Madres y olímpicas
La maternidad ya no es el final de la carrera deportiva, sino un impulso más por luchar por las medallas y dedicárselas
Naira, Ane, Nil, Jou, Marta, Nano… son nombres de medallas. No se entregan en unos Juegos Olímpicos, pero como las preseas, se disfrutan toda la vida. Naira, Ane, Nil, Jou, Marta, Nano son los hijos de Gemma, Teresa, Maialen, Marina, Teresa. Olímpicas en Río 2016 y también madres.
Es un paso más hacia la conciliación, a la igualdad y el demostrar que la mujer no tiene por qué renunciar a la vida profesional cuando en la personal se cruzan los hijos. Ni en la sociedad ni en el deporte. Aunque no es fácil. «Es un cambio de vida, como el de cualquier madre, pero añadiendo la dureza de recuperarte pronto para las competiciones, para no perder mucho el tono y conseguir compaginarlo sin perder el nivel. Es duro, pero también es bonito, y cuestión de acostumbrarse», explica para ABC Teresa Portela , piragüista y mamá de Naira.
«Somos la primera generación de madres olímpicas. Gracias a las ayudas, a la conciencia de la sociedad, y al apoyo familiar. Lo único que necesitas para ser madre es un empujón externo para que te ayude con los niños y tú puedas centrarte en el deporte. Si ya ser deportista y viajar por el mundo a las competiciones es difícil, con tu niña se complica más. Pero también si no está porque la echas de menos», comenta Marina Alabau , oro en Londres 2012 y su oro con nombre de Marta. «Llevar el trote que llevo con la niña es una apuesta fuerte, pero no me quería bajar del caballo», añade Maialen Chourraut. En este caso, la tolosarra no se bajó de la piragua hasta la última semana antes de dar a luz. Y se volvió a subir apenas un mes después. « La vida dio un giro cuando llegó Ane -en 2013- . He intentado hacer la mejor preparación para Río, pero el día a día cambia y no es todo tan exacto. Ha sido diferente, eso seguro. Pero nos hemos adaptado bien entre todos. Lo bueno es que llevo muchos años y sé lo que debo hacer para sacarme el mayor rendimiento».
Todas querían ser madres, pero sin apartar su vida profesional. Son medallistas en campeonatos europeos, mundiales y Juegos Olímpicos. Son deportistas de élite acostumbradas a la máxima exigencia. La maternidad es un reto más, pero uno que contiene una carga emocional que hace ligero el equipaje. «Me hace sentirme más plena como mujer. Estaba llamando la naturaleza. Quería ser madre y quería ser piragüista. Es la conciliación laboral de la que tanto se habla en la calle. En teoría todo son buenas palabras, pero nosotras estamos demostrando que también en la práctica es posible. La cosa está complicada, pero hay que luchar y reivindicar. Somos mujeres, madres y queremos seguir evolucionando en este mundo y en la vida. No queremos dejar pasar nuestro desarrollo laboral», afirma tajante Chourraut , que también añade que la familia es fundamental para que pueda pelear estos días en Río. «Es ley de vida. Y ni siquiera se pensaba antes en compaginar. Alargabas tu carrera todo lo posible, pero luego ponías fin. Ahora hemos visto que se puede, el cuerpo aguanta», explica Teresa Perales , que tiene en Nano a su mejor resultado. «Es lo único que me haría renunciar a todo. Pero él es partícipe de todo el proceso y quiere verme allí en Río, y yo quiero verlo allí y que esté presente viéndome ganar. Girarme a la grada y verlo allí gritándome “venga, mamá, campeona”. Uff, se me ponen los pelos de punta».
Algunas son primerizas en la maternidad, pero todas lo son como madres olímpicas, y también hay que aprender. «Tienes que hacer todo con más cabeza, descansar más, buscar tus momentos para el cuerpo… Pero no lo estamos haciendo muy mal, ¿no?», sonríe Gemma Mengual , que dejó la sincronizada para tener a Nil y Jou, pero se dio cuenta de que podía continuar en el agua y llegar a Río para defender el dúo con Ona Carbonell .
Un ejemplo
No están solas en la aventura. Las medallas y los niños se consiguen en común. Alabau comparte con su marido y también entrenador los llantos, los primeros dientes y los primeros pasos: «Es fundamental que se den cuenta también ellos que los hijos hay que tenerlos los dos». Chourraut cuenta con Xavier Etxaniz , responsable técnico de eslalon de la Federación de Piragüismo, que conoce bien el sacrificio de los entrenamientos, y lo difícil que es compaginar el calendario y la lactancia, que la piragüista alargó hasta el año y medio. También Portela tiene el empujón necesario para seguir acumulando éxitos en la canoa. « Mi marido fue deportista y es consciente de que si hay una mala noche con la niña y al día siguiente hay competición , pues le toca», se ríe.
Es una rebelión de las normas no escritas, de empujar los límites no solo deportivos, también sociales. «¿Qué necesitamos para que por fin se nos reconozca? Atrevernos a reivindicar. No hay que dar un puñetazo en la mesa, sino ponerse en acción. Luchar por las medallas en unos Juegos y ser madres es un gran ejemplo para la sociedad. Pero el reconocimiento tiene que salir primero de nosotras mismas. Tenemos que creérnoslo y decirlo a gritos», afirma Perales. «Tenemos un querer hacerlo todo increíble. No sé si es sano, o queremos demostrar algo o demostrarnos a nosotras mismas que somos la hostia, que lo somos, pero ahí estamos: podemos ser deportistas de élite, llevar una familia, ser madres, gestionar un negocio, todo. ¿Qué os pensabais?», concluye Mengual.
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