El BCE aplica el plan anticrisis de EE.UU. con seis años de retraso

El letargo económico de Europa fuerza a Draghi a inundar el mercado con liquidez. Los analistas creen que este plan en 2010 habría suavizado la crisis en la periferia del euro

El BCE aplica el plan anticrisis de EE.UU. con seis años de retraso EFE

LUIS P. ARECHEDERRA / M. VELOSO

Los relojes de Fráncfort marcan seis horas más que los de Washington D.C. Pero entre Estados Unidos y la Eurozona la diferencia temporal, a veces, se estira hasta seis años. Son los que ha tardado el Banco Central Europeo (BCE), organismo que maneja la política monetaria de los países del euro, de Alemania a Chipre, en impulsar los estímulos monetarios no convencionales que la Reserva Federal (Fed) lanzó a finales de 2008 . El objetivo del plan aprobado esta semana por el emisor comunitario es despertar a la debilitada economía europea: elevar la inflación y fomentar el crecimiento.

Mario Draghi, presidente del BCE, anunció el jueves un programa de compra de deuda pública y privada por 60.000 millones de euros al mes, a partir de marzo y hasta al menos septiembre de 2016. Una inyección de liquidez en las arterias financieras del área monetaria que superará el billón de euros y que está condicionada al devenir de la economía y a que la inflación se acerce al objetivo del 2%.

La economía norteamericana ha dejado atrás en estos seis años la Gran Depresión. El PIB cayó un 2,8% en 2008, pero al cierre del pasado septiembre crecía un 2,7%. Y creó 2,95 millones de empleos en 2014, encadenando cinco años de reducción de la tasa de paro, que se sitúa ahora en el 5,6%. Reino Unido crecía a mediados del año pasado a una velocidad de crucero del 3,1%, y el desempleo ha bajado al 5,8%.

El Viejo Continente, mientras, renquea: parece estancarse —en el tercer trimestre de 2014 avanzó un 0,8%—, el paro sigue en tasas elevadas en países como España (23,7%) y la evolución a la baja de los precios (-0,2%) es alarmante. Esto ha despertado el temor a una «japonización» de Europa. La isla asiática lleva dos décadas de letargo.

Desde que estalló la crisis tanto el BCE como la Fed y los bancos centrales de Inglaterra y Japón, cada uno a su manera -recorte de tipos de interés, compra de activos, tipos negativos a los depósitos bancarios- han actuado para asegurar la liquidez y evitar una parálisis del sistema financiero . El BCE aún se reservaba una bala: la compra masiva de bonos soberanos.

Uno de los riesgos de esta política es que se dispare la inflación, pero cuando de crear empleo se trata, la Fed deja esa preocupación en segundo plano. El BCE, fundado a imagen y semajanza del Bundesbank alemán, es sin embargo prisionero de la obsesión inflacionista. Según sus estatutos, se debe limitar a mantener el valor del euro y la estabilidad de los precios. Pero el miedo a la deflación, periodo continuado de caída de precios que deprime la economía, ha forzado a Draghi a actuar.

Una cuestión que late en el fondo es qué combinación de políticas ha sido más efectiva - ¿los estímulos monetarios y fiscales de EE.UU. o la austeridad y ortodoxia europea? - y por qué el BCE ha tardado tanto en emular a sus colegas. Julián Cubero, economista jefe de escenarios económicos de BBVA Research, atribuye esta tardanza a las distintas normas que gobiernan «ambas uniones monetarias, su distinta estructura económica y el diferente mandato de los bancos centrales». Los demás bancos centrales solo tenían que comprar bonos de un país; el BCE decide sobre 19 Estados diferentes, añade David Wessel, del Instituto Brookings. Cita las reticencias de Alemania, miedosa a la alta inflación, que ha conseguido que solo se mutualice el riesgo del 20% de los activos que compre el BCE.

Los expertos señalan el impacto positivo de los estímulos en EE.UU., donde el dinero «que caía del cielo» rebajó los costes de la financiación para particulares y empresas, que en Norteamérica tienden a acudir más a los mercados (80%) que a los bancos (20%) para financiarse. En Europa la proporción es la contraria, lo que podría limitar el impacto del plan del BCE. A EE.UU. le acompañaron además los estímulos fiscales y, al final, el país enfiló la senda del crecimiento, aunque la inflación no ha remontado (0,8%). Ahora el plan de la Fed está de retirada. En Japón, una política similar no ha evitado que el país viva en el estancamiento económico.

En la Eurozona, esta inyección «reducirá los costes de la deuda y devaluará el euro», con lo que el crédito fluirá y las exportaciones aumentarán, asegura Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Bangor University e investigador de Funcas, quien también advierte de que «sin coordinación fiscal y reformas» el efecto será limitado. Cubero espera que la acción de Draghi impulse la actividad y acerque la inflación al 2%. Analistas de Royal Bank of Scotland creen que la elevará entre un 0,5% y un 1%.

«Si el BCE hubiera lanzado este programa en 2010 o 2011, Europa no habría vivido la segunda recesión que fue tan devastadora», señala Ángel Laborda, director de coyuntura de Funcas. «Con la flexibilización cuantitativa, el BCE respalda de forma indirecta la deuda pública de los Estados miembros. Eso, hace dos años, hubiera evitado que los inversores salieran espantados », explica, y dejaran de comprar deuda española, italiana, griega, países que bordearon el abismo. «El BCE debió actuar al inicio de la crisis de deuda, pero se subestimó», apunta Carbó. Ahora, Draghi reta a los más ortodoxos con esta inyección. Ben Bernanke, al mando de la Fed en 2008, defendió que la «flexibilización cuantitativa» no funciona en la teoría, sino en la práctica.

El BCE aplica el plan anticrisis de EE.UU. con seis años de retraso

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