Juegos Olímpicos

Maica García: «Por el oro daría el corazón, los pulmones, el alma»

El waterpolo femenino afronta su segunda aventura olímpica con más mádurez, pero también más presión porque soon una referencia mundial

AFP

LAURA MARTA

A menos de cien días para los Juegos Olímpicos, Maica García y Jennifer Pareja comienzan a sentir el gusanillo. Se les enciende la llama aunque todavía tengan partidos con sus clubes y torneos que disputar antes de aterrizar en Río de Janeiro.

Las dos protagonizaron una gesta de trabajo, esfuerzo y mucho más que culminó un 9 de agosto de 2012 con una plata para enmarcar. En su primera participación olímpica. «Nos dimos cuenta de forma progresiva. Acabó el partido, veíamos a las estadounidenses celebrarlo y fue doloroso. Era el único partido que habíamos perdido (8-5). No había alegría en el agua. Ya en el poyete vino Miki Oca -seleccionador nacional- y nos abrazó una a una. Nos vio llorar y nos dijo: “Vamos a disfrutar de lo que hemos ganado, que es una plata olímpica”. Salimos del agua y vimos en la grada a nuestras familias y amigos, lo estaban celebrando a lo grande y nos contagiamos. Comenzamos a sonreír y en el vestuario nos desatamos . Era una euforia total. Así salimos luego al podio, que parecía que habíamos ganado nosotras el oro», ríe García, boya del equipo, y una de las mejores del mundo.

Un deporte que ha crecido en interés, licencias y reconocimiento desde esa noche mágica en el Centro Acuático de Londres. «Había gente que nos preguntaba si en la piscina hacíamos pie. A partir de ese momento ya no volvimos a escuchar comentarios de ese tipo. La sociedad empezó a saber qué era este deporte y, lo más importante, el sacrificio que hay detrás. Fue un boom que nadie se esperaba, tampoco nosotras y mira», continúa García. «Sabemos qué papel tiene el waterpolo dentro del deporte, pero se ha notado. Fue un antes y un después. Que los niños quieran jugar a waterpolo es otro triunfo que llegó con la medalla. Y que sepan quién eres por lo que has conseguido, otro», indica Pareja, capitana de la selección.

No la miran mucho, reconocen. Pero el recuerdo lo tienen muy fresco. Nunca se olvidará, admiten. Cuando se vuelven a juntar en el vestuario de la selección, surgen de nuevo, una y otra vez, las anécdotas de esos momentos, de esa tan bonita historia que construyeron en sus primeros Juegos. Y no se cansan de ello. Se lo merecen, pero Pareja advierte que ya hay que mirar hacia el presente, hacia esa recta final para Río. Construir nuevos recuerdos. « El grupo está más cohesionado , dentro y fuera del agua. Y las jóvenes no veas cómo han crecido», afirma Pareja. «Somos muy ambiciosas», señala García. Y han ganado en madurez. Pero también se enfrentan a una realidad: ya no son unas desconocidas. «Los rivales nos estudian y tratan de conocer nuestras estrategias. Nos hemos ganado el respeto. Hemos pasado momentos difíciles porque hemos intentado cambiar alguna cosa, parecía que nos habían pillado el truco y que ya no sorprendíamos. Pero eso multiplica la motivación y hemos vuelto a remontar», explica García.

Desde aquella plata ha habido un oro mundial (2013) y un oro europeo (2014) . Solo en Kazán resbalaron hasta el séptimo puesto. Y volvieron a levantarse a lo grande para lograr la plaza olímpica. «Es muy complicado conseguir el billete. Siempre hay dos equipos grandes que se quedan fuera porque es un sistema un poco injusto. Solo se clasifican ocho equipos, y la presión es máxima. Cuatro años en un partido», completa Pareja. Ellas lo lograron ante Holanda, el anfitrión.

Con el billete en la mano, la selección comienza su recta final hacia su siguiente página olímpica. Viajan a Rusia para disputar el martes el último partido de la Liga Mundial. Están ya clasificadas para la final, que se jugará en China a finales de mayo. «Después comenzaremos a preparar a tope los Juegos, en lo físico y en lo mental. No hemos parado desde Kazán. Habrá algún torneo con otras selecciones y sobre finales de julio... a Río», exclama García. «Queda mucho y poco, volver a coordinarnos, pero hay muchas ganas de empezar. Y con la mente superpuesta en vivir este sueño , por supuesto», admite Pareja.

La plata olímpica, el oro mundial, el oro europeo, el corazón de la gente, aficionados, aplausos y reconocimiento. Lo han ganado casi todo. «Casi, pero no todo. Si no luchamos por el oro no vale la pena todo lo que hayamos hecho antes. Si no lo damos todo no nos lo mereceremos. ¿Qué daría por el oro? ¡Todo! Soy capaz de no salir del agua. Daré mi corazón, mis pulmones, mi alma. Es pasión por el waterpolo: o lo vives o no lo comprendes», sentencia García. Y el agua empieza a temblar.

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