Golf | Masters de Augusta

Sergio García, en ABC: «Vendrán más grandes»

El golfista español mantiene los pies en el suelo y disfruta del triunfo con orgullo y mucha tranquilidad

Sergio García, ayer en lo más alto del Empire State AFP

MIGUEL ÁNGEL BARBERO

Están siendo unos días de locos para Sergio García, el deportista más reclamado del momento después de su hazaña en el Masters . Además de terminar su glorioso domingo a las tres de la madrugada después de atender a los numerosos actos sociales del campeón (ruedas de prensa, entrevistas, cena con los socios del club, fiesta de los patrocinadores), el lunes se desplazó a Nueva York donde durante dos jornadas fue de televisión en televisión para mostrar a las grandes cadenas lo bien que le sentaba la chaqueta verde. En medio de tanta vorágine mediática, tuvo tiempo para comentar con ABC sus nuevas sensaciones de maestro.

Su triunfo ha sido todo un logro para el deporte español y toda una liberación para usted, después de una triunfal carrera. Estalló de júbilo en el hoyo 18, cuando se vio ya campeón. ¿En quién pensó en ese momento?

Pues en nadie particularmente, la verdad.Más bien fue una mezcla de imágenes de toda mi gente, quienes han estado siempre detrás y a mi lado… obviamente, de mi familia, mi mánager, mi prometida, mis hermanos… me vinieron todos a la mente, y es lo que salió en ese momento.

Si tuviéramos que poner un porcentaje de este éxito en dos personas en concreto, ¿cuánto representaría su padre y cuánto su novia?

Yo creo que todo el mundo ha aportado una parte clave. Es difícil poner un número, porque obviamente al final yo también tengo que dar mi parte y si no estoy receptivo, por muchas cosas buenas que me den, no hay nada que hacer. Evidentemente mi padre tiene mucho de culpa en ello, no sólo por esta semana sino por todo el trabajo de profesor que ha tenido conmigo durante toda mi vida; y Angela también tiene un porcentaje importante, porque me hace ser feliz y ver las cosas de diferente manera. Pero, insisto, no me gustaría centrar el agradecimiento en ellos dos, porque todo mi equipo en general siempre ha estado ahí y también se merecen un porcentaje del éxito.

¿Qué importancia tuvo que Justin Rose fuera su compañero de juego en el último partido?

No sé si tuvo importancia o no, aunque es evidente que Justin y yo nos llevamos bien y siempre es bonito poder compartir un último partido en un grande con un jugador del que eres amigo y tienes muy buena relación. Pero al margen de la comodidad de ir con alguien agradable, hubo mucha competititvidad. Los dos jugamos muy bien, nos fuimos atacando el uno al otro y nos íbamos respondiendo, que creo que fue lo más bonito de todo.

Tener al rival directo al lado le dio al último partido una sensación de «match-play», una modalidad que le encanta y que le evitó tener que ir pendiente de varios jugadores en los últimos hoyos. ¿Usted lo vivió así?

No del todo. Es cierto que en los últimos cinco hoyos, cuando el resto de la gente ya había prácticamente acabado y los que teníamos posibilidades éramos Justin y yo sí que lo viví como un mano a mano, pero al principio de la jornada, hasta el hoyo 12 ó 13, cualquiera de los que iban por detrás podían haber hecho 4 ó 5 bajo par, meterse ahí a un golpe y entonces hubieran contado también. Yo creo que al final jugábamos los dos para lo mismo; aunque no era «match play» porque era «stroke play» y nunca es lo mismo, pero fue igualmente muy bonito.

Curiosamente, este era el «major» que aparentemente menos encajaba en su tipo de juego. ¿El haber sido capaz de ganar en «territorio hostil» le motiva más de cara al Open Británico, que es en el que mejor se desenvuelve?

Sí, es posible. El National no es el campo en el que más a gusto estoy porque yo ahora me he vuelto más un jugador de «fade» (efecto de derecha) que de «draw» (izquierda) y Augusta te pide pegar bastantes «draws», pero lo importante es que hemos sabido jugar con lo que teníamos, estar lo más cómodos posible y darme buenas posibilidades. Gracias a eso hemos tenido la oportunidad de ganarlo. Creo que con el paso de los años he aprendido a entender el recorrido como es y ser consciente de las cosas que te da y que te quita. Durante muchos años no supe interpretarlo y en cuanto he cambiado la mentalidad, todo ha ido sobre ruedas.

Es más, por lo radiante que se le vio en la ceremonia de entrega de premios, parece que su idilio con el Masters no ha hecho más que comenzar.

¡Ojalá que así sea! Cuando hace diecinueve años fui el mejor amateur y compartí los festejos con Chema Olazábal me dije a mi mismo que volvería a revivir ese momento ya con la chaqueta verde del triunfador profesional. Y aunque me ha costado un poco lograrla, espero que no sea la última. Una vez que le he tomado el pulso al campo, siento que todavía tengo mucho margen de mejora en él.

En la última Ryder dijo medio en broma que parte del público americano no iba a dejar de increparle hasta que no le viera ganar un grande. ¿Cree que ya les tapará la boca?

Quiero aclarar que no quería generalizar, porque en Estados Unidos y en el mundo entero la gente me quiere mucho y siempre me lo demuestran. Pero sí que es cierto que en el fragor del enfrentamiento hubo un grupo de personas que me increpaban y me querían desmoralizar diciendo que yo no había ganado ningún «major», pero eran unos pocos que igual se habían emborrachado y querían hacerse los graciosos. En cualquier caso, ¡por ahí ya no me podrán atacar! En concreto en Augusta el público es muy muy respetuoso y durante toda la semana no han cesado de animarme. Me sentía como en casa.

En el fondo, ¿pensaba que el golf le debía un torneo de este calibre después de llevar tantos tiempo persiguiéndolo?

Hombre, yo sí notaba que me merecía uno por lo menos, por toda mi carrera, por todas las oportunidades que he tenido y por todo el trabajo que he hecho; pero lo que te mereces es una cosa y lo que recibes al final, otra, y hay veces que no coinciden. Lo importante era seguir trabajando, seguir confiando en mí mismo y seguir dándome oportunidades hasta que llegara el día en el que me sintiera bien. Todo esto ocurrió la semana pasada y aquí estamos.

En esos momentos, en los que el triunfo en un «Grand Slam» no terminaba de llegar, ¿se fijó por ejemplo en el caso de Phil Mickelson, que tardó mucho en ganar el primero (36 años) y luego ya vinieron otros cuatro seguidos?

Sí, sin ninguna duda, ese caso siempre lo he tenido presente y me ha ayudado a no desfallecer. Y también fue muy importante el consejo que me dio el año pasado Henrik Stenson después de ganar el «British». Me dijo, «Sergio, yo acabo de ganarlo con 40 años y tú tienes 36. Hasta que llegues a mi edad te quedan dieciséis grandes por delante, fíjate si tienes oportunidades todavía. Además, Mickelson estuvo a punto de ganarme con 46… así que sigue intentándolo y seguro que lo consigues». En este último año he tenido ese pensamiento muy presente en mi cabeza.

Ahora que ya es un maestro del golf, podrá participar en la exclusiva cena de campeones de Augusta. Y usted, como último ganador, será el encargado de preparar el menú a sus compañeros. ¿Ha pensado ya qué les va a ofrecer? ¿Será quizá una paella?

De hecho lo tenía claro desde antes de ganar. No va a ser una paella, pero irán por ahí los tiros. Ya lo descubrirán en su momento (bromea).

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