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La pasión inglesa por la F1

Pese al desastre de McLaren, su equipo fetiche, los británicos hacen apología del Gran Premio de su país

La pasión inglesa por la F1

j. carlos carabias

El hotel se encuentra a cincuenta minutos en coche de Silverstone y la encargada del restaurante tuerce el gesto por la agenda que le espera. Desde ayer tiene que abrir el espacio para los desayunos a las cinco de la mañana. Judías, salchichas, bacon, huevos revueltos, champiñones, morcilla y medio tomate con té o café, el típico despertar inglés frente al estómago. El madrugón obedece al respeto de este pueblo por las tradiciones. Se celebra la 66 edición del Gran Premio de Gran Bretaña de Fórmula 1, un evento con sabor añejo, a ese aroma centenario que todo lo inunda en el interior de Inglaterra.

Hace calor en la campiña, casi 30 grados a las diez de la mañana. Una temperatura casi desconocida por estos lares que saluda con cálida efervescencia a la carrera que envuelve a la cuna de la Fórmula 1 . La mayoría de las escuderías tienen su sede en 80 kilómetros cuadrados alrededor del circuito de Silverstone: McLaren, Mercedes, Red Bull, Williams, Lotus, Force India y Manor. Siete de diez equipos acampan en este punto del planeta. «Es el Silicon Valley del deporte del motor», dice orgulloso David Coulthard.

Los medios de comunicación tratan de expandir la idea estos días. Apenas hay fisuras entre los diarios, aunque no compartan ideología. Un símbolo del país, como puede ser Wimbledon y sus indumentarias blancas inmaculadas , la regata Oxford-Cambridge que mide a las dos principales universidades o las carreras de Ascot y sus sombreros indescifrables. Un concepto abarca todo: tradición.

El Gran Premio se conjuga en suelo inglés desde que se fundó la Fórmula 1. Siempre en el Mundial, como Monza o Mónaco, al margen de resultados puntuales, olas de emoción o sonoras épocas de derrotas. «Es una carrera importante si te detienes a mirar la historia de la F1», opina Vettel. «Eres feliz por correr ante un público que ama este deporte », explica Alonso.

El trayecto hacia Silverstone concentra los mayores atascos conocidos en la historia de la F1. Lo que en cualquier otro país sería declarado como tercermundista o intolerable, en Inglaterra se traduce por pasión de los seguidores, su indestructible adhesión al espectáculo del motor. Nadie pierde los nervios en la autovía M43, pese a que se pueden esperar 45 minutos para recorrer dos kilómetros. No hay hooligans camino del circuito.

En la venta del producto británico, aparecen nombres simbólicos en el eco mediático. J ohnny Herbert, Damon Hill, James Hunt, Stirling Moss, Jackie Stewart y todos aquellos que contribuyeron a la grandeza de la F1.

El público es hincha de McLaren , pero no en exclusiva. Se ve gente con los colores de Red Bull (sede inglesa, propiedad austriaca), Mercedes (Hamilton al mando) o Williams (escudería británica con un brasileño y un finlandés al volante).

La decepción de McLaren, que ayer volvió a completar un viernes insípido, no reduce la presencia de espectadores. A mediados de mayo, ya se habían vendido el 40 por ciento de las entradas y ayer el recinto mostraba al menos tres cuartos de aforo.

McLaren confunde al público. Casi compite contra Manor y en las redes sociales muchos hinchas se impacientan. «¿Cómo puede estar conservando el motor?», «¿Por qué no conducen?», «¿No debe hacer millas?», «Los fans no entienden esto». La señal de televisión se recrea en Alonso y Button cada vez que saltan a la pista con un coche que apenas luce publicidad -«Nunca beber y conducir» es el lema que más se ve en su chasis- y pese a que no habrá alegrías este domingo, los ingleses no pierden la ocasión de propagar otro de los símbolos del país.

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