Nadal vuela a octavos

En la Suzanne Lenglen, la segunda central de Roland Garros, Rafael Nadal necesita muy poco para sellar su pase a octavos de final. No hay nada a destacar en un triunfo simple y rutinario, enchufado para resolver un pulso desigual desde el peloteo con el ruso Andrey Kuznetsov. El ruso, 120 del mundo y desbordado en todo momento , vive una tortura con su saque y no lo conserva hasta la hora de partido después de perderlo en cinco ocasiones de forma consecutiva. Evidentemente, acaba atropellado por 6-1, 6-3 y 6-2 y ahora se enfrentará a Jack Sock, que se deshace de Borna Coric por 6-2, 6-1 y 6-4. [En directo, Nadal-Kuznetsov]

Y tampoco Nadal celebra demasiado porque sabe lo que hay. Es una lucha aburrida en la que marca territorio en el primer juego, directo con ganadores para quebrar y coger carrerilla. Y le basta con poner la bola en juego, jugar algún que otro derechazo y esperar a que su enemigo, que únicamente suma un juego en el set inicial y es al resto, falle. Sencilla receta para un sencillo triunfo en dos horas y un minuto.

Cualquiera que vea el marcador pensará en una nueva exhibición de Nadal en la tierra parisina, pero tiene poco de brillante. Gana, sí, pero no necesita acercarse a su mejor versión, un tenista a medio camino del que pocas conclusiones se pueden extraer. Hasta ahora, ha despachado a Quentin Halys, Nicolás Almagro y ahora a Andrey Kuznetsov, tres jugadores que viven fuera del top 100 y que no calibran el estado real del campeón.

El ruso, sin duda, es el que menos trabajo le ha dado hasta el momento. Espigado y académico, jamás ofrece resistencia y desde el inicio va a remolque, abandonado por el saque hasta el punto de completar el primer set con un triste 44% de primeros. No tiene nada con lo que dañar y Nadal se contagia de la poca tensión de la sobremesa, pues tiene desconexiones evidentes y tampoco se gusta demasiado. Gana, que de eso se trata.

A los 58 minutos de juego, Kuznetsov celebra su primer juego con el servicio y sólo los enredos de Nadal le permiten seguir un rato más en la pista. Con 5-1 y saque, el campeón de catorce grandes se hace un lío y desaprovecha una bola de set, aunque poco después no falla para cerrar por 6-3. Visto para sentencia.

Se consumen los segundos en la pista como si nada, mero trámite para estirar la estadística hasta las 69 victorias en la arcilla francesa. En el saludo, puño cerrado y el convencimiento de que ha de dar un salto ante lo que se avecina. Porque ahora toca Sock, un americano de 22 años que se lo juega todo y dará más guerra, y en el horizonte está Djokovic. Palabras mayores en Roland Garros.