto de tipos de interés y habrá cierto contagio al alza desde USA en los títulos de renta fija. También el Euribor a un año, referencia para hipotecas, se anticipará al BCE, aunque no quepa esperar grandes alzas.

Y son noticias desfavorables para las entidades financieras, tanto las bancarias como las que gestionan el ahorro a largo plazo, así como para los ahorradores en general. En el caso de los bancos, necesitan como agua de mayo que la curva de tipos se desplace un poco hacia arriba y que coja algo de pendiente, para generar así ingresos con mayor facilidad y obtener el margen de intereses necesario. Pero, con tanto tiempo aún por delante de tipos mínimos y con un volumen de negocio nada prometedor, el futuro inmediato sigue problemático y hace indispensable la reducción de costes operativos para sobrevivir. Aún queda exceso de capacidad.

Los ahorradores españoles se van a encontrar en 2017 un escenario aún peor que el de 2016. La inflación está repuntando y lo hará aún más en el primer semestre debido al precio del petróleo. Aunque luego se modere, la media anual de inflación puede ser del 2% o más en 2017. Por lo que, con el nivel de tipos actual, habrá retornos ya claramente negativos en términos reales en los depósitos o en la renta fija. En esta última, además, puede haber pérdidas al subir los tipos. A quien quiera ganar algo no le queda otra opción que asumir riesgo e invertir en otro tipo de activos, con un cierto peso de renta variable. Pero, eso no se adecúa al perfil de algunos ahorradores porque pueden no ser capaces de soportar pérdidas como las que se han vivido, sin ir más lejos, en algunos períodos de 2016. Esto pone de manifiesto la necesidad de aumentar la cultura financiera del ahorrador, para hacerle capaz de acceder a otro tipo de inversiones, tanto en el ahorro de corto como en el de largo plazo. Con unos tipos futuros más bajos que lo que estábamos acostumbrados, como antes decía, no hay otra alternativa.

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