Roland Garros

«Sólo tendrá opción si juega como el viejo Nadal»

Pese al momento brutal de Djokovic, nadie se atreve a descartar al balear por su tremendo historial en la tierra de Roland Garros

«Sólo tendrá opción si juega como el viejo Nadal» efe

Enrique Yunta

En la pista 12 de Roland Garros , a la espalda de la Suzanne Lenglen, Rafael Nadal busca intensidad en un entrenamiento con mil ojos pendientes de todo. Está la plana mayor de su equipo y la sesión adquiere la solemnidad propia de una gran final, salvo que hoy es miércoles y que ahora toca cuartos. Pero qué cuartos, exclama todo el mundo en París, emocionado el gentío por un Nadal-Djokovic con tintes dramáticos. Es el duelo definitivo (sobre las 16 horas, Eurosport y ABC.es), una pelea entre el mejor de la tierra con el mejor del presente.

El balear, aunque lo niegue ante las cámaras, le concede a la cita una trascendencia mayor porque hay mucho en juego, tanto que una derrota le privaría del asalto a la décima en París y le llevaría hasta la décima plaza del ranking. Gesticula con su tío mientras Thibault Venturino, su «sparring», hace lo que puede al otro lado de la red, difícil seguir el ritmo de un mediodía alterado por el viento. Desde el entorno de Nadal se desprende que está trabajando al máximo y con muy buena actitud, empeñado en la perfección mientras conversa con su entrenador y estira el brazo, incómodo con un movimiento que genera un murmullo. Más que nada porque solo un partido sublime le permite soñar y competir contra el evidente favoritismo de Djokovic, que va disparado hacia el único grande que le falta.

«Djokovic está a un nivel brutal», explica Sergi Bruguera, doble campeón en este torneo y ahora entrenador de Richard Gasquet, que fue precisamente el último en comprobar la fortaleza del número uno. «Pero no hay que olvidar que Rafa es el mejor de la tierra en toda la historia», defiende. A partir de esa reflexión, que es lógica y hoy por hoy tiene aires de nostalgia, nadie de dentro del tenis se atreve a dar por muerto a Nadal. «Es que Rafa es Rafa», introduce Carlos Moyá, campeón en 1998. «Y esto es Roland Garros, hay que tener esperanza. Lo importante es que pueda jugar bien, si no, será imposible. Tiene que tirar con confianza la derecha paralela y no repetirle al revés», aporta a modo de táctica.

Precedentes a favor

Le avalan 70 victorias en 71 tardes francesas, nueve mordiscos y una leyenda inigualable. Conoce a la perfección a Djokovic, que lleva 26 duelos seguidos con sonrisa, y recuerda los seis precedentes en Roland Garros. Además, de los 43 capítulos que han protagonizado, 19 han sido en tierra con un 14-5 esperanzador, aunque la última entrega, en Montecarlo, se inclinó a favor del balcánico por un doble 6-3. «Lo que tiene que hacer Nadal es trabajar y trabajar, es cuestión de jugar, de ser duro, de ir haciendo. Porque ganar a este Djokovic es dificilísimo», insiste Bruguera.

Y más siendo este Nadal, que tiene poco de héroe. Sin embargo, Djokovic no descansa tranquilo porque sabe que en cualquier momento despierta la bestia, que ya se ha quedado a las puertas en más de una ocasión. «Ganarle aquí es el mayor desafío», acepta con naturalidad, presión añadida en una ronda prematura. «Novak tiene más responsabilidad porque es el torneo que le falta, pero el hecho de que sea en cuartos le ayuda. Ahora bien, Nadal aquí siempre será favorito», añade Bruguera.

Incluso en estas circunstancias, incluso con todas las dudas que genera, el balear infunde un respeto tremendo en todos los rincones de Roland Garros. Ha salvado cuatro rondas por inercia y tuvo momentos de lucidez contra Jack Sock en octavos, ¿pero basta con eso? «Ni puñetera idea», responde el propio Nadal. «Tiene que usar su derecha para tirar a Djokovic hacia atrás», relata Paul Annacone, exentrenador de Federer. «Y jugar como el viejo Nadal. Si lo hace, se le presenta una gran opción para vencer. Y si no, pues no ganará», concluye. Simple.

«Yo confío», exclama el tío Toni, que vaticina una tarde «larga y difícil para los dos». «No hay que perder la intensidad y tampoco la alegría», introduce. Y parece que hoy no hay nada más que eso en este punto del planeta. «Es normal», asume David Ferrer, al que le vale con ese rol secundario. Se mide a Andy Murray y si gana irá en semifinales contra el vencedor de la batalla del año.

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