Tour de Flandes

Armstrong recibe un parabién

El campeón apestado por el dopaje será el invitado de honor del Tour de Flandes 2018

JOSÉ CARLOS CARABIAS

Hace cinco años y medio que un abogado de Jacksonville, Travis Tygart, recitó con ampuloso lenguaje el «más sofisticado, profesional y exitoso sistema de dopaje» en el deporte. La pretenciosa proclamación, signo de desconocimiento de otros mercados subterráneos, empezó a cavar la tumba de Lance Armstrong . El orgulloso ciclista, que se estiraba en el sofá admirando sus siete maillots amarillos del Tour, confesó unos meses más tarde que usaba productos prohibidos para ganar. Armstrong, desposeído de sus siete Tours –años en blanco en el palmarés desde 1999 a 2005–, fue sancionado a perpetuidad y apartado del ciclismo como un apestado. Un fantasma. Dejó de existir . Seis inviernos después de aquello, una carrera lanza un parabién al ciclista americano. El Tour de Flandes, el monumento ciclista de los muros adoquinados, la prueba que contiene toda la esencia del ciclismo, condecora al texano. Será invitado de honor en la edición de 2018.

Todo lo que huele a Armstrong ha sido laminado del ciclismo. Su director, Johann Bruyneel , quien se declara en Twitter «orgulloso manager de mi amigo Lance, ganador de 7 Tours». O los médicos que, según la investigación, lo dopaban: el italiano Michele Ferrari, los españoles Luis García del Moral y Kepa Zelaya. Ha desaparecido Floyd Landis, el vencedor del Tour 2006 desposeído por dopaje y verdugo de Armstrong, a quien acusó y desnudó por despecho.

La película

Todo lo que tiene que ver con él es oprobio y descrédito. Como la película «El programa» , de Stephen Frears, una estupenda recreación de la vida del exciclista, con sus éxitos, su arrogancia como capitán y las bolsas de sangre colgando en hoteles y autobuses.

En el día a día de Armstrong, plasmado en las redes sociales, no aparecen ciclistas conocidos ni gente del pelotón. Es él rodeado de contactos, su familia y amigos, quien se jacta del impacto de su programa de radio, «Forward» (Adelante), que emite desde su casa por podcast.

Armstrong dejó de existir en el universo ciclista por el decreto del Tour. La hipocresía latente en este deporte lo desplazó como persona no grata. El exciclista tiene todavía un duro asunto pendiente. El juicio con US Postal, el Correos americano, su antiguo patrocinador, que le reclama 90 millones de euros por daños y perjuicios. Si pierde, todo el patrimonio que amasó durante años de éxitos en el Tour se desvanecerá por ensalmo.

En ese panorama sombrío, Lance Armstrong se prepara para un regreso de perfil alto al ciclismo. El organizador del Tour de Flandes, Wouter Vanderhaute, se ha erigido a sí mismo como el estandarte que lo rescatará del ostracismo y el vacío. Será el orador principal en el evento inaugural del «Tour de Flandes Business Academy» e invitado de lujo en la carrera que se disputa en abril.

«Ya es hora de darle la bienvenida –declaró Vanderhaute–. Fue castigado por su arrogancia. Conocí a Lance en Washington en octubre pasado y descubrí a un hombre castigado que ha hecho las paces con su destino. Por supuesto, en el ciclismo debemos combatir el dopaje, pero también tenemos que aceptar nuestro pasado».

Las autoridades políticas belgas han criticado la decisión. «Es una señal totalmente equivocada para los aspirantes a ciclistas», se quejó el ministro regional de deportes, Philippe Muyter.

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