Copa del Rey
Y de repente Cillessen
El portero holandés del Barcelona fue el inesperado protagonista por el pase del primer gol
En la final del desprecio al himno, del colorido contraste de los seguidores del Sevilla, del duelo geopolítico en la grada, compareció al fin el fútbol y de repente asomó un invitado sorpresa: el portero Jasper Cillessen. Estaban en el campo todos los habituales del Barça, la defensa de rigor con Piqué y Umtiti al mando, el centro del campo con un Iniesta imperial y Busquets de ancla, la varita mágica de Messi y arriba Luis Suárez protestando todo, pegándose con todos, luciendo sus malos modales un día más y, por supuesto, haciendo goles. Nadie contaba con el protagonismo de Cillesen.
El portero holandés está haciendo un Ter Stegen del pasado. Juega la tercera competición, la Copa del Rey, relegado por el cancerbero alemán, titular en la Liga y en la Champions League. Como le ocurrió en su día a Ter Stegen, quien tuvo que esperar su oportunidad mientras Claudio Bravo jugaba las principales competiciones. Hacia mucho tiempo que Cillessen no se situaba en el arco del Barcelona (73 días), pero por lo que se vio la inactividad no nubló su percepción del juego.
En realidad fue el más lúcido en los primeros compases de la final. El balón llegó a sus dominios en uno de los incontables lances en los que el Barcelona controla el tiempo, combina el balón hasta la saciedad y evita el patadón de cualquier manera. Cillessen sujetó el esférico y lo pateó con cierta violencia. Lo que parecía un rifa fue en realidad uno de los pases del año.
El cuero voló por encima de todos los jugadores del Sevilla y también de todos los del Barcelona, salvo uno, Coutinho, al que iba dirigido el centro. Botó más allá del medio del campo y lo recogió dulce el brasileño en carrera, mientras los sevillistas perdían la opción superados por la precisión del portero. Aquello acabó en gol de Suárez a puerta vacía. Había empezado en el portero.
Empezaron a caer goles a favor del Barcelona, Luis Suárez, Messi, de nuevo Suárez, y Cillessen pasó a ser una boya más en la elaboración del Barcelona. El último eslabón en las combinaciones para comenzar otra vez el juego de pases.
Cillessen, que fue delantero en sus inicios como futbolista en el Nimega, demostró su buen pie en intervenciones posteriores. Volvió a dar un pase fenomenal, casi de campo a campo, a Luis Suárez. Manejó de nuevo la bola con propiedad, a falta de paradas que llevarse a la boca.
La exhibición del Barça continuó, el golazo de Iniesta, el penalti que se pidió Coutinho. También las malas formas al ganar: Busquets hizo una entrada de roja a Vázquez con 0-5, montó bronca, se encaró chulesco con el rival abatido. Valverde, con buen criterio, lo retiró del partido y dio entrada a Paulinho para arreglar lo que parecían cuentas pendientes de un Busquets pendenciero.
Cillessen cumplió con su función protectora en un tiro inocente de Sandro, detuvo algún centro de Jesús Navas y poco más. Ya había dejado el sello con el pase del primer gol.