Wimbledon

Garbiñe Muguruza, melómana y rebelde

La española, finalista en Wimbledon, adora la música, le encanta cocinar y admite que tiene un punto de rebeldía fruto de su edad

Garbiñe Muguruza, melómana y rebelde AFP

E. Yunta

Desde que en 2012 se presentó al planeta tenis bordándolo en Miami, Garbiñe Muguruza ha sido, junto a Carla Suárez, la encargada de alimentar las ilusiones del tenis femenino. Han pasado casi dos décadas de la época de bonanzas y florecen ahora brotes verdes para pensar a lo grande. De repente, una española atípica que sube hasta los 182 centímetros, un cuerpo poderoso y un estilo que se sale del prototipo nacional. Única y encantada de serlo, pues estamos ante una persona coqueta y complacida cuando es protagonista de las noticias buenas . «Me gusta que la gente diga que a esta chica la podemos ver arriba, que se comente», confesaba recientemente en una entrevista concedida a ABC.

Muguruza nació en Caracas, Venezuela, el 8 de octubre de 1993. Es de padre vasco y tuvo sus momentos de duda a la hora de elegir nacionalidad , una decisión complicada que resolvió a finales del pasado curso decantándose por España. Ya ha competido defendiendo la bandera y suspira por estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Empezó a jugar a los tres años con sus hermanos en Venezuela y le dio continuidad a su formación al llegar a España con seis años. Le apasiona el deporte, pero también se divierte en la cocina, una golosa confesa que tiene que frenarse ante los dulces para no cometer excesos. Además, es melómana y dicen desde su entorno que sabe una barbaridad de música sin que se decante por un estilo concreto. De hecho, estos días es ella la que elige canciones en casa y en este periodo se anima con el «hip hop», pero se mantiene fiel a una de sus pocas rutinas: cada mañana, a modo de despertador, suena «Entre dos aguas», de Paco de Lucía.

Aunque también hay algún que otro tópico en su manual de respuestas, perdonable porque a veces el deporte no ofrece respuestas muy originales, Muguruza busca siempre dejar alguna frase, ir más allá de las normas establecidas ante los micrófonos. «Yo quiero romper un poco con ese concepto, con el querer quedar bien. El tenis tiene demasiado de eso, hay muchos perfiles. Soy un poco rebelde, aunque va con la edad », admite. Así es Muguruza, un nervio que en estas dos semanas de Wimbledon se acerca a la madurez. Le reclama la gloria y pide que se le guarde la portada del domingo.

Garbiñe Muguruza, melómana y rebelde

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