Vuelta a España
«Uff, Boeckmans no respiraba»
El médico Mikel Martínez salvó al ciclista del Lotto, que se destrozó la cara contra un bordillo, de ahogarse en su sangre
«Ufff. Todavía tengo el cuerpo revuelto». Mikel Martínez, médico de la Vuelta a España , lleva muchos años de sobresalto como jefe de Urgencias del hospital de Basurto (Bilbao). Dos horas después de la caída del belga Kris Boeckmans aún le duraba el escalofrío. «Ha sido impresionante». Boeckmans se dio contra el bordillo. De frente. Fue un impacto seco. El corredor quedó boca abajo, blando, ido. Mikel Martínez llegó apresurado. Vio el casco, roto por la parte trasera. ¿Tendría partido el cráneo? No. Un charco de «medio litro» de sangre crecía alrededor de la cabeza del corredor. «No respiraba» , relató el médico. Alarma. Le inmovilizaron el cuello y, sin dudar, Martínez le abrió la tráquea con el tubo de Guedel. Boeckmans se estaba ahogando en su sangre. Un par de minutos más y estaba perdido. Martínez le rescató, le sacó de ese remolino interno de sangre. Le salvó la vida.
En la ambulancia y con el oxígeno hinchando de vida sus pulmones comenzó a reaccionar, a escupir y toser la sangre que encharcaba sus pulmones. Buen síntoma. Su cuerpo reaccionaba, se defendía de los efectos del tremendo golpe . También tenía varias costillas afectadas. Ingresó en la unidad de cuidados intensivos del hospital Virgen de La Arrixaca. Mikel Martínez estuvo con él. «Está estable, grave pero estable», respiró. Boeckmans está ahora en coma inducido. Tiene tres costillas rotas, un pulmón perforado, fracturas en la cara y en estado grave, pero vivo. Se aplastó la cara y el pecho contra un bordillo de Murcia. El médico de la Vuelta, que lleva una vida en Urgencias, estaba «impresionado» por las heridas.
El dedo de la mala suerte apuntó directo a la rotonda de acceso a la avenida Juan Carlos I, una de las arterias principales de Murcia. Junto a la fábrica de Estrella de Levante. Aún faltaban 50 kilómetros de etapa . Dos ciclistas del Lotto, Boeckmans y Van der Sanden, iban juntos en mitad del pelotón. Según el relato de Van der Sande, Boeckman echaba en ese momento un trago. Sol y sed. Su rueda delantera botó sobre un bache y perdió el control. La única mano que dirigía el manillar no le bastó. Se precipitó de cara contra el bordillo. Eso encendió la mecha de un dominó de caídas. Chirridos, gritos. Un parpadeo y todo del revés. La Vuelta se echó la manos a la cabeza.
Allí quedó Daniel Martin, boca arriba, tieso -retirado-. Al otro lado, pegado al filo del bordillo, Van Garderen se agarraba el hombro roto . Pálido -retirado, también-. Y unos metros delante, lo peor: dolor y sangre. Boeckmans, tirado boca abajo, no se movía. Ojos blancos. Inconsciente. Un charco de sangre junto a su cabeza crecía rápido. Sin aire. Mikel Martínez le conectó a la vida con el tubo de Guedel. La memoria recuerda bien los escalofríos. A la Vuelta retornó el eco de otro golpe así, en 1985, en La Coruña. Fernando Astorqui, a bocados, se bebió por el tubo de Guedel la sangre que ahogaba al mallorquín Salvá. Dos fotografías en rojo unidas por el sencillo tubo. Boeckmans quedó ingresado en el hospital de La Arrixaca . Salvá guarda la foto en la que Astorqui le ayudó a nacer por segunda vez. Boeckmans tendrá la suya con Mikel Martínez, que ayer le dio una segunda oportunidad.
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