Natación | Mundial de Kazán
Pau Ribes: «Gemma y yo abrimos una gran puerta»
El nadador debuta en un Mundial como pareja del dúo mixto de sincronizada, una modalidad que busca su hueco en el programa
Especifica en su conversación con ABC que su apellido es con “e”. Ribes, Pau Ribes . Todavía un nombre que no suena más allá de los círculos íntimos de la natación sincronizada, pero que acaba de dar el salto a la piscina más grande. Ribes (Dosrius, 19 años) reconoce que incluso él había aparcado un poco los torneos en los que demostraba que el deporte no tiene sexos cuando una llamada de teléfono lo lleva al mayor de los escenarios: junto a Gemma Mengual representará a España en el Mundial de natación de Kazán, donde la modalidad de dúo mixto de sincronizada se hará con un pedacito del programa en su puesta de largo.
-¿Cómo le llegó la noticia? -Cuando me enteré de que habría dúos mixtos pensé ‘no creo que España cuente conmigo’. Yo ya estaba fuera de la competición y saltaba a la piscina en exhibiciones. Pero me llamaron. Y yo, muy contento, claro. Aunque hubo que pasar unas pruebas, probarme que podía estar a la altura. Salió bien, y aquí estamos, a punto de irnos a un Mundial.
-Con Gemma Mengual, nada menos. -Imagina. Es fantástico, un honor poder aprender de ella.
-¿Fue ella la que lo eligió a usted? -No, fue todo un poco raro. Me llaman y comienzo a entrenarme con el equipo, con Esther Jaumá -seleccionadora nacional- y con Gemma dentro del agua, pero solo como prueba. Yo no tenía pareja. Y fue la misma Gemma la que dijo: “¿Y por qué no puedo hacer yo esto? Pues igual me apunto”. Y se subió al carro.
-¿Cómo están siendo los entrenamientos? -Muy buenos, y muy intensos, claro. Hay que coger el ritmo porque esto es la élite. La coreografía está muy adaptada y estoy aprendiendo mucho más de sincro en estos días que lo que he hecho en toda mi vida.
-¿Qué ha aprendido de Mengual? -El sacrificio, el día a día, la confianza, el apoyo. Nos llevamos muy bien. Me ha acogido como un familiar más, como un hijo.
-¿Y usted a ella? -A que tenga paciencia. A veces me cuesta un poco. Un mucho.
-¿Qué es lo más difícil? -Sobre todo la flexibilidad. Siempre es lo que más me ha costado. A los chicos, por naturaleza, nos cuesta más, pero yo… es que soy especialmente duro, ja, ja, ja.
-¿Por qué, dentro de la natación, eligió la sincronizada, un deporte tildado de femenino? -Con siete años vi un espectáculo «Sueños de agua» y me quedé fascinado. Había chicos también, de waterpolo y hacían cosas muy básicas, pero me gustó mucho. Lo probé y vi que era el único chico.
-¿Qué tiene usted que no tienen ellas? -La fuerza, muy importante para ayudar en el salto. Para mí es más bonito el dúo mixto que ver a dos chicos o a dos chicas. Creo que refuerza más el espectáculo, hace que sea más vistoso.
-¿Qué tienen ellas que a usted le falta? -La flexibilidad, y esa sensualidad que a ellas les sale más natural. Creo que con la combinación se refuerzan y se resalta lo mejor de los chicos y de las chicas.
-Y sin referentes, ¿cómo fueron los inicios? -La sincronizada es difícil a su manera, aunque cada deporte tiene lo suyo. Fui poco a poco, pero ahora llevo doce años en este mundo. Y sí, me criticaban al principio, pero lo que siempre digo es que ningún deporte tiene sexo. Cuando eres pequeño no te enteras. Y después… soy bastante pasota. Sí que me quedé sin competir en algún momento porque iba contra la normativa. Los amigos y la familia siempre me han apoyado mucho. No he tirado nunca la toalla porque quería hacer esto y ya está. No me planteaba nada más.
-Es sincronizado dentro del agua, ¿y fuera? -Soy bastante deportista, me gusta ir en bici, pero también mis ratos de calma. Aunque sí te digo que no, la pelota no es lo mío.
-¿Baila bien en una discoteca o prefiere hacerlo en la piscina? -Fuera del agua no es que sea mal bailarín, es que soy pésimo. No tiene nada que ver. Dentro del agua me transformo, me dejo llevar y creo que me sale algo más de salero.
-¿Se siente un pionero como Javier Fernández o Carolina Marín? -No, no, no. No me puedo comparar con Gemma o con Javier Fernández porque no les llego a nada. Estoy orgulloso de poder hacer este proyecto. A partir de Kazán seré más conocido, y tendremos un mérito más reconocido, pero aún así… no.
-¿Qué supone para la sincronizada mixta esta puesta en escena mundial? -El Mundial son las puertas: yo doy la cara, con Gemma, y otros países, donde el dúo mixto está mucho más aceptado. Puede que se animen más chicos. Y a partir de aquí… queda mucho por hacer. Con una cantera de chicos podríamos luchar para que se aprobara crear una selección masculina y femenina, dependiendo de la modalidad, para que lo pueda hacer todo el mundo. Se tiene que llegar a eso, a la normalidad, no sé si lo veré, pero al menos, Gemma y yo abriremos esa puerta. Y ojalá que también se abra el pensamiento en la sociedad. Hay mucha gente que opina diferente. Al menos si no todos, alguien, uno al que motivemos con nuestro ejemplo para que se lance. Cada uno tiene que luchar por lo que quiere.
-Después del Mundial, ¿cuál es la meta? -No lo sé. Hablaré con la Federación y ya se decidirá. Si me dicen de seguir, por supuesto, tengo muchas ganas, pero ya se verá qué proyecto tienen para mí.
-¿Se puede vivir de la sincronizada? -En mi caso, sí puedo hacerlo. Es difícil, ¿eh? Pero tengo un grupo de iniciación de sincronizada para adultos, mixto, de todas las edades, y vienen encantados. Otro curso de niñas. Y más proyectos que saldrán. Esto tiene que ser el principio.