fútbol
Jeques, rusos y ahora chinos
El dinero llega al fútbol europeo por los potentados del petróleo, el gas y la economía del gigante asiático
Primero fueron los rusos, Abramovich y su retrato con la bufanda del Chelsea en el palco de Stamford Bridge. Después los jeques del Golfo Pérsico, Mansour Bin Zayed y su cartera llena de petrodólares para transformar la historia del Manchester City. Y ahora llegan los chinos, el magnate Wang Jianlin y su emporio inmobiliario al servicio global de un equipo en alza, el Atlético de Madrid. El fútbol en la vieja Europa se entrega en los brazos de las economías emergentes y ya se abastece en un notable porcentaje de los multimillonarios llegados de tan lejos.
El índice de confianza de los inversores chinos aumentó un 26 por ciento anual hasta llegar a los 70 puntos, una cifra que los expertos consideran muy por encima de la cota del optimismo en la Bolsa, el 50. El desembarco de Jianlin en el Atlético establece una nueva orientación a la tendencia marcada por los árabes y los rusos.
Roman Abramovich era amigo de Boris Berezovski, a su vez antiguo socio del expresidente ruso Boris Yeltsin. El desmantelamiento de la URSS abrió las puertas del cielo a Abramovich, quien compró la petrolera Sibneft y más tarde el Chelsea, un equipo de mitad de tabla sin grandes figuras ni fuste en la historia del fútbol inglés. Abramovich fue el precursor: un potentado que hizo dinero con la energía se da el capricho de comprar un club.
El Golfo Pérsico
Mansour Bin Zayed al Nahyan pertenece a la realeza del emirato árabe de Abu Dhabi, algo así como vivir bañado en oro. Abu Dhabi descubrió su primer yacimiento petrolífero en 1958 y construyó una ciudad-imperio en el desierto. Desde este punto del planeta, arena y sol, jeques como Bin Zayed han lanzado sus tentáculos sobre el fútbol. Compró el Manchester City y cambió radicalmente su historia (dos ligas), siempre a la sombra de su poderoso enemigo, el United.
Desde Oriente Medio aterrizó en el Paris Saint Germain otro multimillonario árabe , Nasser Al-Khelaifi. Su cuenta corriente llenó de estrellas (Ibrahimovic, Cavani, David Luiz, Thiago Silva) y de trofeos locales el Parque de los Príncipes (dos ligas, una Copa, dos Supercopas), aunque el petróleo no alcanza para finales de Champions o así.
Otro jeque de Qatar, Abdullah bin Nasser Al Thani, llevó al Málaga a disputar la Champions y al estado de entusiasmo que procura el dinero. Pero hace tiempo que se cansó de mostrar el talonario y ha plegado velas. El Málaga ya no nada en la abundancia.
Los oligarcas rusos se han quedado con los clubes de su país -Suleyman Kerimov (Anzhi), Valery Golubev (Zenit), Yevgeny Giner (CSKA de Moscú), Riwat Akhmetov (en el ucraniano Shaktar Donetsk)- y con considerables porcentajes de la Premier -Alisher Usmanov (el 30 por ciento del Arsenal)- y la liga francesa -Ryboloviev (Mónaco)-..
Lo último es el influjo asiático. El hijo del dueño de la multinacional automovilística Astra, Erik Thorir, adquirió el 15 por ciento de las acciones del Inter de Milán. Peter Lim, nativo de Singapur, ha sacado al Valencia del atolladero. Jianlin ingresa con sus inmuebles en un sentimiento: el Atlético.
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