US Open
Cuando Nadal ya no es favorito
El balear, que en los diez últimos años siempre ha ganado al menos un grande, parte lejos de Djokovic, Federer y Murray
En la Gran Manzana, colorida y entregada a la causa por ese sentido inigualable de lo que debe ser el espectáculo, se pasea Rafael Nadal y presume de abdominales, muslos y glúteos, un reclamo para las grandes marcas que todavía ven en él un filón con el que hacer negocio. El balear, en estos días de trajín y compromiso, es más modelo que tenista y entiende que así son las cosas, generoso en la sonrisa, en el posado y en la atención a los medios, consciente de quién es y de lo que genera.
Sin embargo, más allá de los trajes y de los calzoncillos de promoción, Nadal se centra en un reto mayúsculo para el que nadie le tiene en cuenta, pues nunca había llegado al US Open tan lejos de los mejores tanto en números como en formas. Sin embargo, nadie de los poderosos se atreve a descartarlo en Nueva York y menos atendiendo a una estadística demoledora: es el único tenista que ha sido capaz de ganar al menos un grande en diez cursos consecutivos, ni siquiera Roger Federer.
Cuesta, sin embargo, concederle a Nadal una pizca de favoritismo en el último major de este 2015, tan inestable para él y con sólo tres mordiscos , y menores, en su extensa colección. Ganó Buenos Aires (tierra) y Stuttgart (hierba), dos torneos de la categoría más baja del calendario (250 puntos), y parecía despegar en Hamburgo , un 500 de arcilla con un poco más de nombre y tradición. Sin embargo, no hay rastro de ese depredador irreductible y los chascos en los Masters 1.000 y en los Grand Slams son evidentes, especialmente dolorosa esa derrota en la segunda ronda de Wimbledon ante un rival sin pedigrí como Dustin Brown. Nadal aún no se ha encontrado.
Su peor temporada
Y eso que ha ido moldeando su discurso en función de las circunstancias, a veces tan derrotista que llamaba la atención por proceder de alguien tan positivo. Nadal, a quien la cabeza le ha funcionado siempre, se ha visto desbordado por los acontecimientos y en su hoja de ruta se contabilizan ya 14 derrotas en 56 partidos , el peor porcentaje de su carrera por mucho que en 2007 y 2011 acumulara 15 tropiezos. Queda, sin embargo, un buen trecho de aquí al final de temporada como para dar por hecho que esta será que más partidos perdidos tenga, pero además destacan los resultados negativos ante rivales de un segundo escalafón.
Con todo, Nadal adopta ahora un parlamento alentador e ilusionante, convencido de que va por el buen camino pese a no brillar precisamente en los Masters 1.000 de Canadá y Cincinnati. «Empiezo a notar que estoy de nuevo con esa confianza en mí mismo . Para tener confianza tienes que ganar. Si no estás ganando, no tendrás una confianza muy alta. Para ganar necesitas jugar bien. Para ganar mucho debes jugar muy bien y tener mucha confianza, y yo estoy jugando bien a día de hoy», resume.
Es cierto que Nadal siempre vuelve y que así lo ha hecho desde que estalló en 2005, pero se antoja poco probable que aspire a levantar el trofeo del US Open el próximo domingo 13 de septiembre. Para empezar, hoy se mide a Borna Coric (sobre las 3 de la madrugada, Eurosport) y el camino le debería llevar hasta Novak Djokovic, pero mucho antes de lo esperado. Dado que el español está octavo en la lista de la ATP, uno de más del pelotón de los mortales, el sorteo le encuadra con el serbio en los cuartos de final, la misma suerte que corrió en Roland Garros y que terminó con su hegemonía en París.
Obviamente, Djokovic parte con ventaja , pero mejor pensar en el día a día, pues Nadal tiene antes alguna trampa por el sendero. «Sería arrogante decir que me siento listo para optar al título tras no tener una gran temporada. No quiero decir eso. Estoy trabajando duro cada día y sé que estoy jugando y sintiéndome mejor que hace unos meses», analizó antes de la batalla.
Nadal, pues asegura que se siente sano y que está cerca de su objetivo, pero hay tres tenistas que asustan en estos momentos. Ya se ha mencionado a Djokovic, obligatorio por ser el claro dominador del circuito y una raqueta fiable como pocas que lleva seis títulos en lo que va de año. Sin embargo, ha perdido recientemente en las finales de Canadá y Cincinnati y precisamente ante los jugadores que mejor llegan.
En Montreal ganó Andy Murray, pletórico el escocés y disparado desde que contrajo matrimonio. No deja de ser una anécdota, pero Murray está lanzado y jugando a un nivel magnífico, especialista en este tipo de superficies. De hecho, en Nueva York enterró la leyenda de perdedor y ahí sumó su primer grande en 2012. Y en Cincinnati, el vencedor fue Roger Federer, eterno y reinventado a los 34 años. Su torneo en Ohio fue para enmarcar y falta por ver ahora si es capaz de mantener semejante nivel en un evento a cinco sets y que dura dos semanas.
Mientras, en el cuadro femenino es más de lo mismo: S erena Williams contra todas . La americana puede enlazar, además, los cuatro grandes en una misma temporada, lo que históricamente se conocía como Grand Slam. Es única, es la mejor.
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