Mundial de Baloncesto
Plata dorada para España
La selección no pudo con Estados Unidos en la final, pero se lleva a casa una medalla que sabe a oro (64-77)
El sueño de España se desvaneció rápido, pero sigue vivo. No se acabó con la derrota ante Estados Unidos, oro merecido tras ser superior en la final, sino que se alarga en el tiempo y pone ahora su horizonte en los Juegos de Río de Janeiro 2016 o el Mundial de 2018 -¿quizá en España?-, donde el crecimiento de esta selección española debería situarlas un poco más cerca del primer lugar del podio. Ese que las chicas de Mondelo miraban ayer felices y que confían en poder ocupar un día no muy lejano. Mientras tanto, toca disfrutar de esta plata dorada, lograda a base de tesón y trabajo, fruto de la calidad de un grupo que no tiene límites. [ Estadísticas del España-Estados Unidos ]
Convivir casi a diario con Maya Moore no se tradujo ayer en un antídoto para conseguir frenarla. Lucas Mondelo, su entrenador en la liga china, conoce a la perfección las virtudes y los defectos de la estrella estadounidense, pero no le sirvió de nada. El talento de la americana fue suficiente para romper la final. Fogonazos de genialidad cimentados en un físico superior. Kryptonita para la defensa de España, la mejor del campeonato, ayer desarbolada por la velocidad de juego imprimida por la jugadora número «7» de Estados Unidos.
A la magia de Moore -once puntos tras el primer cuarto y 18 al final del partido- se unió la superioridad de las americanas en la zona. El gran peligro, del que estaba advertida la selección, y ante el que poco o nada pudieron hacer Lyttle y Nicholls, superadas casi siempre por la mayor envergadura de sus rivales. Por la zona se desangró España, incapaz de contener el poderío americano cerca del aro. A pesar de la diferencia en el marcador (29-48, min. 20), que rozó los veinte puntos durante la mayor parte del encuentro, España supo competir siempre. Nunca bajó los brazos, fiel al espíritu que le había llevado hasta la final.
Lucha hasta el final
Lo encarnaron a la perfección Laia Palau y Silvia Domínguez, descaradas como pocas veces durante el torneo. De sus manos nacieron las mejores acciones de la selección en ausencia de Alba Torrens, vigilada con celo por la defensa estadounidense.
Desaparecida durante toda la primera parte, la exterior española sufrió como no lo había hecho antes en el campeonato. Aunque se había afanado en decir que no habría vigilancia especial para ninguna jugadora española, lo cierto es que Alba Torrens apenas pudo lanzar a canasta con comodidad. Después de su exhibición de semifinales ante Turquía, la segunda mejor anotadora del Mundial no logró su primera canasta hasta la segunda parte. A pesar de las dificultades, Alba supo esperar su momento. Fue paciente y encontró el premio a su particular vía crucis cuando la presión americana se relajó. Un final agridulce para la balear, una de las mejores jugadoras del torneo que no pudo brillar como le hubiera gustado en el partido más importante.
Con la medalla de oro fuera del alcance, España continuó luchando como si el marcador siguiera igualado y logró reducir la diferencia hasta los trece puntos. Un mundo, pero mucho más pequeño que hace cuatro años cuando ambos equipos se enfrentaron en semifinales, lo que abre la esperanza a un futuro cercano en el que España pueda, por fin, plantar cara a las más grandes. Algo que ya ha hecho en cierta manera con una medalla impensable hace poco tiempo, que hace justicia al trabajo de los últimos tiempos.
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