El verdadero plan de Isidro Fainé
Todo parece apuntar a que dentro de sus planes entraría la posibilidad de realizar diferentes desinversiones tanto en Repsol como en Telefónica
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define como actualidad el suceso que atrae y ocupa en un momento determinado la atención de las personas. Es el factor que convierte un hecho en digno de ser noticia. Y el periodista es quien se encarga de intentar conocer y entender los hechos, para después, tras analizarlos, trasladarlos al común de los mortales. Para conocer la totalidad del hecho noticioso es aconsejable leer, ver u oír varios soportes de comunicación. Porque, a pesar de la objetividad que todo comunicador está obligado a buscar, la interpretación de cada cual está siempre de fondo. Y la verdad, en definitiva, tiene tantas vertientes o explicaciones como «mensajeros», una variedad de interpretaciones que busca el propio interlocutor que genera el hecho noticioso.
Y un hecho noticioso fue el que el pasado martes, 3 de marzo, en su puesta de largo ante la comunidad internacional en la plaza financiera de la capital británica, dio el presidente del Grupo La Caixa, Isidro Fainé, arropado por su consejero delegado, Gonzalo Gortázar. Allí anunciaba el Plan Estratégico 2015-2018 de Caixabank. Con todos los honores, y ante una nutrida audiencia, en el contexto del Día del Inversor, Fainé no quiso dejar pasar la ocasión de sacar pecho por los suyos y presumió de que Caixabank cuenta con el mejor equipo de empleados bancarios de toda España y con una red financiera imbatible, para lograr ya en 2018 el liderazgo en confianza y en rentabilidad.
Explicó Fainé, con intencionada minuciosidad, los puntos clave de su estrategia de futuro para el banco, que pasan por aumentar la rentabilidad, ganar cuota de mercado en aquellas comunidades donde no tiene mucha presencia y disminuir el peso empresarial de la entidad. ¿Disminuir el peso empresarial de la entidad? Sobre este punto, quizás, quiso pasar de puntillas. Pero fue clave en su amplio discurso. En sí, el hecho noticioso. La interpretación en este caso fue, para la mayoría de los periodistas que tuvieron acceso a la información, coincidente: teniendo en cuenta estas palabras tal cual todo parece apuntar a que dentro de sus planes entraría la posibilidad de realizar diferentes desinversiones tanto en Repsol como en Telefónica, las dos compañías en las que participa la entidad y que no están enmarcadas en el negocio de banca.
La cartera industrial, que se formó antaño como resultado de una estrategia de diversificación, está compuesta por Repsol y Telefónica, con una participación del 11,9% y 5,3%, respectivamente. Por este motivo, parece lógico interpretar que dentro de sus planes entrase realizar desinversiones en ambas compañías. ¿Vender a terceros? Es una opción. Un plan... Pero puede parecer que cuadra tal cual.
Podría darse otra opción dentro de este mismo plan. Un «subplan», digamos, en la mente del presidente. Que, además, desde la propia entidad catalana no descartan taxativamente. Porque otra manera de reducir el peso de la cartera industrial es hacer más grande el negocio bancario pero sin tener, por ello, que acudir a vender ninguna participación ni en Repsol ni en Telefónica. Aumentando participación en alguna entidad o entrando en alguna donde no tenga presencia (por ejemplo, la oportunidad que supone la opción lusa, por un lado BPI , por otro, Novobanco, si bien esta es otra historia que hoy no toca). En este caso, la participación de Repsol y Telefónica seguiría igual.
Bueno, es una posibilidad, pero algunos ya dudan de que este plan, o «subplan», sea exactamente así. O esa es la interpretación que se podría hacer sobre la base que la trayectoria de la entidad deja al descubierto. Repsol y Telefónica son dos joyas de la corona, de las tres que tiene el grupo catalán -junto a Gas Natural, que «cuelga» de la Fundación, no del banco- que se quiere mantener. ¿Dónde? Teniendo en cuenta la regulación financiera actual, y con algo de intuición de fondo, podría darse la posibilidad de que el tercero en discordia, quien se haría con estas participaciones «joya», fuera precisamente la propia entidad. ¿Cómo? Desde mayo del año pasado, cumpliendo con la Ley de Cajas y Fundaciones Bancarias aprobada cinco meses antes por el Gobierno, la Fundación Bancaria La Caixa controla su participación mayoritaria en Caixabank a través de Criteria.
Desde entonces, la fundación tiene el 100% de las acciones de Criteria, el holding del que dependen las históricas participaciones empresariales en Gas Natural Fenosa, Abertis y otras como Agbar y Saba, junto con determinados activos inmobiliarios. ¿Blanco y en botella? No tanto, porque la entidad podría transferir sus dos grandes participadas a la Fundación pero necesita capital para realizar la operación. Si esto fuera así, en un año podría estar hecho. Porque, además, no deja de ser extraño que un banco con vocación comercial clara -algo que recalcó Fainé en Londres- tenga en sus tripas dos pesos pesados industriales. Eso, por un lado. Por otro, que la situación financiera actual, dentro del marco de la unión bancaria, del regulador único, y demás normas de obligado cumplimiento, pueden variar planes de un día para otro. El tiempo da o quita la razón a las interpretaciones.