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El día que Ángel Villar abofeteó a Cruyff

Jugó en el Athletic desde 1971 a 1981. Pionero del pase atrás, se hizo famoso por el incidente: «Casi me rompe en una entrada y me calenté»

El día que Ángel Villar abofeteó a Cruyff manu cecilio

tomás gonzález-martín

La extensa carrera de Ángel María Villar (Bilbao, 21-1-1950) como dirigente del fútbol español, europeo y mundial ha dejado en segundo plano su etapa como jugador. El responsable actual de la UEFA triunfó en el equipo de su corazón, el Athletic, desde 1971 a 1981. Había entrado en las categorías inferiores desde niño y jugó cedido en el Galdácano y en el Guecho antes de llegar al sueño del primer equipo. Peinado con una raya muy marcada a la izquierda, como los jugadores de los años cincuenta, se ganó la titularidad con inteligencia. Sin estar dotado técnicamente, se hizo importante gracias a su sabiduría para no perder el balón .

Asimiló desde su primer partido la máxima de tantos entrenadores: «Si quieres llegar a Primera, nunca des un balón al contrario, asegúralo». A fe que se lo tomó al pie (de la letra). Los técnicos valoran a los jugadores que mantienen la posesión de la pelota, porque les quitan quebraderos de cabeza. Es una decisión psicológica de tranquilidad interior. Y el vizcaíno se ganó ese hueco en un Athletic de oro, junto a Rojo I, Rojo II, Uriarte, Arieta, Larrauri, Guisasola, Carlos e Iñaki Sáez.

«Cruyff casi me rompe»

Cuando los jóvenes preguntan hoy en día cómo era el Villar futbolista, el ejemplo es sencillo: como Asier Illarramendi, siempre para atrás, pero con mayor energía y eficacia. Internacional en veintidós ocasiones, autor de tres goles en la selección, Villar disputó nada menos que 361 partidos con los leones. Su juego tendente hacia la defensa, a dar el balón a Guisasola, Sáez o Uriarte, supuso que no subiera demasiado al ataque. Solo anotó once tantos en una década. No importaba. Era el hombre que guardaba la pelota entre la media y la retaguardia.

Únicamente celebró un título en su vida. Ganó la Copa del Generalísimo en 1973 (2-0 frente al Castellón) con ese equipazo liderado por Íribar. También fue finalista de la Copa de la UEFA en 1977, ganada por la Juventus. Pero del mundo del fútbol recordará a Villar eternamente por propinar un puñetazo a Cruyff, el 24 de marzo de 1974 en San Mamés. Se hizo famoso en todo el planeta, pues el holandés era el mejor jugador del universo. Los madridistas, con humor, siempre han manifestado que fue lo mejor que Villar hizo en su vida.

El relato de lo sucedido, sus consecuencias y el análisis del bilbaíno con el paso del tiempo permite conocer mejor a Ángel María persona, sincero y con sorna. Villar, con la fuerza de los 24 años, era el encargado de marcar a Cruyff en los duelos entre Athletic y Barcelona. Ya tuvieron sus roces en el enfrentamiento del Camp Nou (2-0). Su disciplina y su tozudez le hacían el hombre indicado para perseguir a la estrella que unos meses antes había liderado el 0-5 al Real Madrid en el Bernabéu. Aquel 24 de marzo, Villar golpeó a Cruyff porque se sintió provocado: « Me pegó una patada que casi me rompe », manifestó. «Me destrozó unas espinilleras nuevas que me trajeron de Inglaterra. Si no es por ellas me parte la tibia . Me calenté y le quise dar un puñetazo». Soto Montesinos le expulsó. Fue sancionado con cuatro partidos y multado con cien mil pesetas que el presidente del club, Eguidazu, duplicó. Era todo un sueldo. «Y más».

Bronca de Iríbar

Iríbar, capitán, le dio una bronca por dejar al equipo con diez, aunque aguantaron el empate a cero. Se fue a dormir a casa de su novia para evitar a la prensa que pudiera esperarle en la puerta de su piso. Villar siempre ha explicado con un gracejo que pocos conocen: « Pagué doscientas mil pesetas y encima no le di bien el puñetazo. Se quedó en cachete , me esquivó». En el plano corto, el vizcaíno tiene retranca y es divertido .

Se retiró joven, a los 31 años, porque tenía claro su futuro: sería dirigente. En 1978, con 28, ya fundó la Asociación de Futbolistas Españoles . Fue vicepresidente de la AFE hasta que decidió presentarse a las elecciones presidenciales de la Federación Vizcaína de Fútbol. Ganó. Entró a formar parte de la Federación Española. En 1988 sustituyó a José Luis Roca como máximo dirigente de la FEF. Hasta hoy.

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