El atropello a Sagan ante los tribunales

Peter Sagan quemaba cuando, con el culotte abierto y el culo raspado a base de bien, llegó a Murcia. Los auxiliares del Tinkoff le abrieron paso entre la gente. Que no le toque nadie. Que quema. Tenía los ojos encendidos. Pura rabia . Se subió al autobús y no dijo ni mu. A ocho kilómetros del final de etapa, una motocicleta que lleva ruedas de repuesto (Shimano), le había arrollado. Le golpeó por detrás y le volteó cuando el eslovaco se estaba jugando la etapa. Sagan, desesperado, arremetió conta todo, médicos, jueces, coches, bicicletas. Golpes e insultos. El jurado de la Unión Ciclista Internacional (UCI) que arbitra la Vuelta le sancionó con 190 euros por injurias y con 90 por «comportamiento que atenta contra la imagen del ciclismo» . El conductor de la moto fue expulsado de la Vuelta. Y el Tinkoff se plantea adoptar «acciones legales contra la persona o personas responsables del choque contra Peter Sagan».

El Tinkoff estaba al rojo vivo. Con razón. «En carrera, el ciclista tiene prioridad siempre», zanjó Patxi Vila, director de la escuadra rusa. «La culpa ha sido de la moto» , siguió. Al parecer, la moto de Shimano pidió permiso para adelantar al pelotón y acercarse a los fugados. En ese momento, Sagan iba en cabeza del grupo. Todos a su rueda. Harto de ser el más perseguido, se abrió a la izquierda. Estaba en carrera. La carretera es suya. No hizo nada anormal. Pero la moto venía ya lanzada. El piloto no le esquivó e impactó contra la rueda trasera el corredor eslovaco. Sagan voló. Cayó mal. Patas arriba. Una matadura roja le iba del muslo zurdo al glúteo.

Dolía mirarle. Pero más le dolió a Sagan la situación. Se indignó. Cargó contra todo. Se le acercó el coche del médico para ver cómo estaba y la emprendió a puñetazos contra la chapa. Pateó su propia bicicleta. Destrozó la rueda delantera contra el asfalto. No dejaba de insultar, de jurar en eslovaco, en italiano, en todas las lenguas que sabe. «Es normal -le defiende Vila-. El equipo había controlado la etapa, sus compañeros le habían ayudado a estar allí y era el favorito para ganar la etapa. Y por una acción así, se va todo al traste» .

El Tinkoff emitió un comunicado para denunciar que «una moto de asistencia neutra pasó por el pelotón a gran velocidad de forma imprudente y peligrosa golpeando la rueda trasera de Sagan». Es, a su juicio, una «colisión inaceptable» que provocó la caída y las heridas de Sagan: «Extensas abrasiones en las nalgas y la pierna izquierda» . Para la escuadra rusa, «este tipo de accidentes causados por un error humano, sin importar si afectan a los corredores de Tinkoff-Saxo o de otros equipos, son inaceptables en la élite del ciclismo». Resumió su indignación con una palabra: «Intolerable». «Es intolerable que un incidente así pueda echar por tierra las ambiciones de un corredor para lo que resta de temporada». Aún no se sabía si hoy Sagan tomará hoy la salida.

El corredor eslovaco, que venció en Málaga, fue segundo en Vejer de la Frontera, tercero en Alcalá de Guadaira y vestía el maillot verde de la regularidad, echaba humo. Vino a la Vuelta a preparar el Mundial. Una moto le frenó en seco ayer. Mientras se curaba las heridas, los jueces se reunieron para castigarle por su comportamiento. Hubo rumores de que iba a ser expulsado. «No habría sido justo» , señaló Patxi Vila. Al final, la sanción se quedó en unos 300 euros. Por dar mala imagen. La reacción de Sagan no fue ejemplar, pero sí humana, comprensible. La que dio mala imagen fue la Vuelta. Y no es la primera carrera donde se ve un error así. En la pasada Clásica de San Sebastián otra moto atropelló a Van Garderen. Y en el Tour, un coche de la televisión arrojó a Hoogerland contra un alambre de espino. «Creo que hay que hacer una reflexión sobre todo esto», pidió Vila, que le puso calma a una tarde de ira.