Roland Garros
Nadal-Djokovic, una final en los cuartos de París
El español cede un set por primera vez, pero vence a Jack Sock por 6-3, 6-1 5-7 y 6-2 para avanzar en Roland Garros. Se medirá al serbio
![Nadal-Djokovic, una final en los cuartos de París](https://s1.abcstatics.com/Media/201506/01/nadal-reuters1--644x362.jpg)
Rafael Nadal celebra como merece su victoria, más sufrido el epílogo de lo esperado después de dos primeros sets de alto nivel. Gana a Sock por 6-3, 6-1, 5-7 y 6-2, pero abandona el escenario contrariado por la laguna de la tercera manga, en la que sirve para rematar y desaprovecha dos breaks de ventaja. Además, se descentra cuando el árbitro le sanciona con la pérdida de un primer servicio por consumir más tiempo del debido entre punto y punto y genera una nebulosa inesperada antes de los cuartos de final, ensuciando un lunes que había empezado mejor que bien. Pero sobrevive y se prepara para los cuartos de final, para la madre de todas las batallas, a la espera de un duelo contra Novak Djokovic que puede ser definitivo. Nadal ya está avisado.
Por instantes, adentrado ya en la segunda semana, Nadal se acerca a Nadal, claro dominador de la tierra que se mueve en la arcilla parisina en busca de un imposible. Al final del camino está el paraíso, las puertas al décimo Roland Garros, pero para ello le queda lo más difícil. Ya está en cuartos de final , que es donde se le esperaba, y aguarda a Novak Djokovic en la madre de todas las batallas, un partido, el del miércoles, que lo puede decidir todo.
Por momentos, sí que hay argumentos para creer, al menos para hacerlo sin abrazarse a la bandera ni tirar de sentimientos patrióticos. Nadal tiene luz y lo evidencia en alguna fase de los octavos, pletórico en el despertar para desbravar el ímpetu de Jack Sock. No hay más que mirar el resultado, pero esta vez le acompañan las formas hasta que se enreda solito. [En directo, Nadal-Sock]
En la Suzanne Lenglen, la segunda pista en importancia de Roland Garros, Nadal estira la estadística y ya son 70 triunfos en el torneo francés, inalcanzable hasta no se sabe cuándo. Al principio, gana porque lo hace todo bien, imponente al resto y dominador desde el fondo de la pista. Pega duro, tiene criterio y se aproxima al nivel deseado, salto imprescindible ante lo que se avecina. Hay motivos.
Para empezar, Nadal hace doble break y se pone con 3-0 y saque, aunque desperdicia una de sus ventaja. Le importa poco porque se recompone y le da velocidad a su derecha, controla el tiempo, se mueve bien. Sock le busca las cosquillas con variedad de recursos, pero la cuarta dejada ya no le sale bien y Nadal responde con mirada desafiante. Aquí estoy yo, parece decirle el balear, crecido en un lunes de sol y esperanza.
Y eso que Sock era una buena prueba, quizá exagareda la precaución y las reticencias por parte de la prensa especializada. Es verdad que se tenía en cuenta el pulso, pero más que nada por las idas y venidas de Nadal, a la espera todavía de enlazar unos cuantos partidos al más alto nivel para poder exclamar que ya ha vuelto. Pero sí que hay momentos de lucidez tanto con la derecha como con el revés, siendo el saque quizá la asignatura pendiente en el prólogo Luego ya se corrige y afina para disparar el porcentaje, nada que objetar.
En la segunda manga, después de apuntarse la primera con autoridad, el campeón de 14 grandes se escapa sin remedio. Sock está desbordado y resopla ante los ganadores de su rival, que le mueve de lado a lado de la pista. Pero más que nada sorprende la regularidad de Nadal, que en ese episodio sólo comete un error no forzado y roza el 6-0 en dos ocasiones. Le basta el 6-1, un paso más cerca.
Con semejante distancia, Sock asume la enorme superioridad del rival. El norteamericano tiene cosas interesantes, una derecha repleta de efecto y golpes durísimos desde el fondo. Es una especie en extinción en su país, en donde tienen alergia en la tierra, y si algo se le puede reprochar es la falta de revés, puede que su arma más inofensiva. Por ahí le busca Nadal y le encuentra siempre.
Al mallorquín le delataba la cara, transparente en ese sentido porque es un jugador que habla en función de sus sensaciones. Y del mismo modo que antes se le vio alegre, de golpe frunce el ceño y entra en un debate interno brutal. Tiene 4-2 y 5-3 en el tercero y sirve para sentenciar, pero se atrapa a partir de los avisos del juez de silla y de sus malas decisiones. Permite que Sock renazca cuando no tenía pulso y enlaza cuatro juegos seguidos para robarle el primer set del torneo. De repente, dudas.
Y las mantiene incluso en el cuarto, en donde vuelve a tomar la delantera y casi pierde lo ganado en un periquete. Se le nubla la vista cuando sirve con 2-1, pero esta vez levanta un 0-40 para poner tierra de por medio, saltos de euforia y recital de puños que suponen una liberación. Después del mal rato, un respiro y tiempo para pensar en los cuartos, en donde llega con más dudas de las deseadas. Pero es Nadal y es París, sinónimo de éxito.
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