Los españoles se resisten a creer en el fin de la crisis pese a la mejora de los datos

La gravedad de la situación, las rebajas salariales y la irrupción de nuevos partidos retrasan la percepción sobre la recuperación

Los españoles se resisten a creer en el fin de la crisis pese a la mejora de los datos abc

paloma cervilla / javier tahiri

Si el PIB midiera la felicidad, sobre los datos ahora mismo seríamos tan dichosos como hace años. Pero como advirtió Robert Kennedy en 1968, los indicadores macroeconómicos tienen sus límites a la hora de calcular el progreso de una sociedad: «El PIB no tiene en cuenta la salud de nuestros niños, la calidad de su educación o el gozo que experimentan cuando juegan. No recoge la belleza de nuestra poesía ni la fuerza de nuestros matrimonios, la inteligencia del debate público o la integridad de nuestros funcionarios. No mide nuestro coraje, ni nuestra sabiduría, ni la devoción a nuestro país. Lo mide todo, en suma, salvo lo que hace que la vida merezca la pena. Puede decirnos todo sobre los Estados Unidos, salvo por qué estamos orgullosos de ser estadounidenses».

La distancia entre los indicadores macroeconómicos y la percepción ciudadana persiste. El paro (80%), la corrupción (50,8%) y los problemas de índole económica (24,9%), continúan como las tres mayores preocupaciones de los españoles de acuerdo al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). A pesar de que la economía creció el año pasado un 1,4% y en el último año se han creado más de medio millón de empleos, la mejora no termina de introducirse en el bolsillo de los españoles.

Si bien la economía ha comenzado a generar puestos de trabajo, la tasa de desempleo se mantiene en el 23,7% de la población activa, la segunda más alta de la Eurozona tras la de Grecia. La remuneración de los asalariados ha comenzado a escalar posiciones pero cerraron 2014 con 125.548 millones de euros, un 11% menos que en su pico de 2008.

Consumo de los hogares

«No hay que olvidar que el camino sólo ha comenzado y quedan muchas etapas por avanzar si queremos que la recuperación no sea flor de un día», resume el presidente de Mindvalue y economista, Javier Fernández Aguado.

Pese a ello, el consumo de los hogares volvió a aportar al Producto Interior Bruto el año pasado y creció hasta los 613.788 millones de euros, un 2,8% más que un año antes. La confianza en la situación económica de España por parte de consumidores y empresarios mantuvo en abril su tendencia al alza y se situó en el mayor nivel desde abril de 2001 y registró el mayor avance mensual entre las grandes economías europeas. El propio ministro de Economía, Luis de Guindos, se refirió al Indicador de Sentimiento Económico y lo definió como un índice que suele ir paralelo a la evolución de la economía.

«La crisis ha tenido efectos muy dispares en la población. Ha habido una parte que se ha recuperado muy rápidamente. Otros no han tenido tanta suerte», afirma Miguel Cardoso, economista jefe para España en BBVA Research, que destaca la dualidad del mercado laboral para entender esta desigualdad, es decir, la diferencia entre las condiciones de los trabajadores temporales y de los indefinidos.

Desigualdad

«Además de los que han sufrido una elevada rebaja salarial», apostilla. En la actualidad, 3,39 millones de desempleados son de larga duración de los que 2,5 millones no cuentan con prestación.

Asimismo, la crisis no se ha sentido igual entre todas las capas de la población. El índice Gini, tradicional indicador de desigualdad en el que 0 es una sociedad igualitaria y 100 la inequidad máxima, escaló desde el 32,9 de 2009 al 33,7 en 2013.

«La inercia se aplica para bien y para mal. Se tardó en sentir el empeoramiento y también ahora la mejora. Al principio de la crisis hubo buenas palabras y malos hechos. Luego ha habido bastantes decisiones adecuadas con nefasta comunicación», afirma Fernández Aguado.

Lo que nadie se atreve a vaticinar con seguridad es cuánto tiempo se tardará en salir de la crisis. Sociólogos y economistas consultados por ABC afirman que «cualquiera que diga que tiene una previsión sobre cuándo se va a percibir que hemos salido de la crisis totalmente, no dice la verdad». Sin embargo, sí que se puede hacer un cálculo aproximado, como así lo señala el director del departamento de Economía de la Universidad de Navarra, José Luis Álvarez Arce: «Si absorbemos dos puntos de desempleo cada año, hasta llegar al 10% harán falta cinco o seis años para percibir que la crisis ha pasado. Para restañar todas las heridas van a ser necesarios años». En este sentido, hay que tener en cuenta que la tasa de paro es ahora del 23,7% y en el último año antes de la crisis, 2007, estaba en el 8,57%.

«Desgaste y pesimismo»

Álvarez Arce subraya que en esta crisis se está tardando mucho más en percibir que se sale «porque ha sido la más dura y la más prolongada de la historia reciente». Además, señala como un elemento más para argumentar esta lentitud en que «veníamos de unos años aparentemente muy bueno, aunque después se ha visto que no eran tan buenos», y como va ser imposible volver a recuperar ese nivel de vida, la percepción va a tardar más tiempo en situarse entre los ciudadanos.

Este economista de la Universidad de Navarra insiste en que «casi siete años de crisis genera mucho desgaste y hace que la gente sea más pesimista en cuanto a la salida. Los ciudadanos creen que las cosas están cambiando, pero está convencida de que no se volverá a la situación anterior a la crisis. Hay un cierto desencanto y resignación sobre una situación (la anterior a la crisis), que se creía que era más sólida».

Otro dato a tener en cuenta para analizar esta tardía percepción de los ciudadanos de la salida de la crisis es el componente político, según Álvarez Arce: «El golpe ha sido tan fuerte que también ha tenido consecuencias políticas con la aparición de otras fuerzas políticas. Ahora llegan mensajes más variados e incluso contradictorios sobre la salida de la crisis y la gente tiene que discernir, reflexionar más y ello provoca que muchas veces no se tenga una idea clara».

Corrupción

Por su parte, el sociólogo y presidente de la consultora GAD3, Narciso Michavila, coincide con Álvarez Arce en que «se va a percibir mucho más tarde «porque se venía de mucho más alto. La crisis del 70 y del 93 nos sorprendió como un país pobre, pero ahora se venía de una situación con mayores expectativas». Michavila también sostiene que el elemento político distorsiona la percepción de la mejoría económica. Este sociólogo hace alusión a otros factores, como por ejemplo la corrupción, como argumento que ensucia el debate.

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