España-Liechtenstein
Lopetegui sostiene el ritmo alegre de España
La selección goléo (8-0) a Liechtenstein. El cambio de sistema y el cansancio abrieron el partido
Crónica
España cumplió con su deber de golear a Liechtenstein. La cosa tuvo incluso algo de revival de Malta. Esto lo aprovecha hoy alguien en términos de «transición», fijo.
España sostiene el tono alegre con el que empieza Lopetegui. En relación con esto ha sido feo, quizás, ver cómo el así llamado «método del míster» ha convencido tan rápido al entorno. Pipi Estrada, periodista célebre del ramo, utilizó el otro día una dura expresión referida a otro subsector periodístico: el ejército de pelotas. Pues bien, se ve un movimiento de deserción doloroso a los ojos del observador. Un éxodo peloteril masivo hacia el «método Lopetegui». ¿Pero y Del Bosque? Ahora resulta que todo eran vicios ocultos, blanduras, inercias… ¡Pero tienen razón! Lopetegui acertó en el cambio del descanso. Es decir: supo reaccionar. Esto es casi una revolución.
Liechtenstein planteaba más dificultades al periodista que al futbolista. Escribir Liechtenstein es como escribir dos veces Nietzsche. Se dispuso en un implacable 9-1, y España comenzó a jugar alrededor de Silva. Como casi siempre con él, la cosa fue decayendo. No es que hubiera sensación de nerviosismo precisamente, pero, por si acaso, Costa marcó de cabeza al comienzo. Costa acompaña ya casi todas las jugadas, pero sus primeros toques aún provocan un lapsus de continuidad con la media. Una especie de «lost in translation».
Koke tuteó bien el inicio de Silva, hasta que se le sumó Thiago, el jugador más vistoso . Lo mejor de España ahí vino de sus combinaciones aisladas con Silva. Vainica doble, los dos. Thiago pincha los balones elevando su pierna como una chica del Crazy Horse, y mira el juego como un aspersor. Quizás su mejor acción fue un exterior tuerto hacia la banda derecha.
A Thiago se le vio un poco más metido en el juego, pero Lopetegui se dirigía mucho a él y algo no le tuvo que gustar porque en el descanso lo retiró por Vitolo. El cambio funcionó .
Dos notas de ambiente: volvió Manolo con su bombo, gran noticia para la maltrecha moral nacional, y Piqué fue ovacionado con la misma gratuidad con la que antes era abucheado.
La naturaleza del partido la explica que en el 29 ya girara la ola. El ritmo de España era alegre, cargaba un poco por donde Alba, pero faltaban espacios. De nuevo, el viejo vicio , el toque algo reumático: tres o cuatro llegadas en las que querían meterse hasta dentro. Hay algo psicológico, es como si instintivamente buscasen el bulto, más presencia humana, el rondo por el rondo. El colmo cómico llegó en un chut de Busquets –Pulpo Paul yendo al sitio debido– detenido por Vitolo.
Vitolo no tuvo los espacios del otro día, pero dejó un buen par de fintas. En un juego demasiado interior, rumiante, Vitolo consigue aclararlo por fuera.
Al final, el ritmo decayó. El estadio se quedó en silencio. Se escuchaba cada golpeo al balón en los pases. Sonaba eso como si en la habitación de al lado le estuviesen pegando una paliza a alguien. Pero Liechtenstein salió relativamente airosa de la primera parte .
La segunda comenzó lenta, más burocrático y el portero rival, Jehle, resolvió el dilema periodístico de a quién destacar entre los rivales. El tiquitaca, la «esencia» , que dice Lopetegui, decaía, un poco desactivada quizás por esa gran pancarta que en el centro del campo rezaba «Lepe». Ponía en contexto chistoso la madeja de toques. Koke tiró al palo en el 52, y Sergi Roberto, después, a pase de Nolito, consiguió el 2-0. Luego, un balón abierto desde la derecha por Vitolo lo remató Silva.
Brilló España entonces, fundido ya el rival. Lopetegui había acertado abriendo el campo , responsabilizando del desborde, y aliviando la dirección, menos mancomunada. Perdonen el juego de palabras: con menos esencia(lismo) llegaron las esencias. Con Liechtenstein reuniendo los 11 para volver a formar en pelotón, Silva regaló otro gol a Vitolo. Ya teníamos, entre los dos, una sociedad, casi un parentesco.
Hay que apuntar la querencia de Lopetegui por el juego de banda.
Y se había resuelto la obligación del gol average, una innovación, por fin, en esta fase de grupos. Costa, que estaba como aprendiendo a cazar una caza menor , consiguió su gol rectificando o rematándose a sí mismo.
Luego se pudieron ver algunos de esos pases que Sergio Ramos da los meses siguientes a ganar una Champions o un Mundial, y que son pases como al horizonte de su propia leyenda. Es como si Antonio López le estuviese pintando en ese preciso gesto y lo repitiese para él. Marcó Morata el sexto y el séptimo y entró Asensio, cautivo ya para nosotros. Esos goles significaban más porque había futuro en ellos . Silva coronó su partido con otro. ¿Conseguirán Guardiola y Lopetegui convertirlo en un líder generacional?
Previa
Al final del camino, todavía bastante lejos, queda Rusia, sede del Mundial de 2018 y al que España espera llegar con buena cara después de los tortazos de Brasil y Francia . Pero el viaje empieza este lunes en León, con un primer capítulo presumiblemente sencillo como el de Liechtenstein, el equipo más sencillo de un grupo lleno de espinas (Italia, Albania, Israel y Macedonia). Antes de los puertos de alta montaña, un encuentro para ganar confianza y reencontrarse con el gol, objetivo fundamental en el estreno oficial de Julen Lopetegui . Y, a modo de información importante, solo se clasifica directamente el campeón del grupo, mientras que los segundos van a una repesca que puede ser tremenda .
La selección afronta esta nueva era con la ilusión que implica todo cambio, enchufado el grupo porque se trata de gustar al jefe y de ilusionar al personal. Después de la Eurocopa y de la salida de Vicente del Bosque, a España le queda cerrar las heridas y pensar en positivo , centrado el equipo en una evolución natural en la que los jóvenes piden más cuota. Esta España, con los mismos líderes de antes, pide a Thiago, Koke y compañía. En Bélgica ya quedó claro.
Enterrado el debate de la portería, con De Gea titularísimo , España busca complementos a un once bastante previsible. La defensa es la que es, difícil mejorar la línea que ahora mismo componen Carvajal, Piqué, Ramos y Alba. A partir de ahí, en las tertulias se habla de la medular y de la línea ofensiva, siendo Busquets lo único innegociable. En Bruselas brillaron los mencionados Koke y Thiago y no hay motivo para pensar en un cambio ante Liechtenstein, dos jugadores de toque y pase vertical para desmontar la muralla de un rival menor que se encerrará a la espera del milagro.
Queda, pues, pensar en el gol, un concepto que por norma se resiste en este equipo. España lleva tiempo buscando un delantero de garantías que sume en plural y ahora levanta el dedo Diego Costa, que cuenta con todas las papeletas para suplir a Morata. Aunque el madridista no está lesionado, se duele del golpe que sufrió en el Rey Balduino y Costa se presenta como el relevo natural. Gustó el pasado jueves, pero la realidad es que sigue sin marcar , escaso su palmarés con un tanto en once citas. Se da por hecho que jugará Silva y Vitolo lo hizo lo suficientemente bien como para tener continuidad. Por si acaso, Nolito o Lucás Vázquez están en la recámara.
De este modo, la selección busca ilusionar desde la abundancia. Al buen fútbol hay que añadirle tantos y con Liechtenstein casi siempre han llegado a puñados. Lopetegui quiere estrenarse con buen pie y España mandar un mensaje para sacar brillo a esa estrella.
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