Copa del Rey | cuartos de final

Neymar fulmina a un Atlético desquiciado

Tras un arranque lleno de fe, los rojiblancos pagan sus errores ante un buen Barcelona en un duelo lleno de polémica

Neymar fulmina a un Atlético desquiciado EFE

M. Á. Barroso

El Atlético tuvo fe y se desquició, todo en 45 minutos. Después, ya no hubo partido. Fue fiel a su prestigio en un arranque descomunal, marca de la casa, pero se desarropó los pies y ahí perdió el duelo, la eliminatoria y los papeles, sobre todo Gabi en el túnel de vestuarios en una trifulca con los rivales. A Simeone le sigue faltando una remontada. Pasa el Barcelona merecidamente a las semifinales de la Copa del Rey.

Noche grande en un Calderón con las gradas preñadas y la afición recitando al unísono las tonadillas y los nombres de sus héroes, algo que hace semanas que no se veía. Los prolegómenos recordaron al partido de Champions de hace un año, aunque esta vez faltó el impresionante «tifo» que iluminó los anfiteatros, y el arranque resultó un calco de aquel, con el Atlético desbocado, haciendo bueno el pronóstico de Simeone de que se iba a jugar cada minuto como si fuera el último. En realidad no hicieron falta ni sesenta segundos para que el estadio se viniera abajo: Mascherano sacó el balón de pena, Siquiera lo cortó en el centro del campo y llegó a Torres, que le partió la cintura al central argentino y remató raso y ajustado al poste derecho de Ter Stegen, que solo pudo mirar. Un calco de lo ocurrido en el Bernabéu en la anterior eliminatoria .

El decorado, ideal para los intereses del Atlético, no tardó en nublarse en una jugada de desajuste defensivo que debió irritar mucho a Simeone. En realidad, fue una obra maestra del contragolpe representada por los tres tenores del Barça: Messi burló en la medular a Mario Suárez con un caño, buscó el apoyo de Luis Suárez, que centró para la carrera de Neymar; el brasileño se escoró un poco para evitar que Juanfran lo alcanzara y cruzó la pelota ante la salida de Oblak. El Atlético mostró de nuevo su desnudez atrás en un lance con los mismos protagonistas, pero esta vez Neymar estaba en fuera de juego. Aunque la acción no tuvo consecuencias, Simeone recriminó a Oblak que se quedara petrificado en el área pequeña en vez de salir.

Estaba el Atlético corriendo riesgos de suicida, dejando pocos efectivos en retaguardia para interceptar las contras del Barcelona, cuando Mascherano derribó a Juanfran sobre la cal del área. La falta se produjo fuera, pero el árbitro la vio dentro, y Raúl García volvió a adelantar a los rojiblancos. Fue el preludio de un enloquecimiento del duelo, del mundo al revés: el Atlético recibió un gol a balón parado, en un córner que acabó rematando Miranda contra su propia portería, y otro en un contragolpe que vino precedido por manos de Jordi Alba. Mientras los rojiblancos protestaban, Messi tiró para adelante y el propio Alba se vistió de Usain Bolt para recorrerse el campo, recibir y ceder a Neymar, que dribló sutilmente a Oblak para marcar.

Los jugadores locales se fueron calientes al vestuario, en especial con Neymar, al que acusaron de burlarse de ellos. El asunto pasó a mayores y Gabi vio la roja. Simeone tuvo que recomponer el equipo: Saúl salió por Griezmann. Pero el Atlético se desquició. Nada más comenzar la segunda parte Arda lanzó una bota al juez de línea. Gil Manzano le perdonó la expulsión. Y el partido languideció hasta la nada futbolística, con festival de tarjetas (el público gritó «¡otra, otra!»), con la roja a Mario, con cambios para reservar fuerzas (debutó Cani con el Atlético) o para enfurecer aún más a la grada: el paseíllo de Neymar gustándose a si mismo.

Neymar fulmina a un Atlético desquiciado

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