Caixa Geral de Depósitos registra unas pérdidas récord de 1.900 millones de euros en 2016

La entidad pública portuguesa multiplicó su resultado negativo nada menos que en un 1.060%, con respecto al año anterior

Caixa Geral de Depósitos ABC

FRANCISCO CHACÓN

Caixa Geral de Depósitos (CGD) registró unas pérdidas récord de 1.900 millones de euros en 2016, según la cuenta de resultados dada a conocer por la entidad pública portuguesa, líder en el mercado del país vecino. Se trata del mayor desajuste económico de toda su historia , que acontece en un año convulso para el banco luso, inmerso en un interminable proceso de recapitalización que se ha convertido en una verdadera pesadilla para el Gobierno socialista de António Costa.

El ex presidente de CGD José de Matos, quien ejerció hasta el mes de agosto del año pasado, había vaticinado durante su mandato que sería ese precisamente el momento en que la firma regresaría a los beneficios. Pero nada más lejos de la realidad, tal ha sido la evolución negativa, encarnada por ejemplo en que le han dado el relevo dos coetáneos en menos de un año: primero el polémico António Domingues y, con posterioridad, Paulo Macedo, responsable hoy de tomar las riendas del maltrecho emblema de las finanzas lusas.

Sin embargo, diversas fuentes apuntan a un escenario aún más catastrófico , con unas pérdidas del orden de los 2.700 millones de euros o incluso una cifra superior.

Precisamente porque las acuciantes necesidades de liquidez y limpieza de activos tóxicos penden como una espada de Damocles sobre la mesa del ministro de Finanzas, Mário Centeno, el Ejecutivo reconoce en privado que el volumen global que lastra a Caixa Geral en absoluto le sorprende. Nada extraño, si tenemos en cuenta que se temía un resultado aún más negativo: de hasta 3.000 millones de euros.

El plan recapitalizador , pactado con Bruselas, marcaba la cantidad de 2.700 millones de euros como tope para una inyección estatal. Una barrera puesta en pie con el objetivo de no perjudicar el cálculo del déficit público. Como telón de fondo, la incidencia negativa de los créditos malparados, otro talón de Aquiles en el camino de una CGD con graves problemas de gestión.

Para colmo, la comparativa en el plazo de solo un año saca los colores aún más al equipo directivo ya que las pérdidas en 2015 no sobrepasaron los 171,5 millones de euros, lo que representa un desfase que se dispara hasta el 1.060%, nada menos.

En estas circunstancias, a nadie se le escapa que la crisis de Caixa Geral de Depósitos se ha transformado en una una especie de olla a presión que ha terminado por estallar. Especialmente, porque la urgencia de recapitalización apenas se ha aliviado por valor de unos 1.000 millones de euros, con respecto a los 4.600 millones de euros previstos inicialmente.

Cuando António Domingues recogió el testigo de José de Matos en la cúpula, las perspectivas parecían otras, pero lo cierto es que su breve periodo de tres meses con la batuta en la mano estuvo salpicado de gestos tan controvertidos como recibir un sueldo de 30.000 euros al mes en pleno hundimiento del banco.

Su salida arrastró a otros seis administradores, incluido el único español presente, Angel Corcóstegui, un histórico de la época del BBV y el Central Hispanoamericano, además de fundador del fondo lusoespañol de capital riesgo Magnum Capital.

Los acontecimientos se precipitaron cuando la Asamblea de la República aprobó una ley que obliga desde el pasado 1 de enero a que todos los integrantes del Consejo de Administración de CGD presenten ante el Tribunal Constitucional sus declaraciones a Hacienda.

Domingues asumió las riendas después de ejercer la misma labor en el privado Banco Portugués de Inversiones (BPI). Haber sido elegido por el Gobierno socialista y el presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, le otorgaba un margen de crédito para reflotar la antigua caja de ahorros bandera al otro lado de la frontera.

Pero hoy esas perspectivas se han reducido a cenizas, y corresponde a Paulo Macedo poner toda la carne en el asador.

La ola de polémica e indignación desplegada en todo el país en cuanto se supo la cuantía del salario que percibiría se acrecentó cuando salió a la luz un cruce de correos electrónicos entre él y el Rebelo de Sousa , quien al parecer no quería remover los cimientos de la institución financiera.

Otro ‘desliz’ de Domingues tenía que ver con el hecho de que inició las negociaciones con Bruselas para la recapitalización de Caixa Geral cuando todavía encabezaba la cúpula del BPI, su anterior cargo.

Una actitud muy criticada desde los más variados sectores y que puso en jaque la credibilidad del icónico banco , primera preferencia de los ciudadanos portugueses a la hora de abrir una cuenta y realizar otro tipo de operaciones.

Ahora solo queda que la actual dirección se afane en paralizar semejante sangría porque, de otro modo, se encuentra en entredicho la solvencia de todo el sistema financiero portugués, transmutado en una suerte de peligroso barco a la deriva, tal cual ha apuntado más de una agencia internacional de calificación de riesgos.

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