tribuna
Francisco Aranda: La logística como palanca de competitividad
Este sector y el de los transportes está acaparando mucho interés tanto por parte de los diferentes gobiernos, como en la propia Comisión Europea
El sector de la logística y el transporte está acaparando mucho interés tanto por parte de los diferentes gobiernos, como en la propia Comisión Europea. No es una moda, sino la evidencia de que se trata de uno de los principales sectores horizontales que pueden favorecer o lastrar la competitividad de todo un país. Si una economía está fundamentada en las exportaciones, este sector pueda hacerlas más competitivas y si se basa en el consumo interno, ocurre exactamente lo mismo. Para comprender la tremenda importancia de este sector en la política económica basta con recordar que proporciona en Europa once millones de empleos y genera el 10% del PIB.
En España, por su parte, los diferentes grupos empresariales de esta industria generan más de 800.000 empleos directos, con una contribución de alrededor del 7% en el PIB. La tasa de estabilidad laboral del sector es, además, ligeramente superior a la media de los servicios. Desde el punto de vista del mercado de trabajo, su demanda de empleos es creciente tanto en número como en competencias exigidas. Se trata de un sector con alta necesidad de innovación a todos los niveles y con necesidad de nuevos puestos de trabajo. Por ejemplo, el clásico repartidor ya necesita de determinadas competencias comerciales, así como del conocimiento de manejos básicos de un ordenador, y la necesidad de contínua mejora en la eficiencia provoca la necesidad de nuevos perfiles profesionales. De hecho, un informe del propio servicio público de empleo estatal (Sepes) sostiene que una de las mayores amenazas del desarrollo de esta industria es precisamente la ausencia de profesionales con la cualificación que se necesita.
Otra de sus necesidades, desde el aspecto laboral, es poder adaptar su capital humano a las necesidades del cliente. Es decir, mayor flexibilidad interna como vía no solo para la creación de empleo, sino también como estrategia para su mantenimiento. Esto se concreta -básicamente- en la distribución irregular de la jornada, debido a la necesidad de cumplir unos objetivos que pasan por responder con agilidad a las necesidades de cliente. En este aspecto se puede avanzar a través del II Acuerdo para la Negociación y el Empleo firmado por la CEOE con los sindicatos.
Al mismo tiempo existen dos elementos determinantes que le han generado a la logística y el transporte un súbito protagonismo: en primer lugar, todos los informes recogen que las cadenas de suministro han desempeñado un papel relevante en la internacionalización de las economías locales; en segundo, alrededor de un 10% del precio final de un producto es coste de cadena de suministro. Por tanto, todas las iniciativas destinadas a conseguir una mayor eficiencia en esta parte de la cadena de valor de cualquier producto o servicio repercutirán también en una mayor competitividad. Es decir, cualquier inyección de competitividad en el sector logístico y del transporte, significa una mejora automática en todos nuestros sectores productivos.
En España asistimos a la presencia permanente del sector de la cadena de suministro en cualquier documento que recoge ingredientes de mejora en la competitividad. El último ha sido la agenda para el fortalecimiento del sector Industrial, presentado hace poco por el ministro Soria, el cual recoge un acertado capítulo correspondiente a la logística y el transporte. Así mismo, no hace ni un año que Fomento puso en marcha la estrategia logística de España.
A nivel europeo, también existen avances que demuestran el interés por mejorar el sector. El año pasado se celebró en Bruselas una gran conferencia, liderada por el vicepresidente de la CE, Simm Kallas, para avanzar en un nuevo plan y existe incluso un grupo de alto nivel (HLGL) para proporcionar un asesoramiento estratégico en materia eurolegislativa. Pero no podemos quedarnos exclusivamente en los grandes discursos ni en los macroobjetivos. Es necesario avanzar fijándonos retos cuya consecución es muy relevante para las empresas y suponen pasos concretos. Estos van desde favorecer la intermodalidad, es decir, permitir ajustar la modalidad del transporte a cada trayecto, hasta -por ejemplo- mejorar los servicios que los aeropuertos y los puertos ofrecen a las empresas de courier.
Tenemos que abordar la cadena de suministro como un concepto coordinado y global, olvidando compartimentos estancos que van traspasando ineficiencias. Así, es clave la aplicación real de la unidad de mercado, la reducción de cargas administrativas, la unificación de festivos, la homogenización de la fiscalidad en las comunidades autónomas o que los concursos públicos estén abiertos a la competencia. Sin olvidar la liberalización (real) del ferrocarril y el sector postal, junto con la mejora de mejora pesos, y medidas, lo cual está recogido con acierto en documentos de diferentes ministerios como elemento de mejora de la competitividad y el medio ambiente.