Motocilismo

Joan Garriga, el piloto que no supo bajarse de la moto

Ídolo dentro de los circuitos, no encauzó su vida fuera de ellos y murió ayer a los 52 años a causa de un accidente de moto

Joan Garriga, el piloto que no supo bajarse de la moto EFE

ABC

Hacía tiempo que Joan Garriga (Barcelona, 1963) barruntaba este desenlace prematuro a una vida llena de altibajos . El expiloto había asumido el destino fatal de una existencia desordenada y sin rumbo, que en los últimos años se había complicado hasta el extremo por sus coqueteos con las drogas y el empeoramiento de sus problemas de salud. Un cocktail explosivo que desembocó el lunes en un accidente de moto , cuyas heridas resultaron mortales. Nada pudo hacerse por salvarle la vida.

Garriga se fue montado en una moto. Si alguien le hubiera preguntado, no le habría parecido mala forma de morir. Sobre ellas fue feliz. Desde que empezó a competir en carreras sueltas, allás por la década de los 80. Un talento precoz para la época que fue poco a poco ganándose el respeto del mundillo .

No fue hasta 1984 cuando se ganó el derecho a participar en el Mundial. Su triunfo en el Nacional le abrió las puertas de la elite, donde compitió durante años por un título de campeón del mundo que nunca llegó. Lo tuvo muy cerca en 1988, temporada en la que protagonizó un duelo con Sito Pons que aún se recuerda. Garriga corría por instinto. Era el piloto del pueblo. El hombre hecho a sí mismo. De la nada, a la cúspide del Mundial. Se dejaba el alma en cada curva, como si aquel título fuera el todo o nada. Se lo jugaron a una carta, en Brasil, donde comenzó a apagarse la luz que brillaba siempre en la mirada del catalán, que comenzó una cuesta abajo sin final a partir de ese día.

El «comecocos» de la parrilla , como le conocían por el dibujo que lucía en su casco, pasó a 500 cc y, aunque dejó alguna tarde de gloria como aquel sexto puesto en 1990 –el mejor de un español hasta le fecha en la máxima categoría –, ya no enderezó su carrera deportiva.

Yamaha le cortó el grifo y, tras deambular por el Mundial, se retiró en 1993 , después de probar suerte en el Mundial de Superbikes.

Las malas compañías y la ausencia de un futuro claro le llevaron a las drogas. En 2013 fue detenido por la Policía por tráfico de estupefacientes y, aunque fue condenado a dos años de prisión, no pisó la cárcel. Ese mismo año sufrió dos ataques al corazón que no minaron su espíritu rebelde. Huyó de los médicos y siguió viviendo al límite hasta que esta semana encontró la muerte sobre una moto. El sitio donde más disfrutaba y de donde nunca quiso bajarse.

Joan Garriga, el piloto que no supo bajarse de la moto

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