Masters 1.000 Cincinnati
Un Nadal en reconstrucción
El balear cae en cuartos en Montreal y encara Cincinnati con muchas dudas en su tenis y su confianza
Un paso adelante, y uno dudoso. El título en Hamburgo fue un impulso, aunque existían en su consecución ciertas exigencias porque en este torneo no figuraba rival de la categoría de su ranking. Plantar las rodillas sobre la tierra alemana, un pequeño acto de redención, a la espera, esta semana, de impulsar su fe y su ánimo hacia cotas mayores en la fría superficie norteamericana. Pero a Rafa Nadal se le ha hecho demasiado corto el discurrir por el alambre de su recuperación.
Fue Kei Nishikori su verdugo en cuartos, fue un 6-2 y 6-4 su severo castigo, sin más red en la caída que la mano tendida del Masters 1.000 de Cincinnati, que comienza mañana. Una nueva oportunidad para dibujarse, y definirse, en una temporada borrosa por el fondo, y también las formas. Un pasito al frente fue Sergiy Stakhovsky, seguridad al fondo y al servicio. Otro más dio ante Mikhail Youzhny, «he sacado muy bien hoy». Pero al dar el salto al top ten, Nadal volvió a quedarse atrapado entre sus musarañas.
La falta de ritmo competitivo atacó sus piernas. La de confianza, su servicio. Ni tan potente como en rondas anteriores, ni tan efectivo . Antes al contrario, Nadal acumuló hasta seis dobles faltas, un 56 % de primeros saques, que repercutieron en esa fe, antes inquebrantable, en la victoria. Porque es el servicio el primer paso hacia ella. La diferencia entre entrar en el punto con un pie sobre la agresividad o hacerlo sobre la defensa. Y ante Nishikori, tremendo tenis en su raqueta, retroceder un centímetro supuso un golpe definitivo tras otro.
Como en un círculo vicioso, las derechas erradas y los saques sin fuerza persiguen a la confianza y ésta, devuelve el golpe con más temor sobre la muñeca. ¿Otra vez molestias en el hombro, como en Hamburgo? Ante Youzhny no hubo rescoldos. Ante Nishikori las dudas se acumularon en la mano, que no logró sacudirla por encima de su cabeza. Ante servicios que no alcanzan la altura adecuada, la red se convierte en un altísimo muro. Ante servicios que no encuentran mordiente, el rival se hace grande . Ante servicios que no hallan el hueco, la agresividad se evapora y los juegos se escapan –no salvó ninguna opción de rotura que le planteó el japonés–.
Las derechas también vencieron al desánimo. Un seguro de vida en el pasado, se vuelven erráticas armas de doble filo. El miedo a errar empuja hacia atrás y desde ahí la pelota no adquiere la consistencia y la velocidad necesaria para hacerle daño al oponente. Otro rompecabezas con el que lidiar, él y su confianza.
Un techo demasiado bajo
Son muchos meses sin ganar a un tenista por encima de su ilógico e irreverente ranking. Nadal planea por el noveno lugar , con posibilidades teóricas de ascender, pues la lesión de muñeca lo dejó sin la gira americana en 2014 y solo podría sumar para reconstruirse. Pero desde Novak Djokovic, desde la final de Roland Garros del año pasado, no ha sido capaz de vencer a ningún tenista situado entre los cinco primeros. Y solo dos, de nueve encuentros, Tomas Berdych en Madrid y David Ferrer en Montecarlo, ante las diez primeras. Cincinnati le presenta un reto mayor. Su debut, ante Rajeev o Chardy. Y después:Raonic, Federer, Murray, Djokovic y su propio techo.
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