fORMACIÓN & EMPLEO
Fernández Aguado: «Como país aún estamos sufriendo los efectos de una depresión colectiva»
Para este experto internacional en management, «las empresas enferman cuando no existe un equilibrio entre la eficiencia económica y la social»
Javier Fernández Aguado (Madrid, 1961) es el único pensador español que ha recibido el premio Peter Drucker a la Innovación en Management (EE.UU., 2008). Conferenciante internacional, autor de más de una treintena de libros y asesor de importantes directivos y empresas en todo el mundo, ha desarrollado seis modelos de gestión para mejorar el funcionamiento de las organizaciones. El último de ellos, «Feelings Management», con más de una década de vida e implantación real en diferentes empresas, parte de la idea de que «las organizaciones pueden ser entendidas y transformadas como las personas, porque igual que estas tienen tienen inteligencia, voluntad y sentimientos». «Hasta entonces -subraya- solo dos pensadores japoneses habían hecho referencia al concepto de gestión del conocimiento de las organizaciones, pero nadie había hablado de la necesidad de gestionar los sentimientos colectivos y la voluntad en las empresas».
-¿Qué es lo que propone este modelo de gestión de sentimientos organizativos?
-A las empresas les ocurre lo mismo que a las personas, que se entusiasman y deprimen, alegran y entristecen y, en función de cuál sea su estado de ánimo, toman o no decisiones, llevan a cabo iniciativas... Es obvio que en España hemos pasado por una depresión colectiva durante la crisis económica. Incluso he bromeado a veces diciendo que necesitamos una especie de «prozac corporativo» porque, como país, estamos aún sufriendo injustamente los coletazos de esa depresión.
-No deja de ser sorprendente que una empresa no sepa reconocer cuál es su problema...
-Pues ocurre igual que con las personas, que cuando acuden al médico lo hacen porque tienen algún síntoma pero no saben de qué. Y también puede ocurrir que hagan diagnósticos equivocados. Por eso me considero una especie de «médico de empresas».
-¿Y son «buenos pacientes» las empresas que le consultan?
-Depende, hay de todo. Te puedes encontrar con empresas a las que les dices que lo que necesitan es remodelar el comité de dirección y te responden que piensan mantener el mismo.
-¿Qué criterio prima en sus modelos, la salud o la rentabilidad?
-Para mí el objetivo de una empresa es doble, que no es lo mismo que tener dos objetivos. La primera parte es lograr resultados económicos, si no el negocio desaparece. Pero a la vez una empresa tiene que crear las condiciones de posibilidad para la vida honorable de todos los grupos de interés. No es una buena compañía la que gana dinero a costa de no pagar a sus proveedores. Y entre esos dos objetivos, la eficiencia económica y la eficiencia social, tiene que existir un equilibrio para no destrozar personas ni organizaciones.
-¿Pero en la práctica es posible lograr ese equilibrio?
-Ese es el gran reto de los directivos. Las organizaciones enferman cuando ese equilibrio no es buscado ni respetado. En los últimos años, se han detectado muchas patologías organizativas que habían sido tapadas por las ventas durante años, mientras no había crisis. Pero, como se suele decir, cuando baja la marea se ve quién no lleva bañador...
-¿Este comportamiento es global?
-Absolutamente. Pero en España tenemos una peculiaridad: la autoflagelación, somos muy críticos con nosotros mismos. España entró en la crisis ocupando el puesto octavo de la economía mundial. Y vamos a salir en el 15 ó 16. Si somos realistas en lugar de pesimistas, ocupar hoy ese puesto en un mundo con 210 países, y con buenas perspectivas -si los políticos no lo impiden y los populismos no lo complican-, nos permite pensar que seremos capaces de recuperar nuestra posición en unos cuantos años.
-Lo de la autocrítica no lo dirá por la clase política...
-Es que el mayor enemigo de la situación empresarial y económica española en la actualidad son los políticos: los clásicos y los que dicen no pertenecer a la casta y son exactamente iguales. El populismo no deja de ser la excusa para el enriquecimiento de unos cuantos , esto siempre ha sido así. Yo defiendo, después de miles de horas de estudio documentadas en dos libros, que nacismo y comunismo son exactamente iguales: dos formas de populismo en las que una nomenclatura se enriquece con la excusa del pueblo.
-¿Por qué se ha producido este estallido de inmoralidad económica?
-En gran medida, porque la falta de ética es el atajo que utilizan quienes carecen de preparación suficiente para enriquecerse. Y esto hace que surjan comportamientos inmorales e indecentes.
-¿Se ha ignorado la ética en todos los niveles, también en las instituciones que forman a futuros directivos?
-En muchas escuelas de negocio, también en las más prestigiosas, y hablo con conocimiento de causa, ha habido una carencia absoluta de preparación por parte de quienes decían que enseñaban ética. Lo que existía era una traslación de los principios de Friedrich Hayek, sobre todo de «La fatal arrogancia», al discurso económico. Pero decir que Hayek es ético es como decir que una silla eléctrica es confortable. De ahí, los frutos, porque durante años lo que se ha enseñado es a pasar por encima de cualquier cosa para lograr resultados económicos. Por eso, muchos de los personajes que hoy transitan los juzgados son precisamente antiguos alumnos de esas escuelas .
-¿Y los ranking que tanto prestigio conceden a nivel internacional?
-Bueno, es que los aspectos éticos son difíciles de evaluar. Tendría que existir por ejemplo un ranking que calculara cuántos antiguos alumnos de cada institución han pasado por la cárcel.
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